Alberto Beltrán nutrió la conciencia social con su obra; se cumple su centenario natal


Alberto Beltrán

Merry Macmasters/La Jornada

Hugo Covan

Desde el inicio de su carrera, el dibujante y grabador Alberto Beltrán García (1923-2002) se puso del lado del pueblo de México, al apoyarlo desde su trinchera artística. Exponente y continuador de la Escuela Mexicana, el 22 de marzo se celebrará el centenario natal del también ilustrador, caricaturista y diseñador. Con este motivo, la Academia de Artes, a la que Beltrán perteneció, prepara una publicación con los grabados de su autoría que la institución conserva, los cuales suman alrededor de 200 y provienen de la colección del Taller de Gráfica Popular (TGP).

Nacido en la Ciudad de México, en el barrio de Tepito, Beltrán cursó estudios, de 1939 a 1940, en la Escuela Nacional de Arte y Publicidad –años más tarde sería su director– antes de ingresar, en 1943, a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde asistió a los talleres de grabado en metal de Carlos Alvarado Lang y al de pintura al fresco de Alfredo Zalce.

De 1945 a 1959 formó parte del Taller de Gráfica Popular (TGP), del cual fue presidente en varios periodos. En su libro El grabado mexicano en el siglo XX, 1922-1981, el investigador Hugo Covantes consigna las denuncias de Beltrán manifestadas en los años 50, ya que “la censura a la obra del TGP fue constante” de las nuevas corrientes artísticas.

Beltrán, escribe Covantes, “formaba parte del conjunto de artistas ya establecidos a quienes los nuevos, los ‘coléricos’, acusaban ya en la década de los años 50 de tradicionalistas y decadentes”.

El Éxodo. Obra de Alberto Beltrán

Formó parte del Taller de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, de 1965 a 1967. Durante su carrera, colaboró con la Secretaría de Educación Pública –de 1971 a 1976 fue director de Arte Popular– y con el Instituto Nacional Indigenista en la elaboración de manuales de alfabetización, materiales didácticos y monografías de antropología. Además, ilustró varios libros editados por el Fondo de Cultura Económica y por el Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1980 ingresó al Seminario de Cultura Mexicana.

También muralista, en 1959 Beltrán hizo los proyectos que sirvieron de base para la decoración en relieve de la parte superior del Hospital de Neumología del Centro Médico Nacional, los cuales fueron realizados por Francisco Zúñiga. De 1963 es su mural en mosaico, caracoles y cerámica para el exterior del Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz, el cual fue trasladado al Parque de los Lagos, en esa ciudad. Dos años después realizó un mural de mosaico en la bóveda del Museo de la Ciudad de Veracruz, y en 1972, un vitral monumental en el edificio del Registro Civil de ese puerto. En 1988 pintó un mural con acrílicos en la entonces Procuraduría General de la República, en la Ciudad de México.

El grabado mexicano en el siglo XX

Alberto Beltrán fue miembro fundador de la Academia de Artes en 1968. Para el grabador Jesús Martínez, también integrante de esa instancia colegiada, Beltrán fue una persona “muy auténtica en toda la extensión de la palabra, comprometido, sobre todo con una clase social muy importante que es el pueblo. Convivió mucho con las comunidades rurales. Iba largas temporadas a los pueblos, a dar conferencias, a llevar su obra. Fue un tipo de artista que ya no existe. Nunca medró con su trabajo; es decir, era un grabador desde su trinchera, con sus ideales y su compromiso gráfico”.

También entrevistado en su momento con motivo del fallecimiento de Beltrán, el pintor y grabador Arturo García Bustos (1926-2017), integrante de la sección de gráfica de la Academia de Artes, dijo que éste fue heredero de José Guadalupe Posada y de Leopoldo Méndez: “Junto con tantos maestros del pasado enriqueció la conciencia del pueblo mexicano con sus obras. Tuvo una preocupación social y su fuente de inspiración era el anhelo de un México mejor, más hermoso y más justo”.

Como caricaturista e ilustrador, Beltrán se inició en el periódico El Popular; trabajó en varios diarios de circulación nacional. En 1962 fue socio fundador de El Día, del cual fue subdirector gráfico y presidente del consejo editorial. Recibió los premios nacionales de Periodismo (1976), en la categoría de cartones, y el de Artes en 1985.

De acuerdo con su última voluntad, el cuerpo de Beltrán fue velado en las instalaciones de El Día.