Eduardo Ruiz Healy
Desde que empecé a escribir en las páginas del periódico mexiqueño El Universal, hace ya casi 37 años, me he referido quién sabe cuántas veces al problema de la corrupción, el cual, a mi juicio, ha sido uno de los principales obstáculos para el desarrollo de México.
La mayoría de nuestros políticos y funcionarios de alto nivel han sido corruptos. La fortuna de muchos que han ocupado cargos públicos de mediano y alto nivel no se explica si se toman en cuenta los sueldos percibidos durante sus gestiones.

Claro que ha habido excepciones, pero eso es lo que han sido: casos excepcionales dentro un sistema político-económico en donde el que no tranza no avanza, en donde un político pobre es un pobre político, en donde nadie se resiste a un cañonazo de 50,000 pesos, y en donde la moral es un árbol que da moras.

Los que vivimos en el México de hoy suponemos que nunca como en el sexenio de Enrique Peña Nieto hubo tantos funcionarios corruptos. Tal vez sea el caso, pero en otras administraciones federales no cantaron mal las rancheras quienes estuvieron a cargo del gobierno federal.
Y así como hemos sido gobernados por presidentes que llegaron o se fueron del cargo siendo inmensamente ricos, los gobiernos de todos los estados y de los municipios más ricos del país también han sido un medio para que muchas personas se hagan de fortunas considerables. Hace tempo publiqué en este espacio una lista de aproximadamente 50 gobernadores y exgobernadores de todos los partidos que tienen una bien ganada fama de rateros.

A estos funcionarios podríamos añadir secretarios de Estado, funcionarios federales, directores de organismos públicos y paraestatales, funcionarios estatales y municipales, jefes y comandantes policiacos, legisladores y juzgadores.
En pocas palabras, la carrera burocrática ha sido utilizada por demasiados servidores públicos para volverse muy ricos, mientras que la mayoría de la población es pobre o clasemediera, sin perspectivas de mejorar su situación.

Los corruptos han contribuido a que México sea un país pobre, violento, mediocre e ignorante.
Ahora, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pide que nos olvidemos de ellos, pues someterlos a juicio causaría más divisiones en el país, y no cabrían en las cárceles tantos corruptos.

Se equivoca Andrés Manuel. Investigar, denunciar y someter a juicio a los políticos corruptos uniría al país como pocos temas pueden hacerlo; si de falta de espacios se trata, la construcción de cárceles generará empleos.
No puede haber ni perdón ni olvido para quienes han fastidiado a millones de mexicanos. En este tema soy 100% nini.
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