El Diluvio: La moralidad en los bueyes de mi compadre


Rafael Cardona

No importa su color ni su ideología.

Tampoco su pasado.

Mucho menos su presente ni sus ambiciones. Hoy cualquier político, “opoinócrata”, “oenegecero”, profesor u oportunista,  recita el mantra y practica el mismo credo: no a la corrupción.

Y la batalla contra las malas prácticas y las peores conductas ha comenzado. Es como si todos hubieran escuchado a Don Quijote cuando le recomendaba a Sancho Panza las grandes ideas para ejercer gobierno en la ínsula Barataria.

“…Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá́ a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.

“Innumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

“Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así́, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada.

“…Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre…”

Pero si aquello de las dádivas del rico ya era tan frecuente como para despertar las advertencias de Don Quijote, el afán moralizante ha llegado hasta los linderos del enorme castigo para quien  meta cuchillo en el filete, saque raja o pida “moche”, lo cual ha sido costumbre inveterada entre legisladores, cabilderos de diferente monta y laya así como de ayudantes y burócratas de pelo mediano.

 

LAS FAMOSAS “COMISIONES” O LOS LLAMADOS “MOCHES”

La comisión por servicios de intermediación, el pago por debajo del agua, la coima oscura y silenciosa ya son (como si no lo hubieran sido desde siempre), materia inmoral atacada por el nuevo sistema de impartición de justicia, pues ayer el Senado aprobó las modificaciones al Código Penal, de acuerdo con  las cuales se castiga con prisión  hasta por tres sexenios a quienes cobren por gestionar recursos, obras o beneficios presupuestales, especialmente desde el poder Legislativo. Sobre todo en la Cámara de los Diputados donde se elabora el presupuesto.

En el dictamen, cuya rectitud modifica el artículo 222 del Código Penal Federal se castiga también la asignación de contratos de obra pública mediante intervenciones ilegales y fuera de la normatividad y se imponen penas para el llamado “enriquecimiento inexplicable”, cosa harto frecuente sobre todo cuando las explicaciones (como dice el poeta Pessoa) nunca terminan  por explicar nada.

Así pues el Sistema Anticorrupción pase como pase al final, avanza paso a paso al principio.

Ya se tiene la certeza de la iniciativa ciudadana de las tres declaraciones de cumplimiento fiscal, estado patrimonial y ausencia de interese conflictivos y así como despacio se va lejos, más vale paso duradero y no trote fugaz y breve, pues como se dice en el oriente, un viaje de mil millas comienza con un pie y tanto va el cántaro al agua hasta ver cómo se le rompe el fondo.

Y un dato para preocupar a gacetilleros y algunos medios: 14 años de cárcel a quien promueva su imagen con fondos públicos.

–¿Se acabarán algunas oficinas de prensa?

 

LOS SENADORES EN EL “3DE3”

Pero cuando los senadores se dieron cuenta del doble pecado de matar a la vaca mientras otro le tiene la pata, incluyeron en el ”3de3” la misma obligación triple para los empresarios, quienes pusieron el grito en el cielo y pidieron la voluntad de Dios en los bueyes del compadre.

Y pasaron cosas como esta:

–“Ahora si esto ya llegó al límite, Don Gastón.

“–Dígame usted si nos vamos a quedar con los brazos cruzados frente a la audacia de estos pelagatos, buenos para nada, como si no hubiéramos personas decentes en  este país.

“Esa es la consecuencia de darles poder a esos rastacuerudos, nomás faltaba; pedirnos a nosotros, a quienes aún guardamos blasones, linaje, alcurnia, aristocracia y buena cuna; ilustres apellidos, heráldica honorable, declarar nuestros haberes públicamente como si fuéramos diputados corruptos o senadores tracaleros; como si fuéramos burócratas. No, si le digo, la culpa es nuestra”.

Don Eulogio de la Fronda tomó aire y güisqui en su siempre bien informada mesa del Club de Banqueros y siguió con  su perorata mientras don  Gastón Billetes fumaba un habano aromático y enorme cuyo humo la causaba un delicioso picor en la nariz adornada con un gigantesco diamante.

“–No pueden pedirnos más, siguió don Eulogio.

“–No solamente invertimos nuestros dineros, arriesgamos el capital de nuestro esfuerzo y en algunos casos hasta loa reserva de nuestra herencia o heredad, para ver ahora a estos mentecatos exigirnos, a nosotros  –hágame favor a nosotros–, los empresarios (y cuando decía nosotros movía de arriba a abajo el índice admonitorio  de su mano derecha) quienes con  esfuerzo y patriotismo creamos fuentes de trabajo de punta a punta del país mediante la obra fecunda y creadora, declarar nuestra condición  fiscal, nuestras propiedades nuestros imaginarios intereses en conflicto con la administración púbica. Esa una audacia incontenible, e inadmisible.

–Yo no se, amigo, pero si yo fuera Raúl, le devolvía su medalla Belisario Domínguez a esos senadores irrespetuosos e igualados. Pero en fin, cada quien.

“Yo primero – dijo en voz un  poco menos sonora don Eulogio–, me llevo mi dinero a  las Islas Caimán; bueno, el poco restante aquí y me voy a invertir a Estados Unidos, bueno, si me deja Trump; ¿verdad?, pero no les vamos a dar gusto a estos pelados, pelos tiesos…”

La plática se prolongó mientras en la Confederación Patronal de la República Mexicana, de donde salieron Clouthier, Abascal, y otros panistas ilustres, se tomaba la decisión de salir a la calle y realizar un mitin en la Columna a la Independencia para protestar contra la idea de incluirlos a ellos, a los capitalistas cuyos negocios se hacen al amparo de concesiones, proveedurías, licencias, compras, ventas, permisos, en una declaración de transparencia idéntica a la exigida a los funcionarios del sector público.

La información de tan inusitado mimetismo cuya naturaleza de protesta callejera igualó en esencia a los indignados de la CNTE o los quejosos del plantón post electoral de Andrés López, con los enojados del cuello blanco, decía ayer de esta manera:

“…Por primera vez en la historia del organismo, empresarios afiliados a la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se manifestaron este jueves en las escalinatas del Ángel de la Independencia para demandar al Congreso de la Unión la aprobación del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA)…

«…Esta no es una lucha contra los políticos sino de los ciudadanos en contra de la corrupción. No queremos cacería de brujas ni persecuciones paralizantes», dijo de Hoyos”.

Evidentemente el señor Hoyos se reservó la información por la cual el coto de caza para las cacerías de brujas es concesión del sector privado, donde cómo todos sabemos, no existe el pecado. Ni siquiera el pecado original.

Sin embargo exigirles algunas cosas a los empresarios vinculados a las obras públicas no es una idea ni siquiera original de los senadores mexicanos. Ya existe en documentos de las Naciones Unidas en los cuales se advierte cómo los actos ilícitos de compañías vinculadas con el dinero público, son una parte importante la corrupción como fenómeno general.

Y en defensa del dictamen cuya presentación causó la santa indignación de los privados capaces de gastar los Bally en una marcha callejera, el senador panista Jorge Luis Lavalle ha dicho:

fula ha dicho:

“…La corrupción es un fenómeno que se replica desde las esferas públicas hacia las privadas, la solución debe ser institucional, legal y definitiva. No podemos seguir permitiendo que actos ilegales, que pueden ser evitados, sigan afectando de esta manera a nuestro país.”

Y en la casona de Las Lomas,  Doña Perfecta de los Ángeles  Barahona Escandón de la Gorgonia y Valleverde escuchaba las noticias y llamaba a la Doncella:

–¡Procopia!, las sales, las sales…