PUNTA FINA: Y el perdedor será… Silvano Aureoles


Silvano Aureoles Conejo

A cada sexenio le corresponde una prueba.

Las organizaciones sociales más radicales suelen, como si fuera norma, organizar protestas para medir los alcances del nuevo gobierno.

En esta ocasión el pulso no es tan grave, acaso porque esas siglas de exigentes están identificadas con el grupo en el poder o, más específicamente, con quien lo encabeza.

Por eso hay dudas sobre la autenticidad de las movilizaciones de la Sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Identidad orgánica eufemística para no llamar a sus integrantes cuanto son, miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Carlos Navarrete

Sus protestas en reclamo de recursos -dineros y prestaciones no cubiertos, dicen ellos- ha impactado a buen parte del país.

Las organizaciones empresariales hablaban hasta media semana de pérdidas acumuladas cercanas a los 20 mil millones de pesos y la cifra crecía hora con hora.

Ellos estaban en paro, las escuelas cerradas y sin clases los alumnos de enseñanza básica -en realidad los mayores perdedores- sin respuesta oficial durante días.

El gobernador Silvano Aureoles, contra quien centraban sus señalamientos de responsabilidad y exigencias salariales, mostró insensibilidad.

Se fue a Madrid a la Feria Internacional de Turismo (Fitur), dizque a promover Michoacán porque la federación abandonó esa misión difusora.

Mientras, su estado en pudrición.

No nada más el magisterio estaba en paro, sino gran parte de las actividades económicas por la escasez de gasolina durante semanas.

Hazañas de la CNTE

HISTORIA DE AGRAVIOS

La administración de Andrés Manuel López Obrador tomó nota.

Especialista en aprovechar las crisis, rechazó cualquier responsabilidad en el conflicto y cargó contra el mandatario viajero.

Un mandatario viajero a quien mandó a volar hace tiempo, luego de ser aliados, comparsas y hasta amigos dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Y más disparado de los afectos presidenciales cuando a principios de 2018 decidió sumarse a la campaña del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el desangelado José Antonio Meade.

Con esa acción se echó dos enemigos, a Ricardo Anaya, candidato de la alianza Acción Nacional (PAN)-PRD, y al triunfador final, López Obrador.

De esos antecedentes surgió la fobia actual.

Instalado en la comodidad del primer mundo, Aureoles reclamaba al gobierno federal la entrega de partidas para atender los reclamos centistas.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

La respuesta le llegó del propio López Obrador.

Le fustigó el abandono de su estado cuando estaba en severos problemas y solamente le tendió la mano con un préstamo -adelanto, dijo él- de unos millones.

Menos de la sexta parte de lo reclamado por la Sección 18.

El tema lo atrajo el subsecretario de Gobierno, Zoé Robledo, con la pretensión de exhibir al gobernador turista, mientras López Obrador declaraba las vías federales como jurisdicción estatal.

Así se aportó el dinero en espera de un gesto de buena voluntad de los paristas en doble expresión, el abandono de las vías bloqueadas y el regreso a clases.

Hasta el momento de redactar este texto, nada había pasado: las aulas seguían empolvadas y las interrupciones ferroviarias continuaban.

Con un agravante: la ferroviaria Kansas City se negaba a abrir la ruta desde Lázaro Cárdenas por temor a nuevas acciones y hasta vandalismo, según dijo.

De cualquier manera, ya hay cambio de paradigma: antes los maestros regresaban a sus lugares de origen con la promesa de recibir millones; ahora se los llevan.

Ángel Eladio Aguirre

LA NUEVA GOBERNANZA

Ese es el panorama, nada favorable para Silvano Aureoles.

Su situación actual y desenlace nos dará muchas luces.

La primera será saber si habrá indulgencia desde el centro y, superado el trance -con dinero, ¿con qué más?-, permanece en la oficina central de Palacio de Gobierno.

Los momios no le favorecen.

La segunda será entender cuál será el trato con los demás gobernadores cuando osen alzar la voz o culpar a ya saben quién de problemas en su territorio.

Y quizá lo más trascendente es si regresamos a aquel ejercicio del poder donde se dictaban cambios y recambios de gobernadores al gusto del presidente.

El último en ejercer ese gran poder en múltiples ocasiones  fue Carlos Salinas.

Ernesto Zedillo solamente quitó a Rubén Figueroa Alcocer por haberle mentido en la matanza de Aguas Blancas.

Enrique Peña vio rodar a su lado la cabeza de Angel Heladio Aguirre tras el secuestro y desaparición de normalistas de Ayotzinapa en el municipio perredista de Iguala, Guerrero.

La instrumentó el entonces dirigente del PRD, Carlos Navarrete, con un amago definitivo a Aguirre:

-Si para mañana al mediodía no has renunciado, yo saldré a exigir tu salida.

Y se fue.

¿Hoy se irá Silvano Aureoles?