Ruiz-HealyTimes: Quintacolumnistas


Eduardo Ruiz-Healy

Quinta columna, de acuerdo a El diccionario de la lengua española de la Real Academia Española,  es un “grupo organizado que en un país en guerra actúa clandestinamente en favor del enemigo”.

Wikipedia, en su versión española, ofrece una amplia explicación sobre el término:

“La expresión «Quinta columna» se atribuye al general Emilio Mola, al referirse en una locución [sic] radiofónica de 1936 al avance de las tropas sublevadas en la guerra civil española hacia Madrid. El general mencionó que, mientras bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacia la capital, había una quinta formada por los simpatizantes del Golpe de Estado que, dentro de la capital, trabajaban clandestinamente en pro de la victoria del bando golpista… La expresión se usa desde entonces para designar, en una situación de confrontación bélica, a un sector de la población que mantiene ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos, ideológicos y/o étnicos. Tal característica hace que se vea a la quinta columna como un conjunto de personas potencialmente desleales a la comunidad en la que viven y susceptibles de colaborar de distintas formas con el enemigo…  Los miembros de la quinta columna reciben el apelativo de quintacolumnistas”.

El término también se usa para describir a un grupo de personas que desde dentro de una organización -militar, social, empresarial, política o de cualquier otra índole- trabaja para perjudicar los interes de ésta a favor de una organización rival.

RUIZ MELANIA TRUMP

Dentro de un partido político podrían haber quintacolumnistas que trabajan a favor de un partido opositor.

Por ejemplo, ¿alguno de los redactores del discurso que Melania Trump leyó el lunes pasado, que contenía frases plagiadas de un discurso pronunciado hace ocho años por Michelle Obama, es un quintacolumnista del Partido Democrático que buscó desprestigiar a la esposa del ya candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos? Es posible, pero la verdad de lo que ocurrió probablemente nunca se sabrá fuera del equipo más cercano al billonario.

Otro ejemplo: entrevisté el lunes pasado a la nueva presidenta nacional del PRD, Alejandra Barrales. Durante la entrevista le comenté que el nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, me dijo que considera que el Peje López es el enemigo a vencer en junio de 2018 y le pregunté si ella compartía esa misma opinión. La perredista me respondió con evasivas las dos veces que le pedí su opinión al respecto, lo que significa que no me quiso decir lo que realmente piensa.

¿Por qué Alejandra no contestó a mi pregunta? Tal vez porque sabe muy bien que el partido que hoy preside está repleto de seguidores del Peje que, en vez de emigrar a Morena, siguen dentro del PRD para minarlo desde sus propias entrañas. Es decir, un porcentaje importante de perredistas son en verdad quintacolumnistas de Morena.

ruiz enrique ochoa

Por ejemplo, en la página de los senadores perredistas (prd.senado.gob.mx) aparecen legisladores cuya fidelidad al Peje es abierta e incuestionable. Entre ellos Mario Delgado (CDMX), Alejandro Encinas (MEX), Dolores Padierna (LN), Rabindranath Salazar Solorio (MOR) y Fernando Mayans Canabal (TAB).

En la Cámara de Diputados son decenas los legisladores que no ocultan sus simpatías por el Peje.

El fenómeno se repite dentro de los congresos estatales y las filas del PRD.

Hay muchos perredistas que aparentemente recibieron órdenes del Peje de quedarse en ese partido para debilitarlo y permitir el crecimiento de Morena.

Tal vez por eso el Peje López considera que ahora sí es factible una alianza PRD-Morena. Los quintacolumnistas aparentemente han hecho bien su trabajo. Tanto, que Barrales no se atreve a criticar de manera alguna a quien hace años la antecedió en la misma presidencia perredista.

ruiz amlo

POLICIAS SOBREVALUADOS VS POLICIAS DEVALUADOS

Manejaba ayer mi camioneta a eso de las 12:15 de la tarde sobre la avenida Fray Servando Teresa de Mier, rumbo al centro de la Ciudad de México. Al llegar al cruce con la calle llamada Honorable Congreso de la Unión me topé con un embotellamiento causado por un par de tráileres que se pasaron el alto ante la mirada indiferente de tres policías viales –una mujer y dos hombres- que estaban parados a un lado de su patrulla, la cual estaba incorrecta o ilegalmente estacionada debajo del puente del Metro que pasa sobre Fray Servando. Bajé la ventana de mi coche y le pedí a los policías que hicieran algo al respecto, que no podía ser que los tráileres hicieran lo que se les antojara sin que ellos, que son la autoridad, actuaran para evitarlo. La respuesta que recibí de la mujer policía fue un rotundo “¡cállate!”. No me quedó otra que reírme de la situación y seguir mi camino.

Lo que me ocurrió ayer es algo que le sucede a miles de mexicanos todos los días cuando se atreven a pedirle o exigirle a un policía que haga valer una ley o un reglamento. Los uniformados que supuestamente están para servir responden que no pueden hacer nada al respeto o de plano mandan al demonio a la persona que se atreve, como ayer yo lo hice, a exigirles que hagan su trabajo.

En México es difícil respetar a policías que no respetan al público cuando éste les solicita que cumplan con su deber. Tampoco se les puede ver con buenos ojos cuando ellos mismos no se dan a respetar cuando alguien ignora sus instrucciones o los insulta y hasta agrede físicamente sin que se defiendan con profesionalismo.

RUIZ MICHELLE

Aceptémoslo, la mayoría de nuestros policías están  devaluados ante la sociedad. Ni los respetamos ni nos respetan y no esperamos nada de ellos cuando enfrentemos una emergencia o situación peligrosa.

Lo anterior no significa que no haya buenos policías. Claro que hay hombres y mujeres que sí desean servir a la colectividad pero, desafortunadamente, en mi experiencia, son los menos. De vez en cuando me entero de un policía que realizó una acto heroico; con demasiada frecuencia leo o escucho como un policía cometió un delito.

Lo contrario a lo que sucede en México ocurre en Estados Unidos, en donde durante los últimos días han sido asesinados ocho policías, cinco en Dallas, Texas, y tres en Baton Rouge, Louisiana. La sociedad entera ha condenado estos asesinatos, desde el presidente Barack Obama hasta simples ciudadanos, pasando por los candidatos a la presidencia, legisladores, gobernadores, dirigentes religiosos, periodistas y otros líderes de opinión, presidentes de cámaras empresariales y muchos más.

A diferencia de lo que pasa en nuestro país, la mayoría de los estadounidenses ven a sus policías como los encargados de proteger la integridad de sus personas y la seguridad de sus bienes. Esto no significa que esta mayoría no condene los abusos que cometen cada vez más policías, el uso excesivo de la fuerza de algunas corporaciones policíacas y la creciente militarización de las mismas. Pero condenar los abusos y errores no significa dejar de apoyar a los policías.

En Estados Unidos los policías son apreciados y tal vez están  sobrevaluados por la sociedad, pero esta situación es mucho más preferible a la que se da en México, en donde los policías están devaluados.

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