Murió Fernando Botero, pintor y escultor colombiano


Fernando Botero posa con una de sus obra
  • Reconocido por sus grandes volúmenes más allá del mundo del arte
  • Sus obras han sido subastadas por más de dos millones de dólares.
  • Decía ser “el más colombiano de los colombianos”, recuerda su hija.

Agencias

La foto familiar

Fernando Botero, el más reconocido pintor y escultor colombiano de la historia, falleció el pasado viernes a los 91 años.

El célebre pintor, dibujante y escultor nación en Medellín, Colombia, en 1932.

Medios colombianos informaron que el artista murió en Mónaco, después de que una neumonía tuvo que ser atendida en un hospital en el norte de Italia, donde residía hace décadas.

Botero, a quien muchos llegaron a sentir hacía parte de su familia, debido a que crecieron viendo sus obras, se marchó, no sin antes dejar un legado inmenso. Sin embargo, a quien más le duele su partida es a su familia, aquella que tuvo la oportunidad de compartir con él momentos únicos.

Su hija Lina Botero, productora, curadora e interiorista, habló en diferentes medios sobre su deceso, dijo que le apretó las manos hasta el último suspiro y que el maestro se marchó en paz.

“Mi papá decía que él era el más colombiano de los colombianos, porque de verdad que llevaba a Colombia en su corazón permanentemente y no solamente porque se mantenía al tanto de la actualidad de su país, siempre estaba sensible a la necesidad y donde podía ayudar, además que sus recuerdos de Colombia siempre alimentó su obra artística, a pesar de haber vivido años y años por fuera de Colombia”.

Cada que entra a su estudio rejuvenece, reveló su hija

 

Lina detalló que todos los días entraba al estudio a crear y que siempre plasmaba algunas remembranzas de su tierra, las montañas especialmente en técnica de acuarela.

Su esposa, la artista Sophia Vari, falleció hace cinco meses. Las obras de Botero, que han sido subastadas por hasta 2 millones de dólares dieron la vuelta al mundo: sus cuadros, destacados por personajes de grandes volúmenes, se exhiben en los museos más importantes y sus esculturas han adornado calles y plazas de grandes capitales, incluidas Madrid, París, Londres y Roma.

Su estética es tan particular que es parte del imaginario colectivo más allá del mundo del arte.

POLÍTICOS EXPRESAN

SUS CONDOLENCIAS

Personalidades como el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el expresidente Juan Manuel Santos se unieron a los mensajes de condolencias que llegaron desde la escena artística.

La alcaldía de Medellín declaró siete días de luto y desde este mismo viernes se realizarán eventos en homenaje al artista paisa (como se le dice a los nacidos en Antioquia).

Reconocimiento del Congreso de su país al cumplir 80 años

ORIGEN DEL GRAN PINTOR

Y ESCULTOR COLOMBIANO

Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, la segunda ciudad de Colombia.

Su padre, David, era un comerciante venido del campo que murió a los 40 años. Su madre, Flora Angulo, murió en 1972.

Diferentes biografías del artista han reportado que, si bien no fue criado en una familia creyente, su primer contacto con el arte fue a través de la religión, faceta clave en la sociedad antioqueña de entonces.

SU INCURSION EN

LA TAUROMAQUIA

A los 12 años, Botero ingresó a una escuela para toreros en Medellín, una enseñanza que marcó su vida y parte de su obra. De hecho, la primera obra que vendió, a los 16 años en un mercado antioqueño, tiene una estética influenciada por la tauromaquia.

Según relató el artista, de adolescente fue expulsado de la secundaria por un artículo que escribió elogiando a Pablo Picasso y por sus dibujos, que, según los sacerdotes de la escuela, eran pornográficos.

Lina y Fernando Botero posan junto a obra del artista en Hong Kong

Sus ilustraciones eran publicadas por el periódico El Colombiano, el más importante de la ciudad, y con el sueldo financió el fin de su bachillerato y los primeros viajes que lo llevaron a Europa y Estados Unidos.

CRÍTICO DEL

NACIONALISMO

En los años 50, Botero llegó a Bogotá y se empezó a juntar con los artistas vanguardistas de la época, dados al indigenismo y el nacionalismo.

Hizo dos exposiciones, un mural importante se ganó un premio y así logró recursos para trasladarse a Madrid y luego a París.

CONTRAE NUPCIAS Y SE

TRASLADA A MÉXICO

A finales de la década del 50, Botero volvió a Colombia y se casó con Gloria Zea, una reconocida gestora cultural y coleccionista con quien se fue a vivir a México.

Desde allí, desarrolló una lectura crítica del arte nacionalista que proponían los muralistas mexicanos, así como del arte moderno en Europa.

Y empezó a consolidar lo que sería la línea que lo daría a conocer por el mundo, marcada por las naturalezas muertas y los volúmenes expandidos con colores muy vivos.

«La primera vez que va a Europa Botero se enloquece con el Renacimiento, el arte moderno no le gustó y entonces decide hacer una fusión entre el vanguardismo y el figurativismo», menciona Jaime Cerón, curador y crítico del arte.

«Ahí desarrolla una innovación cromática que es que el cuadro puede parecer rojo, pero tiene muchos más colores, logrando una atmósfera que parece generar una armonía no visible. Era algo muy innovador para ese momento», asegura el experto.

INICIA SUS OBRAS DE

GRANDES VOLÚMENES

Pero no solo eran los colores: fue ahí que Botero hizo su versión voluminosa de la Mona Lisa, por ejemplo, una osadía transgresora.

En su juventud

 

«Eso lo convierte en la punta de lanza de la generación de su momento, porque estaba buscando universalizar elementos de la cultura antioqueña sin caer en la glorificación nacionalista», cuenta Cerón.

Sin esa innovación, opina el curador, las obras de Beatriz González o Alejandro Obregón, dos de los más importantes de la historia de Colombia, «no habrían tenido la acogida que tuvieron».

SU ASCENSO AL ESTRELLATO

NO LE GUSTÓ A LA CRÍTICA

Mientras en los años 70 Botero incluyó en sus enormes lienzos, de esos que se roban la atención de una sala, a miembros de la familia antioqueña, en la década del 80 empezó a retratar personajes públicos, como la familia presidencial.

«Y ahí empieza, digamos, su declive», indica Cerón, «porque la crítica del arte no vio con buenos ojos que se acercara a las élites reales de Europa y a los alcaldes de las grandes ciudades».

Fue gracias a ese acercamiento a las élites que las inmensas esculturas de Botero llegaron a la Quinta Avenida de Nueva York y al Paseo del Prado de Madrid.

Pero, para los críticos del arte, fue un estilo de sentencia, tanto así que la reconocida crítica Rosalind Krauss calificó su obra de «patética», porque lo que antes representaba una lectura vehemente del arte se volvió un ejercicio de entretenimiento y decoración para las salas de los ricos y famosos.

A principio del siglo XXI, Botero realizó una serie de obras que representaban las imágenes de las torturas en la cárcel estadounidense de Abu Ghraib.

«Y quizá eso fue lo que reflejó como pocas cosas que Botero, ya convertido en una personalidad de los principados europeos, había perdido su conexión con la realidad», opina Cerón.

Pero, para el curador, la «obsolescencia inevitable» de la obra de Botero no impide pensar que la transgresión de la primera parte de su carrera le haya valido un espacio en la cultura colombiana.

Un espacio tan importante como el de Gabriel García Márquez, un escritor que, como Botero, les abrió el cambio a decenas de referentes. No solo en Colombia, sino en todo el mundo.

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Sus estudios  y nexos con México

Botero tenía orígenes muy humildes e inició sui carrera como ilustrador en el periódico El Colombiano pero, ¿qué estudió el artista colombiano?

Botero cursó la educación primaria en el Ateneo Antioqueño y con una beca continuó los secundarios en la Escuela Bolívar.

En 1944, uno de sus tíos lo envió a una escuela de tauromaquia donde permaneció durante dos años.

Para 1952 viajó a España y cursó estudios en la Academia de San Fernando de Madrid. Asistió al Museo del Prado como copista de Diego Velázquez y Francisco de Goya.

Entre 1953 y 1955 recorrió Francia, Italia y estudió pintura al fresco en Florencia; al volver en 1955, pasó un año en Bogotá y otro año en México. En 1957 visitó Estados Unidos, donde celebró su primera exposición individual en la Pan-American Unión de Washington.

Lina Botero

A los 26 años le otorgaron el puesto de profesor de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá; en 1960 se trasladó a Nueva York y en 1973 fijó su residencia definitivamente en París.

BOTERO EN MÉXICO

En 2012, hubo una magna exposición, “Fernando Botero: Celebración”, en el Palacio de Bellas Artes para celebrar su trayectoria y sus 80 años de edad. Entonces, se exhibieron 185 obras al interior del museo y cinco esculturas gigantes en la explanada de Palacio

“Mi papá tiene mucho aprecio por México, vivió varios años acá (1956 y 1957). Una etapa de mucha importancia, en la que se sentía pasión y gran interés por los muralistas mexicanos, fue aquí donde él descubrió su estilo y siempre ha tenido un vínculo muy cercano, viene todos los años desde hace mucho tiempo y se instala un mes en Zihuatanejo; para él, celebrar sus 80 años acá es maravilloso”, dijo Lina Botero, hija del artista y curadora de la muestra en aquella ocasión.