Gustavo Castillo García / La Jornada
Ciudad de México. Luis Echeverría Álvarez, presidente de la República de 1970 a 1976, quien falleció la noche del viernes a los 100 años, fue uno de los responsables políticos de la masacre de 1968, cuando era secretario de Gobernación, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, y de la del 10 de junio de 1971 en calles de la Ciudad de México, así como de reprimir a grupos opositores durante el periodo conocido como la guerra sucia.
Durante su mandato –que comenzó justo al terminar el periodo de expansión económica conocido como desarrollo estabilizador– sostuvo fuertes conflictos con empresarios del país, particularmente con el Grupo Monterrey, que lo tildaron de populista por impulsar la redistribución económica a favor de los marginados. Asimismo, en su gobierno se crearon los colegios de Bachilleres y de Ciencias y Humanidades, así como la Universidad Autónoma Metropolitana.
Prisión domiciliaria
El ex mandatario fue el único en ser acusado de cometer actos de genocidio y liberado por decisión judicial con “las reservas de ley” luego de tres años de permanecer en prisión domiciliaria por lo sucedido en 1968.
Luis Echeverría nació el 17 de enero de 1922 y fue postulado como candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la primera magistratura sin haber ocupado cargos de elección popular. También fue abanderado por los partidos Popular Socialista (PPS) y Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). Obtuvo 86.02 por ciento de los votos contra 13.98 de su contrincante, el panista Efraín González Morfín. Sucedió en el cargo a Gustavo Díaz Ordaz.
Echeverría ejerció un mandato de claroscuros. Transformó su personalidad a partir de su postulación: pasó de funcionario serio e introvertido a parlanchín y sonriente; izquierdista hacia fuera y crítico del modelo de “desarrollo estabilizador”, al que prometió sustituir por el de “desarrollo compartido”.
Antes de convertirse en abanderado priísta, cubrió “su personalidad con un manto protector poco menos que impenetrable”, según varios historiadores. Luego, como presidente, a diferencia de Díaz Ordaz, quien mostraba sus estados de ánimo, Echeverría dominaba sus emociones, pero tanto en su vida personal como pública mostraba su gusto por el desarrollo de los pueblos indígenas y sus expresiones artísticas y culturales.
Concluyó su mandato en 1976, dejando al país en medio de una grave crisis económica a causa de la primera devaluación del peso desde la posguerra de 1945, al pasar de 12.50 a 23 pesos por dólar.
En el mundo privaba una crisis financiera generada también por la guerra de Vietnam, se vivía la guerra fría y el gobierno de Estados Unidos, por medio de la Agencia Central de Inteligencia, impulsó golpes de Estado y la instauración de gobiernos autoritarios en naciones de América Latina como Brasil, Chile, Argentina y Uruguay.
Mientras ello ocurría a escala internacional, en su mandato comenzó la construcción del Circuito Interior de la Ciudad de México para agilizar el tránsito vehicular y se dio gran importancia al desarrollo de centros turísticos de playa, iniciando con el más ambicioso: Cancún, en la península de Yucatán. También Ixtapa, en Zihuatanejo, Guerrero, y se ideó el desarrollo turístico de Los Cabos y Loreto, al crear en 1974 el estado de Baja California Sur. Al mismo tiempo, enfrentó a los cacicazgos que aún existían en el país y promovió el reparto agrario en diversas regiones.
En su gobierno se dieron los primeros hallazgos importantes de crudo, recurso no renovable que tan sólo unos años más tarde darían a su sucesor, José López Portillo, los argumentos suficientes para decir a los mexicanos que debíamos acostumbrarnos a “administrar la abundancia”, aunque su gestión sería señalada por casos de corrupción y nacieron las crisis económicas recurrentes.
Desde su política de desarrollo de las naciones del Tercer Mundo buscó un nuevo orden económico; estuvo cerca de los regímenes socialistas de Chile y Cuba. Otorgó asilo político a Hortensia Bussi, esposa del presidente Salvador Allende, cuando éste murió en 1973 al ser derrocado por el dictador Augusto Pinochet. Sin embargo, al mismo tiempo designó como agregado militar en ese país al general Manuel Díaz Escobar, creador de Los Halcones.
Su gobierno concedió asilo a miles de chilenos y, una vez que se obtuvo el salvoconducto para los refugiados en la embajada mexicana, se rompieron las relaciones con el gobierno golpista. Sin embargo, reprimió los movimientos de la izquierda nacional.
En julio de 1976, su gobierno llevó a cabo el llamado golpe al diario Excélsior, reprimiendo así las expresiones críticas que había desde ese medio de comunicación, con lo que expulsó de la cooperativa a Julio Scherer García y un grupo de colaboradores.
El 11 de agosto de 1976, un comando pretendió secuestrar a Margarita López Portillo, hermana del presidente electo, José López Portillo.
Sobre la masacre cometida por el grupo paramilitar conocido como Los Halcones en la Calzada México-Tacuba el 10 de junio de 1971, una decisión judicial emitida en 2005 puso fin a cualquier posibilidad de procesarlo penalmente.
En septiembre de 2005, integrantes del Comité 68 Pro Libertades Democráticas presentaron una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington contra la impunidad que advertían en la investigación en México, y acusaron al Estado mexicano de negar sistemáticamente justicia en ese caso.