Ruiz Healy Times: La solidaridad no debe ser selectiva


cadenas humanas

Eduardo Ruiz Healy

Han trascurrido dos semanas desde que un terremoto sacudiera al centro y sur del país, matara a 98 personas en Chiapas, Oaxaca y Tabasco y destruyera edificaciones e infraestructura en gran parte de esos estados, sobre todo en las comunidades más pobres, muchas de ellas aisladas.

De inmediato, el gobierno federal se movilizó y envió recursos humanos y materiales para enfrentar la situación. El presidente Enrique Peña Nieto viajó varias veces a los sitios más golpeados y envió a los miembros de su gabinete a diferentes lugares para encabezar los trabajos de rescate de las víctimas y supervisar las actividades que deben realizarse en emergencias de tal magnitud.

Los mexicanos que residen en otros estados fueron conminados a donar lo que siempre hace falta en situaciones similares: agua, alimentos, medicamentos, ropa, biberones, pañales, catres, cobijas, tiendas de campaña y muchas cosas más. Se les invitó a donar dinero en diversas cuentas que bancos, empresas y organismos públicos establecieron para recibir los recursos.

Desafortunadamente, el monto de la ayuda y el dinero que fue llegando a Chiapas, Oaxaca y Tabasco resultó ser insuficiente. La famosa solidaridad de los mexicanos no se manifestó esta vez como en otras ocasiones.

A través de mi programa en Grupo Fórmula invité, día tras día, a mi audiencia a depositar dinero en dos cuentas bancarias y a mandar lo que pudieran a los centros de acopio distribuidos en la ciudad. Ojalá que muchos hayan atendido mi solicitud.

Llegó el martes pasado y, dos horas con catorce minutos después del simulacro de sismo que se realizó en la CDMX, tembló de verdad, 32 años después de que más de 10 mil  personas perdieran la vida en lo que recordamos como los sismos del 85.

Por fortuna, esta vez no tenemos tanto que lamentar. Cuando escribo esto el número de víctimas fatales llega a 267, 133 en la CDMX, 73 en Morelos, 43 en Puebla, 13 en el Estado de México, 4 en Guerrero y 1 en Oaxaca. Las pérdidas materiales también resultan ser mínimas si se comparan con las de 1985.

Cabify

DESBORDA SOLIDARIDAD EN CIUDAD DE MÉXICO

Curiosamente, la solidaridad de los unos con los otros que no se asomó mucho en el caso del sureste de nuestro país, desde el martes de nuevo se desbordó en la CDMX y qué bueno que así sea. Las zonas afectadas están repletas de voluntarios y fluyen los bienes materiales necesarios en esos lugares. Diversas empresas han anunciado que donarán buenas cantidades de dinero para apoyar a los damnificados y reconstruir lo que derribó el temblor.

Aprovechemos el momento para voltear hacia Chiapas, Oaxaca, Morelos, Puebla, Estado de México y Guerrero, que desde el martes también enfrentan diversas crisis.

La solidaridad no debe ser selectiva y concentrarse exclusivamente en el lugar en donde uno reside.

Uber

URGE UNA ESTACIÓN DE RADIO PARA EMERGENCIAS

Antes de las 13.13 horas (Centro) de ayer, mi intención era dedicar esta columna al discurso que pronunció ayer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, el presidente de Estados Unidos. Deseaba manifestar mi preocupación por las palabras en extremo beligerantes que utilizó Donald Trump al referirse a Corea del Norte y Venezuela, países que hoy son gobernador por dos dictadores dispuestos a estirar la liga hasta sus máximos límites sin aparentemente estar muy preocupados de que, al hacerlo, se lleven al mundo entre sus patas. También tuvo palabras duras para el régimen teocrático de Irán y la cada día más poderosa China. Quería comentar sobre su amenaza de “destruir totalmente a Corea del Norte si ésta amenaza a Estados Unidos”.

Mi intención cambió debido al terremoto que ayer golpeó a la Ciudad de México y otras zonas del país, exactamente 32 años después del devastador sismo del 19 de septiembre de 1982.

El terremoto me agarró entrando a las instalaciones de TV Azteca, en el sur de la CDMX. Al principio no sentí nada y me extrañó que cientos de personas estuvieran saliendo del lugar. Alguien me dijo que estaba temblando y fue en ese momento cuando sentí como se movía la tierra bajo mis pies. Me ordenaron dirigirme a un lugar considerado seguro en donde ya había mucha gente y ahí permanecí hasta que me fui al estudio donde cada semana grabo el programa La de Ocho. Ahí encontré a mis compañeros Lourdes Mendoza y Horacio Rubio y decidimos no grabar para que Azteca utilizara nuestro espacio para difundir noticias relativas al sismo.

Opté por ir a la sede de Grupo Fórmula en Av. Universidad, para conducir mi programa que desde ahí transmito. Tardé casi 45 minutos para salir del estacionamiento de TV Azteca para luego circular muy lentamente en el Periférico. Cuando vi que nunca llegaría a Fórmula me dirigí a mi oficina, a donde llegué dos horas después de salir del mencionado estacionamiento.

Afortunadamente, Juan Azcárraga y Álvaro Rattinger se encargaron de conducir el programa e informar al público sobre lo que se iba conociendo de los efectos del temblor. Yo, con mi celular AT&T totalmente fuera de servicio y atrapado en el tráfico, no pude entrar al aire.

Durante las dos horas en que permanecí dentro de mi auto constaté que las estaciones de radio no disponían de información amplia y suficiente sobre el suceso en vista de que las comunicaciones estaban parcialmente colapsadas.

Los gobiernos federal y estatales deben tener una estación de radio que en emergencias difunda información oportuna y pertinente y oriente al público sobre lo que debe hacer en estas situaciones. Urge.

Desbordó la ayuda en Cd. de México

INMUEBLES COLAPSADOS ¿RESULTADO DE LA CORRUPCIÓN?

Al momento de escribir esto el número de víctimas fatales del terremoto del martes 19 llegaba a 225. De estos, 93 decesos ocurrieron en la Ciudad de México, 71 en Morelos, 43 en Puebla, 12 en el Estado de México, cuatro en Guerrero y una en Oaxaca. Si bien todas estas pérdidas de vidas son lamentables, más doloroso es el caso de los 20 niños que sucumbieron al derrumbarse parte del Colegio Enrique Rébsamen, en la colonia Coapa de la CDMX.

La devastación y número de víctimas podrían haber sido mayores si consideramos la fuerza del sismo -7.1 grados Richter-, la cercanía del lugar de su epicentro a la CDMX –unos 140 kilómetros-, y la poca profundidad de dicho epicentro -57 kilómetros.

Afortunadamente, mucho hemos aprendido todos a partir del temblor del 19 de septiembre de 1985. Hoy realizamos periódicamente simulacros que nos enseñan cómo actuar durante y después de un sismo; los edificios que se han construido desde ese año han tenido que cumplir con requisitos más estrictos para soportar los movimientos que se dan durante un terremoto; muchas construcciones fueron reforzadas para aguantar otros eventos similares.

También se nos dijo que los edificios que se construyeron antes del 85 fueron revisados por distintos organismos públicos para verificar que sus estructuras eran aptas para soportar otros movimientos telúricos. Algunas de estas destrucciones fueron reforzadas y otras, las menos, demolidas.

Aparentemente, a juzgar por lo que ocurrió el martes, varios edificios construidos después del 85 y algunos antes de ese año no fueron revisados correctamente por las autoridades encargadas de ello. En el área golpeada por el sismo se cayeron decenas de edificaciones; por lo menos 40 en la CDMX. Los edificios dañados suman decenas.

Algo falló, evidentemente, y en un país que registra tan los altos niveles de corrupción e impunidad es lógico suponer que un buen número dueños de edificaciones, constructores y autoridades se coludieron para violar los reglamentos de construcción.

 

Voluntarias clasificaron y empacaron ayuda en Cd. de México

CABIFY Y UBER, HAN FALLADO; DEBEN SER REGULADOS

Cuando iniciaron sus operaciones en México, las empresas Cabify y Uber fueron muy bien recibidas por el público en vista de que al principio ofrecieron un servicio de transporte de pasajeros de calidad, muy superior al que desde siempre han ofrecido los taxis del país.

Ambas empresas ofrecían autos limpios y de modelo reciente, conductores bien aseados y corteses que hasta convidaban una botella de agua a sus pasajeros, rutas seleccionadas por la aplicación Waze para llegar rápidamente al destino, tag para circular en el Segundo Piso del periférico de la CDMX. En resumen, algo que raramente se ve en los taxis citadinos.

En la CDMX, las cosas empezaron a cambiar en abril de 2016, cuando entraron en vigor las contingencias ambientales y todos los automóviles, nuevos incluidos, dejaron de circular un día a la semana durante tres meses.

Por lo anterior, la demanda por los servicios de ambas empresas aumentó y Uber incrementó excesivamente sus tarifas. El 6 de abril de 2016 cobró hasta 10 veces su tarifa y fue hasta mayo cuando anunció que ya no subiría más de 1.5 veces en casos de demanda extrema. El mismo día en que Uber abusó de sus clientes, Cabify informó que durante los tres meses de la continencia daría un descuento del 25% en algunas de sus tarifas.

El negocio que hacen las dos empresas en nuestro país es tan bueno que miles de personas han comprado automóviles, generalmente compactos, para inscribirlos a una u otra empresa. Estas personas no conducen los autos sino que contratan a choferes que por manejarlos de ocho a 12 horas reciben un sueldo o comisión. Operan igual que miles de taxis en el país solo que con una app que facilita el negocio. Ahora, cada vez más autos están desaseados, los conductores no son amables y carecen del tag para utilizar el Segundo Piso “porque el dueño del coche no quiere gastar”.

La idea original de Uber y Cabify era que los dueños de vehículos dedicaran unas horas al día al negocio, manejando sus propios coches, para obtener un ingreso adicional. Esa idea se desvirtuó y ahora hay dueños de flotillas de autos que rentan a choferes que en realidad son sus empleados.

Con tal de hacer negocio, Cabify y Uber permiten que cualquier persona conduzca los vehículos y no verifican correcta ni exhaustivamente sus antecedentes.

La semana, una chica de 19 años fue secuestrada, violada y asesinada, presuntamente por un chofer de Cabify. Este lamentable caso es uno de tantos ocurridos en los últimos años, en donde un conductor de Uber o Cabify estuvo involucrado.

Estas dos empresas traicionaron sus propósitos originales y descuidaron a su público. Por eso deben ser reguladas y vigiladas por la autoridad.

La tragedia de Juchitán

UN RECTOR IDIOTA

En lo que va del año ha sido asesinadas 83 mujeres en Puebla. La víctima más reciente de este delito fue una estudiante de 19 años que, según la Fiscalía General poblana, fue secuestrada, violada y asesinada el 8 de septiembre pasado por un chofer de Cabify.

El miércoles pasado, durante una conferencia de prensa, Job César Romero Reyes, rector de la Universidad Madero de Puebla (UMAD), afiliada a la iglesia metodista, explicó por qué, según él, en Puebla han sido asesinadas casi 500 mujeres desde 2011:

“Para mí se deben a la descomposición de la sociedad y a las libertades que las chicas tienen. Ahora, cualquiera de ellas puede salir a muy altas horas de la noche, pueden regresar. Ellas han ido ganando espacios en las familias para tener esa libertad, esa autonomía para viajar en su carro o en otros medios. Yo creo que en esa libertad, y en descomposición de la sociedad, se vuelven presas de gente que tenga interés de lastimarlas… tenemos que educar más a las chicas para que se protejan y que puedan viajar seguras”.

Lo que dijo este individuo, responsable de la educación de unos 1,300 jóvenes, es imperdonable e injustificable; una total estupidez. Según él, las mujeres fueron asesinadas por no quedarse en casa, buscaron la muerte por ejercer su libertad, por salir de noche, por salir solas, por “viajar en su carro o en otros medios”. O sea, que fueron las culpables de lo que les sucedió; ellas se lo buscaron.

La opinión misógina y machista de este supuesto educador fue de inmediatamente criticada en la mayoría de los medios de comunicación poblanos y del resto del país; las idioteces que dijo no fueron ignoradas en las redes sociales y su nombre fue trending topic en Twitter, en donde por cierto este personaje de mentalidad retrógrada no tiene cuenta.

Job César, trató de sacar la pata de dónde la metió por medio de un comunicado de prensa que en parte dice:

“¿Por qué se han multiplicado los asesinatos a mujeres? Mi respuesta es que se debe a la descomposición social y porque ahora hay más libertad. Obviamente tenemos que avanzar y el empoderamiento de la mujer no debe detenerse… hoy en día las mujeres tienen más empoderamiento y ahora tienen mayor libertad, mayores recursos y pueden estar más propensas a enfrentar situaciones de riesgo, sin embargo eso no quiere decir que ellas sean responsables, simplemente es un factor de riesgo y se convierten en blanco de la delincuencia”.

Aceptemos sin conceder que Romero Reyes escogió mal sus palabras durante la conferencia de prensa. Su comunicado de prensa no cambia la percepción de que la UMAD es dirigida por un rector idiota. De esa percepción él sí, indudablemente, es culpable.

Sitio web: ruizhealytimes.com

Twitter: @ruizhealy

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Job César Romero Reyes