Ruiz-HealyTimes: Preguntas a Tania Müller


Eduardo Ruíz-Healy

La secretaria de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal, Tanya Müller, comparecerá hoy ante la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) para explicarle a los diputados locales que está haciendo el gobierno defeño para combatir la contaminación ambiental, especialmente la del aire, que durante su gestión ha ido agravándose pese a los esfuerzos que para evitarlo supuestamente ha realizado la dependencia a su cargo.

Durante su comparecencia, Müller seguramente explicará que la alta contaminación del aire es consecuencia de la alta concentración de vehículos automotores en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y de los gases que producen los motores de combustión interna de los mismos, ya sea que consuman gasolina o diésel. También dirá que la intensa luz solar que cae sobre el Valle de México durante casi todos los días del año, sobre todo en los meses del invierno, contribuye a generar lo que los expertos llaman diversos tipos de contaminación fotoquímica, especialmente la de ozono. Explicará que el ozono se produce cuando los óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO) y los compuestos orgánicos volátiles (COV) reaccionan con la luz solar intensa.

En resumen: como la hecho desde que asumió su cargo, insistirá en que los vehículos automotores son los principales causantes de la contaminación atmosférica de la ZMCM. Después de todo, todos los estudios científicos que se han realizo sobre la materia indican que son los motores de dichos vehículos los principales contaminantes.

Seguramente dirá que vino a agravar el problema la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que en julio del año pasado autorizó que circulen en la ZMCM vehículos que cumpla con los estándares de contaminación sin importar el año en que fueron fabricados.

Es muy probable que diga que es en el Estado de México en donde se emiten muchos de los contaminantes que afectan al DF y tendrá razón en decirlo porque es cierto.

En fin, Müller defenderá lo que hasta el momento ha hecho el gobierno de Miguel Ángel Mancera para combatir la alta contaminación ambiental del Distrito Federal.

Si yo fuera miembro de la ALDF le haría las siguientes preguntas a la secretaria de Medio Ambiente:

“Qué ha hecho el Gobierno del DF (GDF) para reducir las emisiones de gases producidas por vehículos de su propiedad como patrullas, camiones de basura o autobuses o de los autobuses y microbuses que pertenecen a los empresas concesionarias de transporte público?

“Qué ha hecho la dependencia a su cargo para terminar con la corrupción imperante en la mayoría de los verificentros, los cuales por una gratificación de algunos cientos de pesos entregan autorizaciones cero o doble cero a vehículos que no deberían recibirlos?

“¿Qué ha hecho el GDF para hacer que los choferes de autobuses, micros y combis respeten el reglamento de tránsito vigente y no se detengan para cargar o descargar pasajeros en zonas no autorizadas y, peor aún, hagan base en avenidas principales desquiciando por ello el tráfico?

“¿Qué ha hecho el GDF para reducir las emisiones de gases generadas por la tercera fuente contaminante después de motores de gasolina y diésel, que son los tanques estacionarios o cilindros de gas LP?

“¿Qué ha hecho el GDF para eliminar el 80% de los 30,000 topes que hay en el DF y causan que un vehículo produzca hasta nueve veces más de emisiones contaminantes cada vez que se detiene y arranca de nuevo para pasarlo?

“¿Es cierto que durante el gobierno del Peje López se registraron más de 300 puntos IMECA en diversas ocasiones y se prohibió difundir esa información poniendo en alto riesgo la salud de millones de personas?

RUIZ HEALY  UBER

 ¡ABAJO UBER… ABAJO  HAMBURGUESAS DE THE PALM!

Me gusta manejar y utilizo mi automóvil para ir de un lugar a otro de la Ciudad de México. Cuando salgo en las noches no bebo alcohol y por ello estoy dispuesto a someterme sin mayor problema a la prueba del alcoholímetro, en caso de que se me pida hacerlo. He utilizado los servicios de Uber solo dos veces y fue con motivo de una boda que se celebró en el Centro Histórico de la Ciudad de México, un sábado en la noche, cuando consideré que era más práctico ser llevado y traído por Uber que lidiar con el problema de encontrar un lugar en donde estacionar mi vehículo o dejarlo en manos de un quién sabe qué tan responsable chofer de valet parking.

Las únicas dos veces que utilicé Uber, una para llevarme de casa al lugar de la boda, la otra para regresar de la boda a casa, usé su famosa aplicación o app para solicitar el automóvil. La App me informó en dónde se encontraba el vehículo que pasaría por mí, el modelo del mismo, el nombre y la foto del conductor y, muy importante, la cantidad de dinero que se cargaría a mi tarjeta de crédito por el servicio que estaba contratando a Uber. Más claro no podría haber sido el asunto. En caso de no haber estado de acuerdo con la tarifa ofrecida, o que no me gustara el auto que iría por mí, o la cara del conductor del vehículo, podría haber cancelado la solicitud del servicio y pedir un taxi a un sitio, o subirme a mi coche e ir por mi cuenta a la boda, o caminar un par de cuadras para abordar una combi y dirigirme al Centro de la ciudad utilizando las diversas modalidades de transporte público.

En pocas palabras, antes de contratar a Uber acepté la tarifa que se me ofreció, el vehículo que me transportaría y el chofer que lo conduciría. Nadie apuntó una pistola a mi cabeza y me obligó a irme a la boda en el coche de Uber.

En otra ocasión en que necesité ir al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México solicité un automóvil mediante la app de Uber. Esa vez la tarifa que se me cotizó me pareció demasiado alta, no solicité el servicio y solicité un taxi a un sitio cercano que me cobró mucho menos. El taxi que me llevó era un Tsuru que necesitaba urgentemente un cambio de amortiguadores y el chofer no me ofreció una botellita de agua, pero sabía yo qué esperar y lo acepté sin mayor problema.

ruiz healy  hamburguesas de lu

Todo lo anterior viene a cuento porque francamente no entiendo la reacción, a mi juicio estúpida e infantil, de muchos usuarios de Uber que se quejaron de las altas tarifas que tuvieron que pagar por contratar los servicios de la empresa el día de la semana pasada en que la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) decretó el denominado doble no circula debido a la alta contaminación atmosférica. Esos usuarios llorones aceptaron las altas tarifas sin que nadie los obligara a hacerlo. ¿Les pareció muy altas? ¡Porqué diablos las aceptaron!

Peor aún fue la reacción del Gobierno del Distrito Federal que, tal vez para ganar algo de popularidad, salió en defensa de esos usuarios chillones, olvidando por completo que la relación de Uber con sus clientes es una transacción privada y convenida por ambas partes, que los vehículos de Uber no funcionan bajo el esquema de una concesión pública como ocurre con los taxis autorizados.

Mal se vieron los usuarios quejumbrosos. Mal se vio un gobierno defeño paternalista y demagogo. Y mal se vio Uber por dejarse intimidar por la autoridad local.

Ahora solo falta que el gobierno defeño decida defender a quienes consumen hamburguesas de lujo, tal vez las más caras de la ciudad, que se sirven en el comedero de los políticos The Palm. Después de todo, en varios puestos callejeros es posible adquirir una buena hamburguesa por solo 35 pesos, monto muy por debajo de los 400 pesos que hay que pagar por un producto similar en The Palm.

Comensales de The Palm, ¡tuiteen sus quejas y el gobierno defeño exigirá que les devuelvan los 365 pesos que pagaron de más por su hamburguesa de lujo!

En las marchas escucharemos ahora “¡Abajo Uber, abajo las hamburguesas de The Palm!”.

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