Política Inconfesable: Violencia que nadie desea


Enfrentamiento de policías federales contras integrantes de la CNT

Rodrigo Villar

Vivimos una condición social, política y económica que se ha venido crispando a lo largo de muchos años, por los menos desde hace tres décadas, y eso al día de hoy nos coloca en una encrucijada que no tiene precedente. Por más que reclamos, demandas, derechos se hayan perdido, agotado o arrebatado en el peor de los casos.

Nada, nada justifica el uso de la violencia para exigir al oponente, contrincante u opositor se reintegre aquello que se demanda por la fuerza.

En Oaxaca, se requiere de una profunda reflexión que implique la autocrítica, la aceptación de los errores y las grandes carencias existentes. Esto no debe matizarse con el pretender avasallar a nadie, y mucho menos lastimar la dignidad o la integridad del otro.

La reflexión no significa claudicación, ni derrotismo. Mucho menos aceptación de lo injusto. Implica la sed de justicia, de generosidad de todas las partes involucradas en el desarrollo diario de nuestra entidad tan entrañable. Y conlleva una gran dosis de saber ceder en medio de un nuevo contrato social.

Esta postura advierte los graves riesgos que arrastraría a todos al uso de la violencia indeseable. Este espacio no es trinchera de nadie, en él se expresa un ciudadano como cualquiera de ustedes –lo cual es una fortuna-, no obstante, es preciso tomar posición y decir no, a lo que nos daña como sociedad y nos reduce a un diálogo de sordos.

Integrantes de la CNTE en protesta ante la visita presidencial

Los sucesos acaecidos en torno al Centro de Convenciones de la capital del estado son una alerta, un aviso que no se puede soslayar. Aquí no se pide castigo, ni se es juez de nada ni de nadie, lo que se pretende es llamar a esa reflexión profunda, casi íntima, en la que nos coloquemos como activos participantes en la historia, como sujetos del presente, con un hondo compromiso por mejorar, trabajando y trabajando incansablemente, en alcanzar la armonía.

Pero esta no se logra con presiones que implican acciones de violencia inaudita, de ningún lado. Se podrá argumentar que el gremio democrático de profesores ha sido víctima de décadas de maltrato y de presiones, provenientes desde diversas esferas del poder para aniquilarlo, y que sus acciones de protesta se justifican por ello.

Pero es muy complicado, y lo reitero, mantener posturas de recurrir al pasado para resolver problemas del presente. Obviamente la historia es la gran maestra del presente, nos acerca herramientas de vida que de aprovecharse nos llevarían a un estadio distinto de convivencia.

También, desde el lado contrario, ningún argumento es válido para pretender acabar con una protesta que tiene sus justificantes históricos.

El jueves se atentó contra la vida de personas, y eso es inaceptable. Se trata de lo más valioso que tiene el hombre, la integridad física, pues de ella depende su desarrollo y desenvolvimiento en la vida, en la calle, en el trabajo, en la escuela, en la casa.

Ciudadanía, la mayor afectada ante bloqueos, marchas y protestas.

Utilizar cualquier artificio ya huele a otra cosa, a una violencia indeseada, que debemos trasponer como sociedad, porque conducirnos sobre el carril que ella nos marca, nos propiciará grandes descalabros como oaxaqueños.

Si de por sí ya estamos lastimados con la pobreza –a veces indiferente- que muchos de nuestros coterráneos viven, con las grandes fortunas que desde el poder político y económico amasaron políticos (señalados desde éstas páginas con oportunidad), violentarnos nos llevará a condiciones que nadie desea.

Hemos visto que el gobernador Alejandro Murat, se ha caracterizado por la conciliación, como forma de allanar soluciones a los grandes problemas –que él sabe- persisten en nuestra tierra. Creo que ese es el camino conducente para resolvernos, y digo resolvernos, porque los oaxaqueños somos el problema en sí, hay que aceptarlo.

Tratar de derribar helicópteros no conlleva nada, más que la degradación del hombre.

Orificio causado al helicóptero que trasladaba a periodistas que cubrieron visita del presidente Enrique Peña Nieto a Oaxaca