Existen muchas causas para terminar cualquier tipo de relación humana


¿Parejas felices?

Vilma Ivette Rivera Abarca*

La  separación es considerada como el dolor emocional más difícil de procesar por el ser humano, según el punto de vista de expertos en psicología.

Prefieren malvivir que separarse

Estas relaciones pueden ser de pareja, laborales, amistades, filiales, entre otras.

Se ha observado con frecuencia en el ámbito de terapia de parejas que existen muchas personas que prefieren malvivir en una relación  que  separarse.

Generalmente, las causas que detienen a muchas parejas para no separarse es la existencia de hijos, este hecho hace que los individuos implicados hagan todo lo posible por evitarlo. Otras parejas se quedan en una relación por diferentes motivos, aunque se den cuenta que no experimentan sentimientos de bienestar y alegría.

Cuando una persona a pesar de experimentar displacer en cualquier vínculo, puede quedarse y pensar que  el “tiempo mejorarán las cosas” se autoengaña.

Quienes no se atreven a tomar una decisión es generalmente por un miedo que paraliza, posterga porque no se siente lo suficientemente fuerte para salir de la inercia, por ejemplo: es como tener sed y no tener la energía de levantarse para tomar agua.

Existen indicadores para darse cuenta que una relación terminó, por ejemplo:

Cuando un niño terminó la primaria, ya aprendió lo que tenía que aprender, lo descabellado sería que volviera a comenzar ese mismo ciclo escolar.

En la vida de las personas existen diferentes  “ciclos vitales” desde el nacimiento, hasta la muerte; el desarrollo del niño pasa por diferentes etapas, por ejemplo: sostener la cabeza, el gateo, usar una cuchara, aprender a caminar, dejar de usar pañal, etc, todas estas acciones inciden en la adquisición del lenguaje que lo prepara para el aprendizaje escolar.

De igual manera, sucede en las relaciones, todas pasan por diferentes etapas. La vida no es estática,  los seres humanos evolucionamos, y nos vamos adaptando a las circunstancias según nuestras capacidades.

Idealmente sería en el caso de las parejas que ambos crecieran juntos, en todos los aspectos, tener intereses propios y compartir lo compartible con el otro.

Pero hemos sido educados que el ser amado es nuestra “media naranja”, y nos complementa, es decir que somos seres escindidos y que requerimos de la otra mitad para estar completos.

Síndrome de Procusto

Si aprendiéramos a tener esta conciencia de seres individuales plenos, con intereses propios podríamos relacionarnos de diferente manera, sin esperar que “el otro me de lo que me hace falta”, en consecuencia habría familias más sanas emocionalmente, en consecuencia una sociedad de seres plenos.

Los ciclos vitales por los que pasa el ser humano, implica una transición entre ellos, a este proceso se le llama también “crisis del crecimiento”; no hay que confundir con problemas, pues la palabra crisis proviene del griego Krisis y este del verbo Krinein, que significa “separar” o “decidir” de estas palabras se deriva el concepto de criterio, definido como razonamiento adecuado.

Así que las crisis nos obligan a pensar, es decir, que surge el análisis y reflexión sobre algo que debe cambiar.

Cuando el criterio está ausente, no puede existir el proceso de percatación es decir “darse cuenta de…” Dada la falta de dicho proceso suele suceder una especie de ceguera el resultado es pasar por alto muchos indicadores que hablan de poner límites a tiempo.

Otro ejemplo:

Cuando alguien se impone sobre otra persona o cuando pretende ejercer el poder y obligar a otras personas a comportarse considerando de manera “adecuada” desde un punto de vista subjetivo, además querer siempre tener la razón y querer cambiar al otro para su conveniencia, pareja, hijo/a, empleado, etc.

En una relación, la reciprocidad es importante, es decir mantener un equilibrio entre lo que se da y lo que se recibe. Cuando uno de los integrantes invierte más energía para que la “cosas” funcionen y la otra parte está en la actitud de solamente “recibir”, se crea un sistema asimétrico, por ejemplo: se establece un intercambio o convivencia del tipo “padre-hija” “madre-hijo” este sistema mata el vínculo entre dos personas que conforman la pareja.

La admiración hacia la pareja es tan importante como la atracción para la sexualidad, con estos ingredientes surge el amor y sumados es como se construye un proyecto de vida en común.

Si llegará a faltar uno de los tres ingredientes antes mencionados será difícil que exista un relación a largo plazo; podrán convivir pero su vínculo será débil.

¿EXISTEN PAREJAS PERFECTAS?

Es bastante extraño que las personas estén siempre de acuerdo en todo, especialmente dos personas que comparten la intimidad. Las diferencias son normales en algunos aspectos de la vida, se resuelven a través del dialogo para conciliar y llegar a tomar acuerdos.

¿Qué hay detrás de las parejas que no discuten nunca? La razón es que uno de los dos ha renunciado a ser quién es para ser como la otra persona quiere que sea, también esta persona este renunciando a su propia visión de la vida además experimentar que esta borrada literalmente y considera que no aporta nada en esa relación.

En la mitología Griega existe un pasaje en donde describe a un personaje llamado Procusto, el nombre significa literalmente “estirador” fue hijo de Poseidón, y se encargaba de atender una posada en la región histórica de Ática.

Procusto, es descrito como un hombre amable, complaciente, y afectuoso, con todos los viajeros que acudían a hospedarse en ese lugar. Una vez alojados y recibir una gran cantidad de buenas atenciones, eran conducidos a sus habitaciones.  Y una vez dormidos, Procusto aprovechaba para amordazarlos y atarlos por las cuatro esquinas de la cama con el objetivo de comprobar si las medidas del huésped se ajustaban a las de dicha cama.

Si el viajero poseía medidas más grandes que el lecho, le cortaba las extremidades ( pies, brazos) con esto conseguía que tuviera exactamente las medidas de la cama, si por el contrario los viajeros eran más pequeños que las medidas del lecho, los torturaba estirándoles las piernas a martillazos hasta conseguir coincidieran con las medidas exactas.

En psicología se le conoce como “El síndrome de Procusto”  y es sinónimo de intolerancia a las diferencias, es utilizado para describir a individuos que al principio muestran su mejor cara y comportamiento, pero luego someten, manipulan y controlan a las  personas para conseguir sus objetivos.

No se puede dejar una pareja por cualquier cosa, pero tampoco puede sostenerse a pesar de todo…

“Existen dos opciones en la vida: aceptar las condiciones tal y como existen o aceptar la responsabilidad de cambiarlas”. (Denis Waitley).

*Lic. Comunicación Humana y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana.