Muhammad Ali, ejemplo de tesón y orgullo de su raza


Leyenda del boxeo partió al viaje sin retorno   

Rechazó participar como soldado en la guerra de Vietnam.

“¡Soy el más grande! Soy el rey del mundo”, solía expresar.

Amado u odiado, pero nunca ignorado por estadounidenses.

Pese a estar enfermo, respondió al veto de Donald Trump.

A la edad de doce años tuvo su encuentro con el boxeo.

“Papá hablaba mucho de su fe en el Islam”: Maryum Ali.

Agencias.

Muhammad Ali, uno de los mayores deportistas del siglo XX, un hombre que se inventó varias veces a sí mismo y reflejó los traumas y conflictos de los Estados Unidos de su época, murió el pasado viernes 3 de junio en un hospital en Phoenix, Arizona a los 74 años tras ser ingresado esta semana. El boxeador llevaba 32 años batallando contra la enfermedad de Parkinson.

El que fuera tres veces campeón de los pesos pesados había sido hospitalizado por última vez en diciembre de 2014 a causa de una infección urinaria.

Su última aparición pública fue en octubre del año pasado, cuando recibió un homenaje de la revista Sports Illustrated.

Con Ali desaparece más que un miembro del panteón de los deportes norteamericano, tres veces campeón mundial de los pesos pesados y oro olímpico a los 18 años: desaparece un icono de ese país, una de estas figuras que sirve para explicar qué significa ser estadounidense, un hombre controvertido cuya trayectoria, desde los desgarros sociales de los años sesenta a la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca en 2009, define la historia reciente de EU.

 

SU RECHAZO A VIETNAM; CONVERSIÓN AL ISLAM

No era estrictamente un político, ni un activista, pero su influencia fuera del cuadrilátero desborda la de cualquier otro deportista de su tiempo. El impacto de sus gestos —su conversión al Islam, su rechazo a luchar en Vietnam— es comparable al de los discursos de Martin Luther King, o las manifestaciones masivas contra la guerra. Ali es un espejo, incómodo muchas veces, pero afinado, de los Estados Unidos de su tiempo.

 

LA RESPUESTA A DONALD TRUMP

Pese al declive de su salud, hasta el final no dejó de intervenir en el debate público. En diciembre, después de que el candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump anunciara su plan para vetar la entrada a Estados Unidos de musulmanes, Ali dijo: “Nosotros, como musulmanes, debemos enfrentarnos a quienes quieren usar el islam para imponer su agenda personal”.

“Muhammad Ali fue El Más Grande. Y punto”, dijo el presidente Barack Obama en un comunicado. Obama guarda unos guantes del boxeador en su estudio privado, junto al despacho oval de la Casa Blanca. “Muhammad Ali sacudió el mundo. Y gracias a esto el mundo es mejor. Todos somos mejores”.

La leyenda…

El niño Cassius Clay 1

Mohamed el joven 1

El tiempo lo convirtió en Mohamed Alí 1

Admirado por todos

Un hombre sin obstaculos 1

El beso de Pelé Dos grandes 1

Cómo llegar a la meta fijada 1

SERÁ INHUMADO EL PRÓXIMO 10 DE JUNIO

Un portavoz de la familia explicó que Ali murió a las 21.10, hora local, por un choque séptico provocado por causas naturales no especificadas.  El funeral será el viernes 10 de junio en su ciudad natal, Louiseville (Kentucky). En la ceremonia está previsto que hablen el expresidente Bill Clinton, el actor Billy Cristal y el periodista Bryant Gumbel.

Ali, nacido con el nombre de Cassius Clay en 1942, fue un negro golpeado por las humillaciones cotidianas de la segregación, criado en un mundo en el que los miembros de su raza debían mantener la cabeza baja, obedecer y evitar los conflictos. Él proclamó su identidad con orgullo. Fue un deportista locuaz que exhibía su ego sin modestia: “¡Soy el más grande! Soy el rey del mundo”. Un activista más cercano al estilo desafiante de Malcolm X que al ecumenismo de Martin Luther King en la defensa de los derechos civiles. Un héroe deportivo que se convirtió a una religión extraña para la mayoría de sus conciudadanos. Influido por las enseñanzas del grupúsculo Nación del Islam, adoptó el nombre de Muhammad Ali y él mismo, descendiente de esclavos, eligió su propio nombre y religión. «No quiero ser lo que vosotros queréis que sea”, decía.

Con el cubano Teófilo Stevenson, una pelea imposible 1

Cassius Marcellus Clay (Muhammad Ali) with Black Muslim lead

Malcolm X kidding around with Muhammad Ali, New York, 1963 1

La admiración por Alí el rebelde 1

 

Su oposición a la guerra del Vietnam no fue sólo retórica: rechazó el reclutamiento obligatorio y fue sentenciado a cinco años de prisión. Eludió la cárcel pero perdió el derecho a boxear. “El vietcong  (los vietnamitas que luchaban contra Estados Unidos en la guerra) no me llama nigger”, dijo. Nigger es la palabra más peyorativa usada para designar a los estadounidenses de origen africano.

Medio Estados Unidos le detestaba; medio mundo le adoraba. “En los próximos meses no hay duda de que los hombres que gobiernan en Washington intentarán dañarte de la manera que puedan, pero estoy seguro de que sabes que has hablado en nombre de tu pueblo y de los oprimidos en todo el mundo, en valiente desafío del poder americano”, le escribió el filósofo Bertrand Russell. El Tribunal Supremo le dio la razón en 1971 como objetor de conciencia, y pudo regresar al cuadrilátero, donde participó y venció en dos combates extravagantes y legendarios: el Rugido de la selva en Zaire (actual República Democrática del Congo), en 1974 contra George Foreman; y, al año siguiente, en Manila (el combate conocido como Thrilla in Manila), contra Joe Frazier.

Con Clinton 1

Los Beatles también lo admiraron 1

CONDECORADO POR GEORGE W BUSH

A principios de los ochenta se retiró y poco después los médicos le diagnosticaron el Parkinson. Viajó en misiones humanitarias a Líbano, a Cuba, a Afganistán, a Sudáfrica. Con los años, el polarizador se convirtió en un hombre de consenso, celebrado por blancos y negros, a derecha e izquierda. George W. Bush le condecoró.

“¿Quién podría haber predicho a finales de los años sesenta, cuando Muhammad Ali era vilipendiado por la prensa deportiva y por la mayoría de la América blanca como un racista negro, un agitador bocazas, que se convertiría en la elección obvia para encender la antorcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996, como un símbolo del entendimiento, la paz y el amor internacional?”, escribió en 1998 el escritor Budd Schulberg, autor de la novela de boxeo Más dura será la caída, que inspiró la película protagonizada por Humphrey Bogart.

Cuando iniciaba su carrera política, en su oficina electoral de Chicago, Obama tenía una fotografía de Muhammad Ali en un combate con Sonny Liston. “Muhammad Ali representaba algo más que boxeo. Tenía un sentido político, el sentido de un orgullo afroamericano que se afirma a sí mismo”, dijo a un periodista hace algún tiempo Obama.

Los seres humanos 1

SU ENCUENTRO CON EL BOXEO

Todo héroe registra en su historia personal, real o inventada, un incidente que lo impulsa a seguir por el camino de sus propias hazañas. En el caso de Cassius Clay, se cuenta que cuando tenía 12 años fue despojado de una bicicleta bastante cara que le había regalado su padre.

El robo de una bicicleta está detrás de que Alí descubriera la pasión por el boxeo.

La amargura, el resentimiento, la necesidad de justicia y la certeza de que no la recuperaría fueron quizás demasiado para el pequeño Clay, quien se puso a vociferar y a proferir amenazas contra unos ladrones a los que nunca se les encontraría.

El oficial de policía al que denunció el robo -y que fue testigo de su indignación- se llamaba Joe Martin, quien casualmente manejaba una academia de boxeo de aficionados.

Martin le sugirió a Cassius Clay que aprendiera a boxear y se transformó en su tutor. Lo que siguió es historia.

Con Martin Luther King, una causa comun 1

TODO SOBRE MI PADRE: MARYUM ALI

«Para mí, papi es un ejemplo, un modelo. No digo que sea perfecto, tuvo problemas con mi madre, vivió otros divorcios, pero siempre se ocupó de sus responsabilidades y me enseñó muchísimos valores: el respeto hacia los demás, la lucha por la libertad y la igualdad, la honestidad con uno mismo. Él siempre dice: ‘Cuando vaya a morir no me importará las casas que compré, las fiestas que viví o incluso la carrera que construí. Me importará cómo traté a mi familia y a mis amigos, qué aprendí durante tantos años o cómo ayudé a la gente gracias a mi fama’.

“Por él, de hecho, me licencié en Trabajo Social, me especialicé en Desarrollo Juvenil y Prevención de Pandillas y llevo 15 años trabajando feliz con jóvenes en riesgo de exclusión social al sur de Los Ángeles. Muchos de esos chicos se sorprenden cuando descubren que soy la hija de Ali. Yo no se lo digo, nunca lo he hecho, pero si lo adivinan, las preguntas no cesan. Pasados tantos años me sigue conmoviendo esa admiración, aunque estoy acostumbrada. Sé el impacto que provoca en todo el mundo. De hecho, lo sé desde que aprendí a hablar. Tengo muchos recuerdos de mi padre con seguidores, todos alrededor de nuestro coche, charlando con él mientras firmaba autógrafos. Le encantaba. Recuerdo que, una vez, un hombre se le acercó en un restaurante y le dijo que había olvidado sus prejuicios racistas gracias a él, porque le amaba. Se le saltaban las lágrimas. Aquellos años fueron maravillosos.

Recuerdo cómo se miraba a los espejos y se pavoneaba con esas rimas que luego repetía en la televisión: ‘¡Soy el más grande! ¡Flota como una mariposa y pica como una abeja!’. A todo el mundo le encantaba. Antes de cada pelea, eso sí, se despedía más serio, pero yo nunca tuve miedo. De pequeña, sentía nervios cuando se iba a un combate, pero como casi siempre ganaba, no lo pasaba mal. Entonces esperaba que las peleas no acabaran en KO, sufría por sus oponentes. Nací durante su suspensión (en 1968) y creo que yo no era muy consciente cuando se enfrentaba a Floyd Patterson, Joe Frazier o George Foreman. Seguramente se debió retirar entonces, en 1974 o en 1975. De su última época como boxeador me acuerdo más. No fueron buenos tiempos, aunque ya no vivía con nosotros. Una vez, cuando ya había crecido, le dije que le veía viejo para boxear y aquello, seguro, le debió doler. Las peleas ante Larry Holmes y Trevor Berbick fueron horrorosas, nadie hablaba en casa, silencio absoluto, porque nos preocupaba su salud. Tras el divorcio, mantuvimos una gran relación y, aunque ya no viene mucho a Chicago, llama siempre para preguntarme por mis asuntos. Es curioso que, pese a sus muchos cambios, los hermanos seguimos bastante unidos. De sus hijos, yo soy la mayor y paso muchísimo tiempo con Laila, por ejemplo, que es una de las más jóvenes. Creo que es todo mérito suyo. Siempre ha evitado cualquier tipo de odio entre nosotros, de hecho, uno de sus sueños es que nos vayamos todos a vivir a la misma calle, dónde sea, con nuestras parejas y nuestros hijos, sus nietos.

Habla mucho de su fe en el Islam, más que de cualquier otra cosa. Al levantarme siempre pienso en él y en sus lecciones. ‘Realiza tus oraciones. Trabaja tu alma más que tu cuerpo’, me suele decir. Yo lo hago, sin duda. Y creo que esas firmes convicciones religiosas le ayudan mucho estos últimos años, para afrontar su enfermedad. Pese a sufrir la crueldad del Parkinson desde hace más de 30 años, ama la vida y está en paz. Ha conseguido que todos a su alrededor aceptemos sus problemas, que disfrutemos de nuestro tiempo a su lado. Seguramente no hay dolor porque sabe que, a lo largo de su vida, siempre ha obrado como debía. La mayoría de fotos que tengo con él de niña son entrenando, en Deer Lake o en Zúrich, y la mayoría de fotos que tengo con él de adulta son en una silla. Ha perdido la movilidad, el físico, pero yo veo al mismo hombre, con el mismo corazón. Le adoro».

«El mejor»

Podio Olimpico Roma 1960 medalla de Oro 1

La clave para ser Grande 1

BUSCANDO SU IDENTIDAD

Como Obama, que creció en una familia blanca y asumió su identidad negra de adulto, Ali también buscó y encontró su identidad. “Cassius Clay no quería ser Cassius Clay. No quería ser un luchador obediente y tradicional de la era de la segregación», dijo Remnick. «Quería ser algo distinto. Eligió la Nación del Islam, eligió otro nombre, eligió unas ideas políticas que, para ser justos, él sólo entendía ligeramente”.

Ali, como Obama, fue una figura esencialmente americana: un icono negro en un país todavía enfermo de racismo, un hombre que creó su identidad, un hombre libre.

En la busqueda de su origen 1

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