Política inconfesable: Teatro


Donald Trump

Rodrigo Villar

Aparte de las dificultades, de por si tortuosas, que nos tenemos que tragar todos los días en el terreno de la economía, en el ámbito de nuestras actividades diarias, de la política en el estado, de los escándalos que tienen que ver con la corrupción.

Y más allá, de los dichos y hechos de nuestros gobernantes, del presidente Andrés Manuel López Obrador, partidos políticos, diputados federales que no dan una, y así para llegar a la inseguridad, tenemos que chutarnos el infortunio de leer, escuchar y observar en las redes mensajes abyectos y en la televisión miramos la terrible figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, amor y paz

Era de esperarse que el monstruo despertara del letargo. En cualquier momento habría de ser y ahora que se acercan las elecciones presidenciales del año próximo en aquel país, las amenazas del retorcido Trump nos indignan, nos dan risa o de plano nos ponen a temblar a todos.

Este personaje tragi-cómico contiene las cualidades de un ser de alto peligro no sólo para los estadunidenses, sino para la humanidad entera.

No es el perfil de un hombre de Estado y se enfila a convertirse en un ejemplo de la chabacanería política en lo más alto de los niveles del poder mundial. Es producto del desencanto, de la mediocridad del electorado, de la ignorancia que priva en una nata, muy gruesa de la sociedad de aquel país tan poderoso.

Trump se llama el dolor de cabeza para el gobierno mexicano. Y será una dolencia de esas que son difíciles de atacar que se convierten en congénitas. Y se preguntarán porque ese sujeto es de relevancia tal que debemos seguirle en cada uno de sus movimientos, a lo que se responderá que guste o no, dependemos en mucho del estado de ánimo de una persona como él pues sus decisiones políticas y económicas nos afectarían significativamente.

Los que votaron por Donald Trump

Hace unos meses, cuando en México se desarrollaba el proceso electoral, y se decantó el triunfo de López Obrador, nació una relación de lo más cuestionable y rara entre el candidato ganador mexicano y el actual mandatario de USA.

A los ojos de muchos resultaba hasta simpática, para otros preocupante porque el estadunidense no les generaba un miligramo de confianza, y del lado mexicano López Obrador alimentaba la idea del amor y paz, con un vecino al que no se le puede brindar ni un voto de confianza, porque en cualquier momento la bestia sacaría las uñas y atacaría al noble y confiado venadito mexicano.

Se dio la transición en nuestro país.

Trump se dijo amigo de López Obrador, le tendió la mano, y el tabasqueño en reciprocidad también hizo lo mismo. Se escribió el guión preciso de una obra teatral  -satirica y trágica- que terminará por no acabar bien.

Y es que Trump es la encarnación viviente del sistema neoliberal, capitalista, imperialista, que sólo atiende a los intereses del mercado, de la explotación, del cinismo, y de la destrucción de las relaciones sociales en los países dominados por su hegemonia.

Euforia de seguidores de Trump

Un niño de pecho no lo es. En ningún momento de esa incipiente y “fructífera” relación, como la llegaron a calificar ambos personajes, se avizoró un real cambio en la bilateralidad. Se trataba de una relación coyuntural y de interés. No otra cosa.
Trump se plantea a López Obrador como su pesadilla. El tabasqueño pretende que con el amor y paz va a controlar los arrebatos verbales y bravuconadas de Trump.

Eso sí se duda. Esperamos que el presidente de México nos dé clase no sólo de esgrima política, sino que nos demuestre que como hombre de Estado no se presta al guion teatral que el troglodita Trump le ha escrito.