Eduardo Ruíz-Healy
En solo 61 días los mexicanos iremos a votar en favor de los candidatos de nuestra preferencia que hoy compiten por la presidencia de la república, por una de las 500 diputaciones federales y 128 senadurías. En casi todos los estados votaremos por diputados locales, presidentes municipales y miles de cargos más. Los habitantes de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán también elegirán a la mujer o al hombre que será el próximo gobernante de su estado.
Cómo hoy se ven las cosas, de acuerdo con las encuestas más recientes y la encuesta de encuestas que elabora polls.mx, los morenistas que compiten por una gubernatura ganarán sin mayor problema en Chiapas, CDMX, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz.
La encuesta de encuestas de polls.mx, que incluye encuestas que ayer se dieron a conocer en los nueve estados, señala que en Chiapas gana Eduardo Ramírez por un muy amplio margen y con el 65% de los votos; en la CDMX, Clara Brugada aventaja por 16 puntos porcentuales al panista Santiago Taboada (55% vs 39%); en Morelos, Margarita González supera por 14 puntos (53% vs 39%) a Lucía Meza, quien hasta hace poco fue su compañera morenista; en Puebla, Alejandro Armenta obtiene el 62% de las preferencias, 29 puntos más que el panista Eduardo Ramírez; en Tabasco, el 68% que se manifiesta a favor de Javier May permite suponer que aplastará a la oposición, y; en Veracruz, Rocío Nahle, con 55% y 16 puntos de ventaja, deja muy atrás al priista José Yunes.
Algunos de estos datos muestran la fuerza que sigue teniendo el presidente Andrés Manuel López Obrador porque en Chiapas, Morelos, Tabasco y Veracruz ganarán los candidatos morenistas pese a los pésimos y corruptos gobernadores, también morenistas, que han tenido durante estos últimos años.
La encuesta de encuestas muestra que en Guanajuato la candidata panista Libia Dennise García podría perder la elección en vista de que su contrincante morenista Alma Alcaraz apenas está cinco puntos debajo de ella (49% vs 44%). Es probable que los guanajuatenses ya estén hartos del PAN y, sobre todo, decepcionados de los malos resultados que ha dado el actual gobernador en el combate contra la delincuencia.
En Yucatán también podría darse una sorpresa ya que Joaquín Díaz, el candidato morenista que antes fue un distinguido panista, solo está cuatro puntos abajo en las preferencias del abanderado del PAN, Renán Barrera (48% vs 44%). Se dice, se comenta y se rumora que el gobernador panista saliente, Mauricio Vila, se inclina más por su excompañero de partido y que probablemente está operando a favor de este en perjuicio de Renán.
En Jalisco, el emecista Pablo Lemus aventaja por nueve puntos a la morenista Claudia Delgadillo (47% vs 38%) y, aunque es posible, es poco probable que en solo 61 días pueda ella alcanzar y superarlo.
En resumen, de acuerdo con las encuestas que toma en cuenta polls.mx para elaborar su encuesta de encuestas, Morena mantendrá las gubernaturas de Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz. En una de esas hasta las de Guanajuato y Yucatán, algo que hasta poco se veía muy improbable. MC ganará en Jalisco y mantendrá el registro. Algo que no logrará en muchos otros estados.
QUÉ DEBEMOS OBSERVAR EN EL
PRIMER DEBTE PRESIDENCIAL
Desde que comenzaron en 1994, los debates presidenciales en México han cambiado bastante. Al principio, eran excesivamente formales y donde no se daba una verdadera confrontación de ideas. Eran como circos de tres o más pistas, dependiendo del número de candidatos presentes, en donde cada uno se dirigía al público televidente o radioescucha e ignoraba a sus adversarios o se refería a ellos para agredirlos personalmente y no confrontar inteligentemente sus ideas y propuestas. Para un porcentaje importante de quienes veían o escuchaban un debate, el ganador era quien fuera el más agresivo o el que pronunciara la frase más explosiva o el que hiciera la mejor promesa sin explicar cómo la cumpliría.
Con el tiempo, los debates fueron más abiertos y propiciaron una interacción entre los candidatos y el público. En 2018 se usó un formato que promovió el diálogo directo y la participación ciudadana, incorporando preguntas de redes sociales. Este cambio mejoró la relevancia del evento, brindando a los votantes una mejor oportunidad para evaluar las propuestas y capacidades de los candidatos.
Para el evento del domingo venidero, existe el riesgo de que se regrese al esquema rígido que caracterizó los primeros debates. En lo que parece ser un intento de jugarla segura, la candidata morenista, Claudia Sheinbaum, solicitó infructuosamente que uno de los moderadores fuera sustituido por otro porque este dijo algo que a ella no le gustó y, más recientemente, pidió que fuera el INE y no los dos moderadores quien seleccione las 30 preguntas que se harán a los candidatos.
Para determinar quién ganará el primer debate presidencial de este año, los ciudadanos debemos enfocarnos en elementos clave que nos revelen tanto la competencia como la conexión de los candidatos con nosotros.
Debemos evaluar la claridad y sustancia de sus propuestas y su capacidad para articular políticas de manera comprensible y concreta.
Debemos evaluar su conocimiento y preparación, su comprensión de los asuntos en discusión, la manera en que sustenten sus posturas con datos y ejemplos que reflejen un análisis meticuloso. La coherencia en sus argumentos a lo largo del debate y alineada con declaraciones previas, nos indicará su fiabilidad y consistencia.
Debemos analizar el lenguaje corporal y la comunicación no verbal de cada uno de ellos porque estos aspectos ofrecen pistas sobre su confianza y autenticidad. Si son capaces de interactuar respetuosamente, refutando y argumentando con efectividad, veremos su capacidad para la negociación y el diálogo constructivo.
Debemos observar cómo cada uno reacciona ante la presión y su habilidad para manejar las críticas y mantener la compostura. Esto revelará su capacidad para enfrentar los desafíos del cargo. La especificidad de sus propuestas, detallando planes y soluciones, nos indicará el nivel de planificación y viabilidad de sus visiones políticas.
Finalmente, debemos prestar atención a su empatía y capacidad para conectar con el público y la manera en que entienden nuestras preocupaciones a través de ejemplos personales o anécdotas. La diversidad y profundidad de los temas abordados indicarán su competencia y prioridades políticas.
Espero que pasado mañana se dé un debate auténtico y constructivo. Los mexicanos lo merecemos.
CASOS DE LINCHAMIENTO ESCALA
A NIVELES PREOCUPANTES
No existe información detallada o actualizada sobre la cantidad de veces que en México una turba de personas haya linchado o hecho justicia por propia mano contra una delincuente real o percibido.
Un estudio realizado en 2019 por el Centro de Estudios de Seguridad (CSS) de ETH Zúrich, un centro de investigación y consultoría en política de seguridad, muestra el número de linchamientos reportados por medios de comunicación y agencias noticiosas para diferentes periodos en 18 país de Latinoamérica, México incluido.
En lo que nuestro país se refiere, el reporte Lynching in Latin America (LYLA) señala que de 2000 a 2019 se reportaron 1859 casos de linchamiento que resultaron causaron 210 muertos y 1598 heridos; en 636 casos nadie resultó lastimado y en 638 no hay información sobre el estado en que quedó la persona que fue objeto de la agresión popular. El promedio anual durante esos 20 años fue de casi 93 linchamientos al año o casi 8 al mes.
De acuerdo con diversas fuentes extraoficiales. en 2020 se reportaron 39 casos de linchamiento con muerte del supuesto delincuente, en 2021 hubo 42 casos, en 2022 se registraron 29 casos y en 2023 la cifra redujo a 19 casos. En total 129 vidas perdidas por la acción de personas que decidieron ser jueces y verdugos de quienes percibieron como un delincuente.
Así, en el periodo 2000-2023 fueron linchados 1314 hombres y 114 mujeres. El sexo de los agredidos no se conoce en 473 casos. Murieron, hasta donde se sabe, 339 personas porque también no se tiene más información.
El número de linchamientos por estado fue el siguiente: Edomex 524, CDMX 318, Puebla 252, Hidalgo 126, Yucatán 105, , Chiapas 92, Oaxaca 89, Jalisco 55, Tlaxcala 54, Veracruz 50, Nuevo León 44, Morelos 35, Michoacán 33, Guerrero 28, Tabasco 23, Coahuila 20, Chihuahua 17, Tamaulipas 12, Baja California 11, Sonora 11, Guanajuato 10, Quintana Roo 9, San Luis Potosí 7, Aguascalientes 5, Campeche 5, Durango 5, Querétaro 5, Sinaloa 5 y Zacatecas 3
La cifra de linchamientos registrados en el reporte LYLA ha ido en aumento desde 2000, cuando se registraron 19. Luego en cada sexenio han sido estos los casos reportados: 240 en el de Vicente Fox, 271 en el de Felipe Calderón, 756 en el de Enrique Peña Nieto y 573 en los primeros 38 meses del de Andrés Manuel López Obrador.
Los datos arriba anotados muestran que el número de linchamientos, que de por sí ya era alto en los gobiernos de los presidentes panistas, se dispararon durante el del priista y en el del morenista batirán récord.
Los especialistas en la materia dicen que un aumento en el número de linchamientos obedece a varias causas, entre ellas la percepción de ineficacia y corrupción judicial, la falta de castigo a criminales, y rumores y noticias no verificadas que desencadenan actos violentos colectivos.
Muchas zonas del país se asemejan cada vez más al Viejo Oeste, en donde la justicia por propia mano es el recurso que utilizan muchas comunidades debido a la ineptitud o corrupción de policías, militares, fiscales, ministerios públicos, jueces y magistrados.
México es un país muy violento y cada día parece serlo más. Los casos de linchamiento van en aumento y alcanzan niveles preocupantes.
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