López Tarso fue sobreviviente de la época de Oro del cine mexicano


Homenaje en el Palacio de Bellas Artes

• Fallecido el pasado sábado 11 de marzo recibió homenaje en Bellas Artes.
• Figuras del espectáculo elogiaron durante el acto las virtudes del histrión.
• Trabajo al lado de grandes actrices y actores de la época en cine, teatro y TV.
• Apasionado del teatro seguía actuando en escenarios días antes de enfermar.

Elvia Andrade Barajas/Redacción El Correo de Oaxaca.
Reportajes Metropolitanos.

Homenaje al fallecido actor en el Teatro San Jerónimo

“Para hablar de mi vida he de hacerlo de mis muertos. Son muchos: María Félix, Pedro Armendáriz, Emilio “El Indio” Fernández, Ismael Rodríguez, Salvador Novo, Javier Villaurrutia, entre otros”, afirmó en algún momento Ignacio López Tarso quien en la Época de Oro representó a “Macario”, “Gallo de Oro”, “El Hombre de Papel”, “Pito Pérez”, así como al que inmortalizó los corridos mexicanos y fue homenajeado tras su deceso ocurrido el pasado 11 de marzo. El emotivo acto, se realizó justo ahí, donde tomó sus primeras clases de actuación, en el Palacio de Bellas Artes fue reconocida y aplaudida su brillante carrera artística.
Ignacio López Tarso falleció el sábado 11 de marzo a los 98 años, su secretaria particular durante 38, Lourdes Mogollón, confirmó que la causa oficial de muerte del primer actor fue «un paro cardíaco», aunque no tiene certeza en la hora, se informó que fue cercana a las 19:00 horas. Lulú, como se le conoce en la industria, también compartió que el maestro «se fue en paz» y acompañado de su familia.

Ignacio López Tarso. Imagen tomada durante hospitalización

Lourdes, a las afueras Star Médica, reveló que otros nietos, como el famoso baterista Antonio Sánchez logró llegar desde Barcelona, así como el que vivía en Canadá e Ignacio Aranda, hace unas horas, confirmó que su hija Jimena se estaba trasladando desde San Cristóbal de la Casas, Chiapas. «Todos (se despidieron)», enfatizó Mogollón.
NO TEMÍA A LA MUERTE;
FUE HOMBRE INTEGRO
Mogollón, quien agradeció ser el brazo derecho de don Ignacio y el trato siempre humano que le dio a ella y a su hija, compartió que su ex jefe no le tenía miedo a la muerte. «Le gustaba mucho la canción de Frank Sinatra (My Way), decía que cuando le tocara esperaba que no fuera feo… no fue ni tan, tan, ni muy, muy», abundó Lourdes.

Recibió múltiples premios

Mogollón también mencionó que López Tarso fue siempre un hombre íntegro, de quien espera la gente lo recuerde como alguien siempre cercano, que «nunca negó un autógrafo. Fue sincero, franco, algo que tenía es que era muy honesto, no le gustaba deberle nada a nadie ni hacerle cosas malas a la gente, si alguien no le caía bien, entonces ya no (se alejaba)».
Su última participación en televisión fue en el unitario de Televisa Vecinos y Lourdes comentó que esta partida fue tan sorpresiva que incluso estaba pactado que iría a grabar el próximo miércoles el que sería su siguiente proyecto. En teatro también se quedaron en el tintero dos puestas en escena más.
BELLAS ARTES, ESCENARIO
DE UN GRAN HOMENAJE

El inolvidable Macario

Realizado el pasado domingo 12 en el Palacio de Bellas Artes. Participaron en este reconocimiento figuras del espectáculo nacional quienes narraron uno a uno la experiencia que tuvieron durante su trato con el fallecido histrión. Así Luisa Huertas actriz de extracción universitaria narró las vivencias que en el ámbito teatral vivió con el fallecido actor. Luego, el también actor Sergio Corona tomó el micrófono para hablar brevemente de su amistad con López Tarso quien lo invitó a formar parte de la Asociación Nacional de Actores ANDA, cuando aquél fue secretario general de ese órgano gremial. Así también, el actor de “Como dice el dicho” comentó que cuando fungieron como miembros del organismo sindical de actores, López Tarso lo envió como representante de ese organismo a su similar en Rusia, experiencia que le agradó mucho, finalizó Corona.

Con María Félix en «La Estrella vacía»

En su turno el cantante, actor y conductor César Costa compartió las valiosas experiencias vividas con López Tarso tanto en el ámbito artístico como en la labor sindical que compartieron y afirmando la gran persona que fue el fallecido actor.
Más adelante, una emocionada actriz, Leticia Calderón, subió al estrado para compartir la gran amistad que la unió con López Tarso, habló de cómo compartieron foros durante la grabación de la telenovela Esmeralda, y con voz entrecortada y algunas lágrimas terminó su intervención.
La intervención de familiares de Don Ignacio no podía faltar. Así una de sus nietas leyó una emotiva carta a su fallecido abuelo. Luego otro de sus nietos, Antonio López Sánchez músico y compositor de jazz radicado en USA quien narró que su abuelo murió cuando lo tenía tomado de la mano, que además le puso música para emprender su viaje.

En «La Generala», otra vez con la Félix

INICIOS DEL
GRAN HISTRIÓN
López Tarso se distinguió por su sencillez, amabilidad, talento y una memoria impresionante, que lo colocaron como el primer actor de México.
Sus padres fueron primos hermanos. Ella era de Puruandiro, Michoacán, y él de Moroleón, un pequeño pueblo, casi un rancho de esa entidad.

De su relación, que fue un escándalo de aquellos tiempos, nació Ignacio López López, el 15 de enero de 1925, quien este año cumplió 82 años, en los que luce activo, triunfador, lúcido. Pleno.
Todas sus actuaciones son brillantes, como lo demostró en la obra de teatro El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, que cerró su temporada en el Teatro Polyforum Siqueiros, el 3 de octubre de 2005, con lo que se celebraron los 400 años del aniversario en el que Cervantes escribió este magistral libro en 1605, que a cuatro siglos de existencia aún es la primer y mejor novela escrita en español.

Con Marga López

Actuó en la serie de televisión La Pantera.
Premiado como el primer actor de los años 1952, 1953, 1957, 1962 y otros, fue entrevistado en su casa de Mártires 84, colonia La Fama, Tlalpan, donde los recuerdos de su vida artísticas están por doquier: principalmente en cuadros colgados en las paredes de su oficina, repleta de libros, entre los que encuentran varios de Shakespeare, “XXV Siglos de Teatro”, “La Guerra y la Paz”, “Obras Completas de Teatro Latino”, “Teatro Mexicano”, “En el Nombre de Dios Hablo de Teatro”, “La Guerra y la Paz”, entre otros.
En las paredes hay varios diplomas de reconocimiento y son tanto que muchos no alcanzaron lugar y están en el piso.
Al hacer referencia a que es un triunfador, suelta la carcajada y dice “creo que no soy un triunfador, porque no soy rico. A mí me falta eso”, y vuelve a reír a carcajadas.

A los 24 años, relata, decidió dedicarse a estudiar teatro, en 1949. “Tengo 57 como actor”.

¿Pertenece a la Época de Oro del cine mexicano?

“Sí, soy sobreviviente de ella. Conocí a los mejores, pero curiosamente nunca a Jorge Negrete, pese a que fue líder de la ANDA y que me parecía un gran actor, de una figura y voz excepcional”.

“Me inicié en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, entonces era la única que existía en México, está en Bellas Artes, en el tercer piso. Ahí estaban los mejores maestros.

El histrión y Elsa Aguirre

“Javier Villaurrutia fue mi primer maestro. Él era más gente de poesía que de teatro, era dramaturgo. Era poeta, muy afrancesado, como eran los intelectuales de esa época:
Novo, Clementina Otero, una estupenda mujer. Magnifica actriz de su época, que quedó ciega y se dedicó a enseñar.

“Era una maestra insuperable. Salvador Novo era de una gran cultura; Gorostiza, que me dio las primeras grandes en mi carrera: Macbeth de Shakespeare, traducido al español por León Felipe, un gran poeta español, que vivió varios años en México”.

“CLARA Y YO NOS CASAMOS. ELLA Y YO..
NOS JUNTAMOS A VIVIR. A TENER HIJOS”
El actor de Pito Pérez insiste en que “para hablar de mi vida he de hablar de mis muertos. Son muchos. De la película Macario, todos se han ido, desde el director, la primera actriz, el que hacía de Dios, el diablo, la muerte. ¡Todos muertos!.
“Los de la Cucaracha, también, empezando por Pedro Armendáriz, quien era bronco, blanco de ojos muy claros, ese era su gran éxito de Pedro. Era muy apuesto, tenía una gran facha. Era un hombre físicamente muy bien hecho, pero de muy mal genio, afirma mientras se para y se dirige al costado derecho de su escritorio para mostrar un par de fotografías, en una está en la película Macario, que en septiembre de 2006 llevó la escena teatral.

En otra foto está con Pedro Armendáriz, Emilio el Indio Fernández, el guitarrista Roberto Rojas, excelente músico quien lo acompañó en sus famosas coplas de corridos mexicanos.

Ignacio López Tarso asegura que una de las películas que más disfruto fue Los Albañiles, una historia de Vicente Leñero, que escribió para teatro, presentándola en el Antonio Caso. Compré los derechos para cine y la hice con Katy Jurado y Resortes.

Inicios de la familia López Aranda

A sus ochenta y tantos años López Tarso hace gala de su buena memoria, por lo que se le pregunta ¿qué hace para recordar tanto y conservarse tan lúcido, tan sano?, a lo que responde:

`Ciertamente tengo muy buena memoria, pero no para todo?, dice con pícara risa y añade “¡sólo para lo que me conviene!, pero en realidad si tengo ese Don, ya que en la actualidad todos los actores usan apuntadores y yo no.
“Ese es uno de los factores de mi éxito. Es una ventaja para el teatro, que requiere de muy buena memoria, pero a estas alturas de la vida tengo que reforzarla y tomo unas pastillas que se llaman Encefabol.

¿Y, para mantenerse como está, que hace?

— “Algo de ejercicio. Poco”.
En la entrevista se muestra sencillo, carismático y muy dispuesto a hablar de su vida.

Tengo tres hijos de un matrimonio que duró casi toda mi carrera. Me case en 1949 con Clara, mi mujer. Es decir nos casamos, los dos, por mutuo acuerdo, pero no lo hicimos por la Iglesia y las leyes. Nos casamos, porque quisimos.

Nos juntamos a vivir y a tener hijos.

Con ella tuve a Susana, la mayor, Gabriela, la menor; y Juan Ignacio, quien es mi hijo menor.

De Susana tengo un nieto que es un famoso baterista, conocido en todo el mundo, menos en México. Él se hizo en una escuela de música de Boston, donde estudio ocho años. Ahí empezó a ser contratado por sus propios maestros y se quedó a vivir allá.

Actualmente es el baterista de Pat Mettini, que es un guitarrista sensacional. Viaja por todo el mundo llenando teatros y estadios, pero en México no lo conoce nadie. Mi nieto se llama Antonio Sánchez. Ese es mi primer nieto, exclama con orgullo.

Gabriela tiene una guardería, se dedica a cuidar niños desde hace 30 años. Ella tiene una hija que es mi segunda nieta, tiene una maestría en psicología.

Juan Ignacio es el menor de mis hijos y es actor, porque él ha querido. Es muy bueno, tuvo muy buena escuela desde que era niño. Estudio en Londres, en la Universidad de San Diego, California; en México con Héctor Azar, su primer maestro de Teatro en el Centro Universitario de Teatro, con José Luís Ibáñez, Margules.

Él tiene dos niñas chiquitas que están en la primaria, Jimena, de 13 años, y Sofía de 9 años; le gusta mucho pintar y siempre me regala cuadros.
¿Cuántas películas ha hecho?

— Cincuenta, responde rápidamente y cambia de posición. Se acomoda en su sillón y dice con alegría: “Las que más me han gustado son: “Macario” y “El Hombre de Papel”, que hice con Ismael Rodríguez, la cual fue premiada. “El Gallo de Oro” era vida de galleros, con Lucha Villa, Narciso Busquets. Ella estaba bellísima, cantaba estupendo. Era la caponera del palenque. Fue una película muy divertida. Muy bonita.

¿Con María Félix, cuáles hizo?

— “Varias, pero la que más me gustó fue La Estrella Vacía. Fue por invitación de Gabriel Figueroa, que le gustaba ver teatro. A él no le gusta la gente de cine, porque no sabe nada de teatro.
¿Hay diferencia entre ambos?

–“Para los que hacen cine, les es muy difícil hacer teatro y un actor de teatro puede hacer cualquier cosa. Un artista necesita mucho sentimiento. Nos adueñamos de los personajes, los vivimos. Hay algunos con los que nos llevamos muy bien.

«Le pasa igual que con los seres humanos. Se les trata y caen bien o mal y para conocerlos hay que llegar a su interior. Desnudar el alma, es lo importante. Lo esencial. Entrar en ellos.

“Por eso hay que leer, releer, investigarlos, conocer su vida. Ir tras su vida como un policía. Ese es el interés del actor de teatro, que no hacen los de cine ni televisión, porque no hay tiempo”.

TRAS DIVERSOS HOMENAJES SUS
RESTOS FUERON INCINERADOS
Tras ser velado en una agencia funeraria al sur de la Ciudad de México y de rendirle un homenaje en el Palacio de Bellas Artes el domingo pasado, este lunes el cuerpo del querido Ignacio López Tarso llegó al teatro San Jerónimo para que sus amigos, fanáticos y familiares le rindieran sus respetos.

Con su hijo Juan Ignacio Aranda

En punto de las 11:00 de la mañana llegó el cuerpo del histrión al teatro al sur de la CDMX, donde su hijo Juan Ignacio Aranda compartió lo difícil que han sido estos días, que no ha parado de llorar por el fallecimiento de su progenitor, aunque aprovechó para agradecer las muestras de cariño que ha recibido.
«Se que esta tarde ya será incinerado y estará en casa con mi mamá, no sé si después haya más homenajes pero aquí estamos”, dijo el hijo de Ignacio López Tarso a su llegada al recinto cultural donde el actor pasó gran parte de su vida.
En el lobby del teatro se mostraron trajes especiales de sus trabajos memorables tanto del teatro, cine y televisión, así como una pequeña exposición de carteles de sus últimas obras, las cuales siempre presentó en ese recinto, del cual ahora se despide.
El cuerpo de Ignacio López Tarso en el centro del escenario, con flores y cuadros con memorables fotografías del histrión, fue como se vistieron las tablas que durante años vio y vibró con cada presentación que brindó y el público le aplaudió, llenándolo con vitalidad y alegría de la que siempre gozó.
Artistas como Alejandro Tomassi, Sofia Castro, Salvador Garcini y Aracely Arámbula, además de muchos de sus fans, acudieron a darle el último adiós. El ambiente se sentía nostálgico, lágrimas se dejaron ver en varias personas, en especial cuando se escuchó: «tercera llamada», y ya no estaba ahí.
Además, hubo un homenaje con micrófono abierto lo que permitió que cualquiera pudiera subir al escenario y dedicar unas emotivas palabras, anécdotas, vivencias o momentos especial que vivieron junto al famoso que toda la vida se mantuvo humilde y gozaba de salir a las calles y convivir con quien se le acercara.
Al final y por varios minutos una lluvia de aplausos le dijeron adiós a Don Ignacio López Tarso por última vez en un escenario, porque aunque ya no lo tengamos entre nosotros su legado lo mantendrá con vida.
Tras el emotivo homenaje, el cuerpo fue trasladado a la funeraria donde fue cremado y permanecerá junto a los restos de su esposa Clara Aranda López, cuyo amor fue mutuamente incondicional.