Política Inconfesable : Los coletazos agónicos de cierta “prensa” mercenaria


Elevado índice de aceptación del Presidente López Obrador

Rodrigo Villar

Carlos Loret de Mola

Se dejaba ver desde el momento que comenzó el gobierno de lo que se ha dado por llamar la cuarta transformación. Es el enfrentamiento discursivo entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus adversarios, quienes han recurrido a una de las leyendas negras en la práctica política: la acusación del adversario con datos y fuentes de poco fiar.

El propósito de acudir a esa estrategia es deponer el respaldo popular del que goza el personaje o gobierno que le tiene en sus manos y horadar el discurso que le sostiene.

Actualmente observamos que ese rasgo de descomposición política en México, asomó la cabeza. Justo cuando ocurre lo que antes no se había observado en los últimos 40 años:

la popularidad y aceptación del presidente Andrés Manuel López Obrador supera el 70 por ciento de las encuestas, la oposición y su propaganda le asesta golpes, que no se han demostrado fehacientemente, pero que le han tocado, como lo manifiesta en sus reiteradas referencias al tema.

Sabemos de los intereses políticos y económicos que privan entre los actores del escenario nacional.

José Ramón López Beltrán

De cómo los empresarios han comprado la voluntad de los políticos, quienes también se dejan seducir por los delincuentes. De la apropiación de ciertos medios de comunicación de parte de los dueños del dinero, y de la sumisión que algunos periodistas y comunicadores con cierto nivel de reconocimiento han mostrado ante las tentaciones del poder político-económico.

Con su llegada al poder presidencial, Andrés Manuel López Obrador modificó la relación política y económica con los dueños de los medios de comunicación y determinados comentaristas estrella.

A su gusto y conveniencia les dejó de aportar el presupuesto que antes, los gobiernos del PRI y del PAN les tenían reservados, para que sirvieran de contención y de operadores en momentos de crisis o emergencia del sistema político.

López Obrador desterró del ejercicio público esas prácticas por dos razones: la primera vinculada al desarrollo y crecimiento del uso de redes sociales, herramienta que convirtió en su principal bastión, y del que ahora ostenta uno de los primeros lugares en popularidad.

La casa gris de Houston

Es decir, hizo de las redes la caja de resonancia de su mensaje, y de paso su administración requiere de un costo muy bajo, a los ojos de los recursos que maneja el gobierno.

Y la segunda, vinculada a esto último la promoción de la austeridad como nicho de las demandas históricas del pueblo. A esto le sacó provecho sin igual, porque el hartazgo de la población, derivada de los excesos anteriores, era intolerable. Y por supuesto la pobreza no iba con el estilo de vida y ostentación de los propietarios de los medios y sus secuaces. 

Ese cambio en el paradigma —-en la forma de hacer las cosas-, de ninguna forma fue aceptado por los empresarios de los medios de comunicación, que en su mayoría son los mismos, o están asociados al poderoso sector de grandes empresarios afincados en otros países o en la Ciudad de México o Monterrey.

El presidente Andrés Manuel López Obrador

De ahí que la nueva batalla mediática entre sus opositores y el presidente López Obrador derive en un choque, en el que las figuras aludidas son de segundo plano de un segundo plano: José Ramón López Beltrán y Carlos Loret de Mola.

La polémica de la casa de Houston terminará por ser silenciada con las pruebas que  el gobierno se encargue de presentar, y aparentemente el escándalo se mitigará. No obstante, se mantendrá abierta la herida provocada en el presidente López Obrador. 

Es decir aún tenemos que esperar los coletazos, desde el poder, de algunos sectores de la “prensa” mercenaria los cuales, remitiéndonos a la historia, no dejan de ser riesgosos en una etapa de abierta incertidumbre.