Migraciones forzadas… consecuencias psíquicas y físicas


Mudanza, carga emocional

Vilma Ivette Rivera Abarca*

Migración forzada

Todas las migraciones aun las más pequeñas, como la mudanza de una casa a otra, de un barrio a otro, en busca de un crecimiento económico, social o profesional, son procesos complejos a nivel consciente e inconsciente de individuos, familias o grupos que las realizan.

Los elementos comunes que la componen son: pérdidas (duelos) construcción de nuevos proyectos, encuentro con lo desconocido que provocan curiosidad, ansiedad, miedo, aprendizaje, desaprendizaje y/o nostalgia, que al final son cambios que necesariamente existen en un proceso de adaptación en el contexto de tiempo y espacio, la interacción y el simbolismo.

Las condiciones que determinan la migración, son numerosas, entre otras podemos citar:

Las realidades con que se encuentran “del otro lado”, el balance entre las pérdidas y ganancias,  así como sus respectivos costos, las posibilidades reales de disponibles de realización de un proyecto de vida, la trama de relaciones con la dispongan (redes de contención), las posibilidades y condiciones del retorno o recuperación de lo perdido etc.

La migración forzada está calificada por los expertos en el tema como “situación social de máximo desastre”. A esta definición contribuye el hecho de que no se trata de un desastre provocado por la naturaleza, sino por la situación ante la que un individuo se encuentra en momentos en las que la única salida es emigrar.

En este contexto, las dificultades del proceso de migración que hemos mencionado se vuelven complejos debido a:

–      Lo involuntario (forzado) de la salida, la premura y las causas que lo provocan.

–      En consecuencia, lo complicado que se vuelve el proceso de elaboración y organización tanto en los diferentes aspectos tanto material, afectivos y sociales.

–      La incertidumbre acerca de qué pasará con lo inevitable de dejar: personas, casa, tierra, en algunos casos trabajos, objetos de todo tipo.

–         Las tensiones generadas por el viaje, traslado, etc.

–      Lo imprevisible del futuro, pues el proyecto es “sobrevivir”, aguantar para “volver”

–      La carga de miedo, dolor, tristeza, incertidumbre, culpa y descontento.

–      Existen estudios acerca de este tema; particularmente en esta ocasión haremos referencia a los mexicanos que emigran a EEUU, al centroamericano que emigra a México. A pesar de existir una semejanza en cuanto a creencias atribuibles a la cultura, religión, en el segundo ejemplo, se puede comprobar también que hay diferencias en cuanto al imaginario colectivo. Las causas del exilio y las condiciones en que este se determina, se encuentra varias constantes

Estrés ante un cambio de casa

Enunciaremos algunas de las que se aprecian más significativas:

DUELOS

La mayoría de los migrantes forzados han sufrido la muerte o desaparición de una o más personas cercanas y/o significativas, tanto familiares como amigos.

Pero lo perdido, lo que no está y duele no sólo son personas, sino un sinfín de objetos, casa, pertenencias, tierra, mascotas, objetos familiares o de culto, tradiciones, clima, ritmo de las estaciones, giros idiomáticos, música, comida, costumbres, sonidos, olores, y muchas de aquellas cosas que constituyen desde siempre el mundo externo e interno de las personas y que da una consistencia y continuidad que se cuelan y se ligan en los anhelos de plenitud de ser.

De acuerdo con la literatura, al respecto, encontramos que el proceso normal de este tipo de duelo, el trabajo de la psique le lleva aproximadamente dos años y se encontró que dicho proceso se puede ver alterado por la influencia del imaginario colectivo y por la capacidad de cada individuo para procesar las perdidas.

Las personas que cuentan con la capacidad de reconocer sus emociones suelen tener mayor claridad para enfrentar sus duelos.

En nuestra sociedad punitiva en la que es muy común restringir expresarse  y no hablar de lo que “se siente”, pues se considera una debilidad, paradójicamente se transmiten ellos mismos estas emociones  hacia la crítica de las acciones de los demás.

Es decir, no se asumen las emociones propias o hiperbolizan las propias, por ejemplo:

Si alguien quiere expresar como se está sintiendo en determinada circunstancia, el que está inmerso en la cultura del imaginario personal y social, califica al otro como “quejoso” y replica:  “yo he pasado peores circunstancias y no pasa nada”. Así, esta persona claramente no es empática…

Incertidumbre ante el destino final

En el migrante muchas veces no sólo se altera el duelo, sino que también se pospone como parte del proceso inconsciente, se puede postergar como recurso vital de supervivencia para mantener vivo lo perdido, para abandonar la esperanza y el deseo de reencontrarlo o mitigar la culpa tanto en sus aspectos persecutorios como la inevitable depresión.

RELACIONES SOCIALES

Las personas que poseen relaciones sociales débiles inconsistentes o inestables, tienen un promedio de vida menor y son más propensas a contraer enfermedades y/o padecer trastornos afectivos.

Los migrantes dejan atrás la mayor parte de sus relaciones.

Los migrantes forzados, tienen dificultades o imposibilidades externas para retomar o mantener contactos con sus relaciones significativas.

La interacción social cumple funciones diversas: dan apoyo, consejo y protección afectiva, confirman la identidad e historia de los sujetos, proporcionan fuentes de trabajo y posibilidad de intercambio y crecimiento.

Con las relaciones sociales se interactúa en los tiempos de recreación, juegos, festividades, ceremonias, ante emergencias y se puede recurrir a ellas; proveen al individuo de pares por sexo, edad, profesión, intereses, etc., y con quien poder sentirse afines para crear proyectos.

En general los migrantes de reúnen y organizan en el exilio con el tipo de relaciones sumamente efectivas, básicamente en lo que se refiere a trabajo, trámites y asuntos, legales, centros de salud, buscan también actividades para tratar de reproducir el “como era allá” comida, festividades etc.

Angustia de niño migrante

En muchos casos existe el deseo de tener a su pareja al lado, pero las estadísticas indican que las personas suplen estos deseos con nuevas parejas, haciendo la carga de culpa más grande.

Con base en lo anterior, resulta difícil la conservación con la relación de pareja, porque siempre existen consecuencias que pueden ser de tipo biológico, como llegar al apareamiento con otra persona y psicosocioculturales, como el considerar que con otra persona se podrá optar por una mejor vida.

Por lo tanto, estas características demuestran que también existe la posibilidad de que el vínculo pueda romperse.

Existen distintas causas o raíces del quiebre en una pareja; en parejas en condiciones de exilio se multiplican, por la falta de atención o discusiones.

Los estudios refieren qué en las sociedades de occidente, hay un número mayor al 50% de personas que están comprometidas, que han padecido la infidelidad, atribuyendo este comportamiento a cierta capacidad evolutiva, en donde el ser humano ha sido establecido para permanecer con una sola pareja en un corto tiempo

Estos estudios plantean que esto ocurre entre los dos y tres años, después de este periodo sería un tanto esperable que un miembro de la relación sienta motivación por encontrar otra persona y relacionarse sexualmente con ella o de buscar su compañía.

Por ello es que la infidelidad ha sido uno de los principales orígenes de las rupturas de parejas, definiéndola como una relación fuera del vínculo de la pareja establecida, fracturando la lealtad emocional que se ha instaurado entre los sujetos, en donde se hace una promesa de exclusividad sentimental.

Otra parte importante, es que en la infidelidad existe un tercero que usa las características de quien podría ser denominado como rival para la persona perjudicada. Entonces este tercero se transforma en una amenaza y genera cuestionamientos en el autoconcepto y comparaciones relevantes, causando en la persona afectada alejamiento entre la imagen real y la ideal que tiene de sí.

CAMBIO

La situación del migrante implica y exige un aprendizaje los cuales son innumerables desde un idioma nuevo, en los casos en la que la lengua es la misma, los mismos son diferentes, algunas palabras habituales deben prohibirse porque en el nuevo contexto no significan lo mismo, costumbres de todo tipo, hábitos, horarios, reglas de cortesía y de defensa, leyes, calles, nombre de alimentos, en fin es un universo en el que parece que todo es igual pero es diferente y si no está correctamente nombrado, identificado y usado, se convierte en un detonante capaz de producir abismos de resentimiento, confusión, vergüenza o frustración.

Duelo por el antiguo hogar

Todos estos aprendizajes, al final, son enriquecedores  pero en su momento son abrumadores generando en las personas un alto grado de estrés; implica un gran esfuerzo – sin desaprender – sin olvidar lo propio, sin traicionar ni “olvidar” lo sabido, inherente a cada persona.

En estos procesos de cambios aparecen diferentes sentimientos y conductas individuales y familiares que expresan afresión, depresión y confusión.

Los puntos anteriores se consideran normales pues son parte de las situaciones del desorden por las pérdidas y duelos que necesitan reorganizarse.

Para los niños, pubertos, el tironeo de “aquí y allá” es menor, para los jóvenes y sobre todo para los adultos, este aprendizaje se realiza dentro de un contexto emocional de culpa, conflicto, renuncia, nostalgia y renuencia.

Se observa en los adultos mayores y decaimiento en su salud tanto mental como en la física disminuyendo su tiempo de vida, trastoca su el tiempo habitual, se vive en muchos caso como un paréntesis cuyo punto final está en otro lugar y en otras manos llegando en muchos casos a soportar maltrato por parte de las personas que se encuentran en su entorno cercano.

El recuerdo del pasado es doloroso y se comparte poco, para evitar crisis. Estos recuerdos suelen mantenerse en el ámbito de lo privado de la propia subjetividad pues es complicado y a veces amenazante compartirlos, constatar las diferencias que producen separaciones, o sumirse en lo irrecuperable que esas experiencias.

Así, en muchos casos  el futuro se percibe no sólo  incierto, inestable, por lo cual  se prefiere no pensar en ello porque es displancentero, causa  zozobra, tristeza, no existe una plataforma en la que el proyecto de vida no se alcanza a visualizar como una realidad.

Así se puede estar en el presente pero sin la esperanza de proyectarse a un futuro inmediato, mediano o de largo plazo.

La predominante que vive el migrante es diferente, su  presente no es el mismo que propicia cuando se tiene este pensamiento de “ vive y disfruta el hoy”, pues en el migrante es como congelarse en su pasado, volver a la  tierra, amigos y poner en práctica las mismas costumbres.

Se debe aprender y cambiar para sobrevivir porque no hay opción. Esto marca la diferencia en las migraciones elegidas, en las que el cambio y la necesidad de aprendizaje son más factibles de percibirlas como ganancias y transformaciones  de manera positiva.

Para concluir el hecho es que al menos por un largo periodo inicial de adaptación para todos los implicados, requieren de un gran trabajo tanto psíquico y físico para lograrlo se necesita de una gran fortaleza emocional para enfrentarse a todos estos cambios que inciden en la salud de todos los integrantes.

En el área conyugal, las situaciones traumáticas que determinan el exilio, los duelos, la pérdida de relaciones, las dificultades laborales, económicas, de adaptación y la imposibilidad de construir proyectos viables, colocan a la pareja en una situación de fragilidad, necesidad  intensa e inestabilidad que los empuja a incrementar sus expectativas y demandas reciprocas, consuelo, sostén, apoyo, tolerancia y comprensión.

Mexicanos en EU celebran las Fiestas Patrias

En una sociedad que anhela ser justa se debe  reflexionar acerca de este tema, porque la gente que emigra por necesidad de supervivencia, tuvo muchas razones para tomar esta decisión.

De ahí que haya muchas razones y diferencias para empatizar con las necesidades tanto psiquicas como físicas que padecerán por el cambio, se puede construir una sociedad que lleve a la colaboración para construir una comunidad más saludable en todos los ámbitos como seres humanos que somos.

*Licenciada en Terapia en Comunicación Humana y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana.