Vox busca aliarse con conservadores sudamericanos, alertan académicos


Partidarios del ultraderechista Vox durante un mitin en Madrid, España. Foto Afp / Archivo

Armando G. Tejeda, corresponsal / La Jornada

Madrid. El ultraderechista partido español Vox, tercera fuerza política en España “recupera elementos del relato historiográfico conservador decimonónico” que es “el que se impuso en la España del franquismo” y busca una alianza con sectores conservadores sudamericanos “en defensa de la democracia liberal, la economía de mercado y la civilización hispánica”, advierten académicos.

Vox surgió con tres objetivos: aniquilar a los nacionalismos periféricos de España -catalán y vasco-, cerrar las fronteras a la inmigración ilegal y expulsar a los extranjeros que delincan, sobre todo a musulmanes, e impulsar una batalla cultural para barrer de la sociedad lo llaman “la ideología de género”: el feminismo, el aborto y las legislaciones que protegen a las minorías sexuales.

Este partido, ahora aliado de miembros del Partido Acción Nacional (PAN) de México, tuvo más de tres millones 600 mil votantes en las últimas elecciones generales de noviembre de 2019, gracias a un mensaje de odio que se asemeja al de Donald Trump en Estados Unidos, al de Marine Le Pen en Francia o al de Matteo Salvini en Italia.

Los líderes de Vox escriben México con “j”, al País Vasco o a Euskadi le llaman “las Vascongadas”, los países de América Latina los sitúan en la órbita de la “iberosfera”, al Covid-19 le llaman “el virus chino” y en ningún caso se refieren a la dictadura de Francisco Franco (1939-1975) como un periodo de represión y totalitarismo.

Vox apela a los instintos más bajos de su electorado, con llamadas a levantar un muro para detener la “invasión” del norte de África o promesas de que abolirán algunas de las leyes más progresistas aprobadas en España, como la del matrimonio homosexual, eutanasia y aborto y todas en las que se aplica la discriminación positiva por cuestiones de género.

Es el partido líder en Instagram (584 mil 800 seguidores), aunque su líder Santiago Abascal tiene 728 mil 600) y también es el partido con más seguidores en YouTube (357 mil).

Su evolución ha sido vertiginosa. Fue fundado en 2013, de una escisión del ala más radical del Partido Popular, pero no fue hasta 2018 cuando realmente empezó a calar su mensaje. Primero en unas históricas elecciones autonómicas en Andalucía, donde logró diez escaños y se situó como la cuarta fuerza, superando incluso al izquierdista de Unidas Podemos (UP). Un año después, en los dos comicios generales que se celebraron de forma excepcional ante la imposibilidad de la formación de un gobierno, obtuvo primero 24 escaños y dos millones 600 mil votantes, y posteriormente, que llevaron a la actual Legislatura, 52 diputados y tres millones 650 mil electores. Con lo que se convirtieron en la tercera fuerza política del país.

Resentimiento cultural

Mateo Ballester Rodríguez, catedrático de la Universidad Complutense, estudió el fenómeno de Vox, sobre todo de su utilización del pasado histórico de España para elaborar un mensaje nacionalista radical. “El discurso histórico de Vox es un instrumento central para su retórica de reacción cultural, que también caracteriza a muchos otros partidos de la nueva derecha radical; el partido Vox no construye un nuevo relato histórico nacional, sino que básicamente recupera elementos del relato historiográfico conservador decimonónico, que es a grandes rasgos también el que se impuso en la España del franquismo.

“Mediante esta reivindicación de la mentalidad e ideas del pasado, Vox apela, reforzándola, a una poderosa tendencia social de resentimiento cultural y rechazo al cambio de valores, que se atribuye a un progresismo culturalmente hegemónico. Vox ha hecho de la historia, en mucha mayor medida que los demás partidos políticos españoles, un instrumento central de su discurso político, tanto para proyectar sus valores, actitudes y proyectos, como para ofrecer una visión estigmatizadora de ciertas comunidades culturales y denigrante de sus adversarios políticos”, señala Ballester.

Vox alimenta su nacionalismo extremo también desde un combate sin tapujos de lo que consideran la “Leyenda Negra” española por su actuación durante la Conquista, en la que además ridiculiza a las poblaciones originarias de América. De hecho de esa visión surge su concepto de “iberosfera”, en la que supuestamente agruparía a los 700 millones de “hispanoparlantes” que hay en el mundo.

Pedro Carlos González Cuevas, un historiador madrileño de la Universidad a Distancia y autor de un libro sobre la historia de Vox, explicó que “Vox retoma y revisa el proyecto de la hispanidad teorizado por Ramiro de Maeztu en los años treinta, con menos énfasis en lo religioso y más en lo cultural, político y económico. Uno de los puntos cardinales del nacionalismo conservador español es la crítica de la denominada “Leyenda Negra” y la valoración positiva de la conquista y de la civilización hispánica, consistente en el mestizaje, en la fusión de lo hispánico con los sectores precolombinos. Vox persigue la alianza de los sectores conservadores sudamericanos en contra de los proyectos del Foro de Sao Paulo, cn la defensa de la democracia liberal, la economía de mercado y la civilización hispánica”.

Precisamente por su empeño en aglutinar a los “700 millones de hispanoparlantes” en un proyecto común es que Vox llevó a cabo la iniciativa de la Carta de Madrid -a la que se sumaron senadores del PAN- y que presentó recientemente el propio Abascal en México. Su objetivo principal es “luchar contra el comunismo” y combatir a los regímenes que más desprecian, sobre todo los de Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia y Ecuador.

También es enemigo acérrimo del gobierno mexicano y de su Presidente, Andrés Manuel López Obrador. A todos ellos los acusa, en el texto de la carta, de impulsar proyectos de “inspiración comunista, apoyados por el narcotráfico y terceros países”.

Entre los firmantes de este manifesto se encuentran Fernando Rodríguez Doval, el ex vocero del candidato presidencial panista, Ricardo Anaya, de 14 senadores del PAN, además de la mitad del Grupo Parlamentario, entre ellos Julen Rementería, Alejandra Reynoso, Lilly Téllez, Roberto Moya, Víctor Fuentes Solís, María Guadalupe Murguía, Gina Cruz Blackledge, Minerva Hernández Ramos, Mayuli Latifa Martínez, Indira de Jesús Rosales, Nadia Navarro, María Guadalupe Saldaña, Marco Antonio Gama, Juan Antonio Martín del Campo,América Rangel, Saraí Nuñez y Raúl Torres. También se sumaron los diputados del PRI, Lorena Piñón y Manuel Añorve.

Además del actor mexicano afincado en Estados Unidos Eduardo Verástegui, asesor de la Iniciativa de la Casa Blanca para la Prosperidad Hispana y defensor de la política de Donald Trump. Se han asumado también otros personajes de la derecha latinoamericana, sobre todo venezolana, como María Corina Machado, coordinadora nacional de Vente Venezuela; Antonio Ledezma, ex alcalde de Caracas; Alejandro Chaufen, director general internacional de The Acton Institute; José Antonio Kast, presidente del Partido Republicano de Chile, y la escritora cubana Zoé Valdés, entre otros.