Un cuento de herencia


El presidente Andrés Manuel López Obrador y el avión presidencial
  • El habitante de Palacio Nacional y todo el embrollo del avión presidencial.
  • Evolución en lenguaje del Presidente de cuando dirigió el GDF a la actualidad.
  • Añoranzas por la Banda del Automóvil Gris y María Conesa, la Gatita Blanca.

Reportajes Metropolitanos

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Sí, dos gemas. De Octavio García y el también literato, purista, y siempre claro en su sentir y escribir José Antonio Aspiros.

Presentemos la finura cuando se refiere a quien vive y despacha en Palacio Nacional.

A su exposición del mañanero sobre el avión.

Nos dice:

“Leídas tus Nubes de hoy, apreciado amigo, creo que es difícil para todos, «conservadores» o no, acostumbrarnos al lenguaje natural del presidente.

“Y a muchas de sus ideas u «ocurrencias» como algunos les llaman.

“No habla como los anteriores gobernantes que guardaban engolados las formas, sino como él suele hacerlo -supongo- en su trato cotidiano.

“Pero según recuerdo, antes de ser mandatario sí tenía un discurso más formal, sobre todo cuando fue jefe del GDF.

“Como que aflojó el rigor de la retórica y ahora se expresa sin presiones y más natural, a su estilo.

“Se fue al extremo demótico para que todos lo entiendan, y hasta pone énfasis en algunas expresiones y las repite, por si alguien no las captó a la primera.

Nosotros inquirimos sobre demótico. Nos respondió:

“Demótico lo entiendo cómo popular y hasta populachero; así lo encontré interpretado en alguna de mis lecturas y, en tal caso, sería el lenguaje que todos hablamos en confianza pues, en una de sus acepciones, se refiere a «un género de escritura cursiva (o sea, lenguaje escrito) empleado por los antiguos egipcios para diversos actos privados» (educalingo.com).

“En el otro extremo está el críptico, ese que tiene claves (términos «dominicales») que no todos entienden. Y, claro, hay muchos otros tipos de lenguaje, pero no me he puesto a estudiarlos.

“Y demótico sí está en Diccionario de la Lengua Española, RAE, 2014, página 724: «Dicho de una escritura del antiguo Egipto. De forma simplificada hierática, propia de la casta sacerdotal».

“También se refiere al griego moderno.

Morir mirando al mar

“Como sea, «demótico» deriva de una palabra griega que significa «popular», según las escasas tres líneas que dedica al tema la tan socorrida Wikipedia.

“Gracias por la oportunidad de rascarle más al asunto.

“Así les da tiempo a los ociosos hacedores de «memes», para luego reírse de ellos.

“Supongo que otras opiniones serán más duras sobre su lenguaje, pero yo no quiero parecer un viejo intolerante.

“Arriba y adelante. A.”.

Pocos días antes de su paro respiratorio, el poeta, escritor y mejor amigo, don Octavio García, nos entregó un cuento que intituló Muerte de Alberto.

Acaso presentía la propia.

Creemos que lo dejó, como muchos otros, acaso quinientos, de herencia, a quien disfruta con la lectura. Compartimos éste, por lo pronto.

Dejamos los gerundios, que acaso utilizó a propósito. Sabía, claro de nuestro reproche a usarlos, porque destruyen la prosa.

“Alberto murió a los 77 años, tal como estaba escrito en sus juegos infantiles. Hubiera querido mirando al mar, conociendo la armonía que éste representa.

Paseando por las arenas de aquel que lanzó olas de 30 metros sobre pueblos ribereños y al otro día, calmo, mustio, olvidó a los que ahogó.

Caminó arrojando sus culpas al mar, para que fueran esas aguas las que lavaren su pasado.

Antes de partir, Alberto se reunió en la playa con Ana Laura.

La encontró mirando hacia esa enorme masa de agua. Desde el lugar donde estaba, sólo veía esa espalda que mostraba el cobrizo del sol, el brillo del sudor y los pequeños granos de arena, como diminutos diamantes que relumbraran a contraluz.

Se acercó y la abrazó; ella no volteó; un leve temblor de su piel fue la respuesta a la cercanía de su alma gemela. Pareciera que las dos auras se hubieran reconocido y simplemente se fundieran. Miraba hacia el final del océano.

Alberto deseaba, con Ana Laura, irse hundiendo en esas aguas cristalinas, mientras escuchaba los acordes del “Dios nunca muere” y de “A mi manera”.

El escritor decía qué si tuviera que escoger entre los cementerios que conocía, optaría por el mar en sí mismo que es el que más horizontes abarca.

Así, Alberto, después de muerto, navegará junto con los obscuros e invisibles navegantes cuyo espíritu flota sobre las aguas.

Navegar junto a los náufragos cuyas almas el mar ha tragado.

Junto con él murió Laura, su compañera de vivencias. ¿Sería porque ella fue un fantasma que existió, junto con Alberto, sólo en la mente del escritor?

De los amigos, como éstos y muchos otros, se aprende. Pero sobre todo se asimilan para también, en su oportunidad, usarlos.

La Banda del Automóvil Gris

A QUIENES NO LOS SABEN

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Pero antes el estímulo de los colegas, no podemos guardarlo en secreto. Y sin rubor lo compartimos: EN LAS NUBES Recordar fue el tema, de ayer.

El mar., 21 de ene. de 2020 a la(s) 18:43, Jorge Herrera Valenzuela (jherrerav@live.com.mx) escribió:

“Una vez más y siempre más orgulloso vivo, porque mi fraternal y querido amigo y colega, don Carlos Ravelo, reproduce mis comentarios y me «echa florecitas».

“Muchas gracias al Decano del Diarismo Mexicano, a la cabeza de quienes formamos la vieja guardia del Periodismo, a los que hemos rebasado los cincuenta años de ejercicio ´profesional, del oficio o profesión más hermosa del mundo y de mayor trascendencia.

Muchas gracias me querido Carlos y que la salud te arrolle. Un abrazo con mucho afecto.

Atentamente, tu AMIGO JORGE HERRERA VALENZUELA”.

Y para que lo sepan, muchos colegas han tergiversado, acaso por desconocimiento u omisión, lo que el señor de las mañaneras platicó a los periodistas serios, sobre la nave que compró Fecal, utilizó don Peña y seguimos con el pago los 125 millones de mexicanos.

María Conesa.

Nuestra ética nos permite transcribir lo que dio a conocer, y lo entrecomillamos.

“Miren, vamos a seguir aclarando, vamos a seguir aclarando, vamos a repasar, porque los conservadores están molestísimos, inquietos.

“Dicen que son ocurrencias, pero nosotros no actuamos de esa manera, no es un gobierno de ocurrencias, es resolver un problema, reparar un daño.

“¿Qué estamos haciendo? Buscando reparar el daño, que se recupere el dinero, que es del pueblo de México-

“…Primero, repito, que se venda. Si hay una empresa, un comprador…

“Que les comentaba que había dos compradores y uno la semana pasada, cuando hablamos del avión —por eso es bueno el tema— que ya lo íbamos a regresar, mandó una carta, primero asegurando que daba 120 millones de dólares y le aumentó cinco, 125 millones.

“El avalúo de la ONU son 130 millones de dólares.

“…Y el punto cinco, punto cinco es la rifa.

“ A ver, ¿por qué la rifa? Porque sería una oportunidad para un mexicano, un trabajador, una gente del pueblo, porque podrían adquirir un billete, un cachito de 500 pesos.

“A ver, 500 pesos, estamos hablando de seis millones de números. Con esto se obtendrían tres mil millones de pesos, el avión vale alrededor de dos mil 500, los 130 millones de dólares.

“No es para presumir, pero ahora el peso está fortachón y son como dos mil 500 millones de pesos, aproximadamente…

“Y los otros 500 serían para dejarle al que se beneficie, el que se saque la rifa, el que gane, dos o tres años de servicio garantizado.

“Se les dejaría con un compromiso de que la Fuerza Aérea le daría el servicio, o sea, su avión más dos años, mínimo, de servicio.

“¿En dónde va a estar el avión?

“Miren, va a estar en el aeropuerto de la Ciudad de México, en el aeropuerto de Toluca, en el aeropuerto de Santa Lucía.

“¿Por qué?

“Porque los tres aeropuertos son públicos y con la Fuerza Aérea podría garantizarse dónde dejar el avión, que es lo que a la gente más le llamó la atención.

“Entonces, la Fuerza Aérea se lo administra, lo renta, si quiere. Es su empresa, es su negocio, recibe su renta.

“Quiere venderlo, lo puede vender, la única cosa es que no lo remate o venda a un precio menor, eso quedaría establecido, que siempre el avión se tiene que vender a precio de avalúo, eso se quedaría establecido…”.

No dijo más. Para qué.

Lupe Velez.

RECORDAR EL PASADO

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Hablar del doctor, escritor, poeta y mejor amigo don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, nieto del periodista Jacobo Dalevuelta, y sus escritos que tantas veces utilizamos, nos hacen recordar el aún heroico pasado.

Y al enterarnos de su fallecimiento –un fallo respiratorio– en Mérida, Yucatán, –él vivía en su natal Oaxaca con su esposa y amor Carmen–, nos llena de tristeza.

Director de traumatología del Siglo XXI, delegado del IMSS, salvar la vida era su encomienda.

Somos testigos fundamentales nuestro hijo, el abogado Jorge Alberto y nosotros, Bety y CRG.

De sus hijos, queda un nieto. Que los venera. Vive en Europa.

Leer a nuestros colegas, le recordábamos constantemente, al escudriñar sus trabajos prosísticos, nos hacen vivir glorias pasadas, y nos invita a platicarlas también.

Y más si se cuentan con atildada prosa como acostumbra don Jorge Herrera Valenzuela, con más de sesenta años de dominar, y bien, el periodismo.

También a Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, allá arriba, EN LAS NUBES, donde ya descansa de nosotros, le gustará lo que aprovechamos, del colega periodista.

General Juan Mérigo

Se remonta a los años veinte del siglo XX, en donde predominaba el baile “profano”, pues enseñaban las coristas, hasta el huesito.

Mejor su texto que tituló María Conesa y La Banda del Automóvil Gris.

Con mucho optimismo les comento que los “Años Veinte” del pasado siglo fueron famosos por los sucesos que forman parte de nuestra Historia Patria y otros de la farándula que se mezclaron con la delincuencia.

Para muchos, aunque no vivimos esa etapa, oímos de ella, es recordar y para las nuevas generaciones, pues, les entero de esos acontecimientos.

Hace un siglo, precisamente en 1920, seguían los combates entre villistas, zapatistas y carrancistas.

Comenzaba una década de mucho ruido y la vida continuaba con “cierta normalidad” en el Distrito Federal, los teatros de revista daban funciones y las familias salían a su paseo dominical a la Alameda Central y a misa de las 12 del día en la Catedral Metropolitana.

Chapultepec y Xochimilco, también en domingo, eran sitios concurridos.

Entre los muchos gratos recuerdos que me contaron quienes vivieron “esos gloriosos años veinte”, sobresale el espectáculo que se presentaba en el Teatro Principal, en la Ciudad de México, donde bellas jóvenes lucían atrevidos vestidos y provocaban la gritería de los hombres ubicados en luneta y en galería.

Destacaba una mujer que “volvió locos” a Pancho Villa y a Emiliano Zapata, además de codearse con el presidente Venustiano Carranza.

Villa pretendió secuestrarla y Zapata le hizo muchos regalos.

Lupe Rivas Cacho

Esa mujer era una españolita, valenciana, que llegó a México en el comienzo del Siglo XX y se llamaba Dorotea Conesa Redó.

Se encumbró mundialmente con el nombre de María Conesa.

En La Habana, Cuba, donde triunfó glamorosamente, le impusieron el sobrenombre de La Gatita Blanca, como se le conoció en todos los medios sociales y artísticos.

El Teatro Principal, de la Capital Mexicana, fue uno de los escenarios donde diariamente la gente abarrotaba las localidades.

María Conesa entabló sus relaciones profesionales con dos grandes de la farándula: Esperanza Iris y Prudencia Grifel.

También fue la época de las no menos notables tiples Celia Montalbán, Lupe Rivas Cacho, Aurora Walker, Mimí Derba y Lupe Vélez.

Sus candentes y sensuales movimientos, acompañados de las notas del charlestón, hacían que los espectadores se olvidaran de los múltiples problemas derivados de la lucha entre los grupos revolucionarios.

La Conesa en tierra azteca tuvo trato personal, según libros y diarios, con los presidentes Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Pascual Ortiz Rubio y Manuel Ávila Camacho.

La también llamada “La Tiple de la Revolución” murió en la Ciudad de México el 4 de septiembre de 1978, donde debutó en la zarzuela “La Verbena de la Paloma”, misma que interpretó, días antes de morir, en el Teatro de la Ciudad que actualmente lleva el nombre de Esperanza Iris.

Los biógrafos de La Gatita Blanca relatan que entre sus amistades se llegó a contar el general Juan Mérigo, guanajuatense que egresó de la Escuela Naval cuando tenía 23 años de edad.

Incluso se dijo que eran amantes y ninguno de los dos lo desmintió.

Celia Montalván

El señor Mérigo, a las órdenes del general Pablo González, se vio involucrado en hechos delictuosos, que él mismo narró en el libro “La Banda del Automóvil Gris y Yo!”

Ese grupo delictivo empezó cometer sus fechorías en 1915, según datos periodísticos, bajo la dirección de Higinio Granda y Francisco Oviedo, quienes jamás se vieron tras las rejas como algunos de sus cómplices, varios de los cuales fueron asesinados.

La Banda surgió después de un motín que hubo en la Cárcel de Belem, que estaba en donde hoy es el Centro Escolar Revolución, frente a las instalaciones principales de Televisa.

Mucho se habló de que Granda y Oviedo gozaban de la protección del general Mérigo y que su modus operandi era llegar a residencias de personas millonarias, presentaban una falsa orden de cateo y entraban a las habitaciones.

Robaban joyas y dinero.

Usaban uniformes militares.

De cada uno de los robos, decían los enterados, el general Mérigo un “cacho” se lo entregaba a “su” Gatita.

Por supuesto que conocer la historia es volver a vivirla.

craveloygalindo@gmail.com