Ruiz Healy Times : Maldita impunidad


Índice Global de Impunidad
  • Índice Global de Impunidad IGI no ha dejado bien parado a México.
  • En 2020 país azteca no fue incluido en ranking “por inconsistencias”.
  • Poco alentadoras estadísticas de incidencia delincuencial enero-julio.
  • Los cinco países con mayor número de muertos por el Covid19 son  gobernados por populistas que son profundamente nacionalistas.

Eduardo Ruiz-Healy

El presidente Andrés Manuel López Obrador

El rector de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), Luis Ernesto Derbez, presentó ayer el Índice Global de Impunidad 2020 elaborado conjuntamente por dicha universidad, por su Centro de Estadios sobre Impunidad y Justicia (CESIJ) y por el Jenkins Graduate School de la misma UDLAP.

La información que contiene no puede ser más desalentadora en vista de que indica que desde que se elaboró el IGI anterior, en 2015, nada se avanzó para corregir las graves fallas estructurales que permiten que la impunidad sea parte de la cotidianidad de los mexicanos.

El IGI define impunidad como: “…la inexistencia de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena a penas apropiadas, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas (…) Entendemos la impunidad como una ‘cadena de impunidad’: proceso que inicia con la denuncia de un delito, continúa con la investigación por parte de las instituciones procuradoras de la justicia, la resolución de las instancias responsables de impartir justicia y finaliza con el castigo y/o reparación del daño”.

El principal objetivo del IGI es “visibilizar cuantitativamente el problema global de la impunidad y su relación con otros fenómenos complejos como la desigualdad, la corrupción y la violencia” ya que los “altos índices de impunidad pueden estar interrelacionados con problemas de desigualdad socioeconómica, acceso a la justicia, fragilidad del Estado de derecho, desarrollo económico insuficiente, dificultades para la atracción de nuevas fuentes de inversión extranjera y turismo, y (…) mayores violaciones a los derechos humanos”.

MÉXICO EXCLUIDO

Con base en la información disponible hasta 2019, el IGI incluye 69 países, México entre ellos. 136 no fueron incluidos por “irregularidades o inconsistencias significativas en la presentación de la información” o porque no difunden “estadísticas suficientes sobre seguridad y justicia que permitan una evaluación comparada”.

Donald Trump

Mediante una calificación que va de los 20.26 a los 68.82 puntos, los 69 fueron clasificados dentro de una de cuatro categorías: 1) Impunidad muy baja (de 20.26 a 32.97 puntos); 2) Impunidad baja (de 33.06 a 38.42); 3) Impunidad media (de 38.82 a 47.63); y 4) Impunidad alta (de 47.69 68.82).

México, al recibir 49.67 puntos, quedó en la nada distinguida posición 60, sólo arriba de Kirguistán, Nepal, Guyana, Paraguay, Azerbaiyán, Argelia, Marruecos, Honduras y Tailandia.

En lo que a México se refiere, las principales conclusiones que presentó ayer Derbez son las siguientes:

Hay 347.76 policías por cada 100 000 habitantes, arriba del promedio mundial de 314.86. Esto significa que no trabajan bien.

Hay 2.17 jueces por cada 100 000 habitantes, muy por debajo del promedio global de 17.83. Así es imposible tener un sistema de impartición de justicia eficiente.

¿Por qué la maldita impunidad es parte de la cultura nacional?

El IGI 2020 responde la pregunta y corrobora que quienes han gobernado al país desde 2015 no han hecho nada para corregir la situación.

Narendra Modi

El IGI 2020 está en www.udlap.mx/cesij/

 

PARA LOS DELINCUENTES

REGRESÓ VIEJA NORMALIDAD

 

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública difundió ayer las estadísticas de incidencia delincuencial para el periodo de enero a julio de este año.

Los números indican que el “quédate en casa” y el cierre de las actividades económicas que las autoridades consideraron “no esenciales” sirvieron para reducir el número de delitos perpetrados, si bien no fueron muy efectivas para reducir la propagación del nuevo coronavirus.

Los delincuentes no pudieron entrar a casas para robarlas, ni pudieron asaltar a la gente en la calles, ni pudieron llevarse el efectivo de los comercios.

En suma, la sensible reducción en el número de delitos fue una consecuencia positiva de la pandemia.

Si comparamos las cifras de los primeros siete meses de este año con las del mismo lapso de 2019, la reducción es impresionante.

El total de delitos se redujo 14.2%.

El homicidio culposo bajó 10.4% y el doloso apenas 1.2%. Las lesiones dolosas disminuyeron 15.9% y las culposas 12.8%.

El secuestro cayó también en todas sus modalidades: extorsivo 37.6%, con calidad de rehén 5.9%, para causar daño 42.9%, exprés 69.5%.

El tráfico de menores se desplomó 50.0%.

Número de policías por número de habitantes

También cayeron los robos: 23.4% a casa habitación, 24.6% el de coche, 16.8% el de motocicleta, 13.4% el de autopartes, 21.1% a transportista, 29.4% a transeúnte en vía pública, 25.3% en transporte público individual (taxis y similares), 44.3% en transporte público colectivo, 18.7% en transporte individual, 21.6% a negocio.

La reducción fue menos espectacular en otros rubros. Los delitos contra la libertad y la seguridad sexual disminuyeron apenas 0.5% y los delitos contra la familia 1.9%.

Sin embargo, el que la gente se quedara en sus casas probablemente propició el incremento en el número de otros delitos: el feminicidio aumentó 5.8%, el acoso sexual 35.2%, la violencia familiar 1.6%, la violencia de género en todas sus modalidades distinta a la violencia familiar 25.0%, otros delitos contra la familia 4.4%, corrupción de menores 10.9%.

Los casos de narcomenudeo se incrementaron 10.9%.

Desafortunadamente, el número de delitos perpetrados ha ido en aumento conforme se ha ido abriendo la economía.

Si comparamos las cifras de abril, cuando estaban cerradas las actividades económicas no esenciales, con las de julio, en que ya estaban casi totalmente abiertas todas las actividades, queda nuevamente en evidencia la falta de capacidad de nuestras autoridades para prevenir que actúen los delincuentes.

Homicidios dolosos

Ejemplos: el total de delitos aumentó 28.6%, las lesiones 15.4%, el feminicidio 2.8%, delitos contra la libertad personal 23.1%, el abuso sexual 32.7%, el acoso sexual 40.8%, el hostigamiento sexual 51.1%. Los robos totales se incrementaron 20.6%, a casa habitación 29.6%, de coche 8.9%, de motocicleta 11.6%, de autopartes 23.2%, en transporte público individual 27.5%, en transporte público colectivo 19.4%, en transporte individual 66.5%.

De junio a julio los homicidios dolosos aumentaron 4.0%.

Para los criminales, la vieja normalidad está de regreso y ahora, además de protegernos contra el coronavirus, debemos cuidarnos de ellos. Como dice un amigo: para variar, quedamos entre la espada y la pared, entre el SARS-CoV-2 y un delincuente.

 

UN GOBERNANTE ES POPULAR PORQUE

CONOCE Y COMPRENDE A SU GENTE

 

Los cinco países en donde más personas han muerto de COVID-19 son, en orden descendente, con el número de personas fallecidas entre paréntesis: Estados Unidos (173 072), Brasil (107 852), México (56 453), India (51 045) y el Reino Unido (41 366).

Jair Bolsonaro

Además del gran número de muertos que les ha ocasionado el nuevo coronavirus, los cinco países también tienen otra cosa en común: son gobernados por populistas que son profundamente nacionalistas sin que importe mucho si son conservadores de derecha como los gobernantes de Estados Unidos, Brasil, el Reino Unido e India y o liberales de izquierda como el de México.

Cuatro de estos gobernantes, el estadounidense Donald Trump, el brasileño Jair Bolsonaro, el británico Boris Johnson y el mexicano Andrés Manuel López Obrador se han rehusado a usar un cubrebocas públicamente, poniéndose uno solo en contadas ocasiones; dos de ellos -Bolsonaro y Johnson- ya enfermaron de COVID-19 y ni eso los persuadió para imponer medidas más estrictas para prevenir que el SARS-CoV-2 se disemine entre sus gobernados.

A diferencia de los otros,  Narendra Modi actuó de manera decisiva para contener la diseminación del coronavirus en su país después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretara la pandemia: ordenó el cierre de las actividades económicas no esenciales, se puso un cubrebocas y ordenó a sus conciudadanos a que también lo usen. Y si bien su país ocupa el cuarto lugar en cuanto al número de muertos por COVID-19, el número de muertos que se registra por cada millón de habitantes – 37 -, es una fracción de los 522 que se registran en Estados Unidos, los 507 en Brasil, los 438 en México y los 609 en el Reino Unido.

Desproporcionado número de jueces en el país

Pese a la crisis sanitaria y económica que afecta la India, la popularidad de Modi se mantiene alta. Un encuesta realizada en junio indica que el 74% de la población aprueba su gestión, mientras que una llevada a cabo en julio señala que 78% de las personas encuestadas consideró que su desempeño es «sobresaliente o bueno».

Para sus seguidores, según una de las encuestadoras, la popularidad del primer ministro indio se explica porque “Modi no tiene miedo, no es codicioso y no trabaja para beneficio personal. Tiene la oreja pegada al suelo. Conoce y comprende a la gente”

Luis Ernesto Derbez

Los porcentajes de estadounidenses, brasileños, británicos y mexicanos que aprueban la gestión de su presidente o primer ministro distan de ser los de Modi.

Trump es aprobado por el 43.3%, Bolsonaro por el 45%, Johnson por el 44% mientras que López Obrador por entre el 52% y el 58% según la encuesta que se consulte.

En el caso de AMLO es sorprendente que sean tantas las personas que aprueban su gestión si se toma en cuenta que hasta ayer habían muerto 56 mil  757 personas de COVID-19, una cifra de por sí es alta pero que de acuerdo a diferentes expertos está lejos de representar la realidad de la tragedia en vista de que seguramente hay decenas de muertos más que no han sido contabilizados por el gobierno.

Es probable que los mexicanos vean a su presidente como los indios ven a su primer ministro, como un gobernante que “no tiene miedo, no es codicioso y no trabaja para beneficio personal. Tiene la oreja pegada al suelo. Conoce y comprende a la gente”.

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