Política Inconfesable : El nene, Alito, se voló la barda


El presidente Andrés Manuel López Obrador

Rodrigo Villar

Carlos Salinas de Gortari

Cada vez que cometíamos una torpeza producto de no pensarla mucho -fuera por ingenuidad o ignorancia-, nuestros padres tenían un artificio para llamarnos la atención y corrigiéramos: te volaste la barda (expresión beisbolera). Y la mayoría que teníamos el mayor respeto por ellos, pues corregíamos con mucha pena… pero hay otros que, desde nenes, ya son caradura

Eso es en la vida diaria, la realidad pues, la de a pie, de todos los días. La que usted y yo (estimada lectora o lector) enfrentamos. Hay un segundo plano, una realidad que el poder económico y político abren a los que se encuentran en el. Y es ahí donde se pierde el piso, y el ser humano -en la mayoría de los casos- termina desfigurándose y diluyéndose en monstruos, que piensan que el dinero y el control sobre otras personas es el mayor logro del ser humano.

Un espejismo, del que somos testigos todos los días. Entre muchos de los casos de personas que se han perdido en la soberbia, el egoísmo y el individualismo, no es necesario buscar mucho para toparnos -en el terreno de la política- a un personaje que no se subió a un ladrillo, escaló un rascacielos, para mirar a los demás, hacia abajo.

Alejandro Moreno Cárdenas, aquel muchacho que, decía cuando conocía a alguien: “dime Alito hermano”, se aprovechó de la generosidad de personas, para subir como la espuma en el ring de la política del PRI.

Este ex porro, está transformado en el delirante Frankenstein de quienes lo prohijaron, convencidos de sus supuestos buenos sentimientos; y por el contrario es el mejor pupilo de los “prohombres” que son los instrumentos de la preservación del sistema político-económico, uno de ellos -nada mas-, Carlos Salinas de Gortari, a quien por cierto, Alito se refiere como “mi padrino”.

A sus 45 años, pocos cómo el nene Alito en el grado de ambición que ha alcanzado. Recordemos que desde muchacho se metió a la política. No es una lumbrera para el estudio, pero sacó a tumbos su carrera. Siempre entrón, como fajador, infundía respeto porque su postura gorilesca se imponía a sus adversarios.

Así ,en “su” partido, el PRI -obviamente con el respaldo de la mano que mece la cuna, Carlos Salinas de Gortari- y el apoyo de quienes creían que era un buen muchacho, se convirtió en líder de una entelequia (lo que sólo existe en la imaginación): las juventudes priístas, cuya definición se asocia al autoritarismo.

Volarse la barda

De ahí saltó, por medio del chantaje y de la cuota partidista, a una diputación federal. Llegó en dos oportunidades a la Cámara de Diputados, se le dio un escaño en el Senado de la República, todo por el PRI, y después con sus moditos amenazantes, sus clientelas y sus amplias relaciones de padrinazgo, se convirtió en el candidato del PRI a la gubernatura de Campeche. Ese estado es uno de los más priístas, hasta la fecha, porque obviamente después del 6 de junio, pasará al control de Morena.

Sin duda es un hombre de mediana edad que manifiesta saber qué es lo que ambiciona.

Eso es “plausible”, pero es diferente a las aspiraciones y el esfuerzo de millones de personas de esa edad.

En el caso de Alejandro Moreno Cárdenas, la idea del poder se disparó, también desde su juventud.

Disfruta el ejercicio del poder. Acumular los frutos que le ha producido la política, los tratos inconfesables que establece aprovechándose de su paso por el PRI, la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores, la gubernatura de Campeche.

Sin contar los autos de lujo, los trajes Brioni, los zapatos y botines ingleses, franceses e italianos, los relojes de colección, la buena y lujosa vida. Nada le ha faltado desde chamaco, aunque él diga que ha trabajado mucho, y lo que tiene es producto de sus lícitas actividades.

Resulta obvio que simplemente es un instrumento prescindible del poder real: el económico y su brazo político. Ese poder del que se habla en cafés, en comidas y en pláticas privadas, y nos da la impresión de ser una epifanía que se puede diluir en cualquier momento. Ese poder que tiene, no obstante, es real. Se materializa cuando las condiciones de su existencia se ven amenazadas.

Hoy vivimos un capítulo muy particular en el país, una etapa de cambio necesaria, que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha colocado en crisis -en algún momento tendría que ser- al definir al neoliberalismo -del que Carlos Salinas de Gortari, el padrino de Alito, es el campeón- como la peor epidemia nacional, porque se constituyó con el entramado de la corrupción.

Alejandro Moreno Cárdenas

Y es ahí, donde el peón, el instrumento, Alejandro Moreno Cárdenas, entra.

Las sirenas salinistas y aquellas a las que contrató en dólares -los grandes publicistas, y estrategas políticos-, le han hablado, le han dicho que él que fue impuesto por sus amos en la dirigencia nacional del PRI, es casi de facto, el candidato presidencial del PRI para la elección del 2024.

Qué ingenuidad, qué afán de no mirar más allá de sus narices, y percatarse que lo están arreando al despeñadero, porque sólo es un globo de cantoya, que habrá de arder en cuanto cambie la dirección del viento, y en cuanto se decidan dar un manotazo, descubriendo todo el desaseo y pudrición que hay en su haber.

El nene Alito se la creyó, su soberbia -que está siempre ligada a las pocas luces en la cabeza- significará su caída. No atendió a tiempo, el aviso de sus mayores, te volaste la barda, nene.