Ruiz Healy Times: El poder del estrellato


Donald Trump
  • Ser figura pública ayuda a personas a incursionar en política.
  • Ronald Reagan y Donald Trump, dos claros ejemplos de ello.
  • Consumidores estadounidenses pagan por caprichos de Trump.
  • Impone Estados Unidos nuevo arancel a jitomates nacionales.
  • Utópicos, Planes de Desarrollo de los gobernantes de México.
  • ¿Sirven de algo o para algo las marchas que se realizan en el país.

Eduardo Ruiz Healy

Ronald Reagan tenía 26 años en 1937 cuando debutó como actor cinematográfico en Love is on the Air, una película que hoy nadie recuerda.

Fue un actor mediocre, pero se hizo famoso después de aparecer en 54 cintas entre 1937 y 1964 y en 17 programas de TV entre 1950 y 1965 (de 1954 a 1962 fue el anfitrión de 235 emisiones de la serie dominical de televisión General Electric Theater).

En 1964 decidió dedicarse de lleno a la política. Fue electo gobernador de California en 1966 y reelecto en 1970 para el periodo 1971-75. En noviembre de 1980, teniendo 69 años, ganó la elección presidencial y en enero de 1981 se convirtió en el 40° presidente de Estados Unidos. En 1984 fue reelecto para el período 1985-1989.

Ronald Reagan

Reagan probablemente no hubiera sido gobernador y presidente si antes de emprender su carrera política no hubiera sido ampliamente conocido. Le ayudó también ser un hombre que sabía cómo comunicar sus ideas.

La fama que proporciona ser estrella de cine, televisión, deporte o del mundo del entretenimiento ha hecho posible que centenas de personas incursionen en la política, con diferentes grados de éxito.

Tratándose solo de actores-políticos, en Wikipedia aparecen más de 200 nombres.

Donald Trump, si bien nunca fue actor, supo crearse desde muy joven una imagen pública, primero como un supuestamente exitoso desarrollador inmobiliario producto de la cultura del esfuerzo, luego como el fundador de diversas empresas que a la postre quebraron, y después como coautor de 18 libros que lo ayudaron a posicionarse como un moderno Rey Midas y un genio de la negociación. Finalmente, cuando era una personalidad, incursionó en el mundo del espectáculo.

Entre 1985 y 2012 apareció, como el mismo, en 18 programas de televisión y 13 películas. Nunca rehuyó ser entrevistado en los medios y sin empacho alguno hablaba de sus preferencias sexuales en The Howard Stern Show. Y claro, de 2004 a 2015 fue el conductor del exitoso reality show El Aprendiz (The Apprentice).

Con tal de construir su imagen pública, hasta actuó en comerciales de TV de Piza Hut y McDonald’s y en un video musical.

Y mientras sucedía todo lo anterior era un empresario quebrado, de acuerdo con sus declaraciones fiscales para el periodo 1985-1994 que dio a conocer el miércoles pasado el diario The New York Times (www.nytimes.com). En  ocho de esos 10 años Trump reportó pérdidas que ascendieron a 1170 millones de dólares. Solamente en 1991 perdió 418 millones de dólares.

Y todo esto sucedía mientras lanzaba tres libros supuestamente escritos por él: The Art of the Deal (1987), Surviving at the Top (1990) y The Art of Survival (1991).

El reportaje del diario neoyorquino anota que “Los números correspondientes a los impuestos, para los ejercicios fiscales de 1985 a 1994, pintan una imagen mucho más lúgubre de las capacidades de negociación de Trump y de su situación financiera que la que él ha querido transmitir desde hace tiempo”.

Lo que se lee en el New York Times deja claro que Trump es un embaucador y un mal empresario que supo aprovechar el poder del estrellato para convertirse en el hombre más poderoso del mundo sin la menor experiencia política.

Da miedo pensar que el mundo está hoy en manos de él y otros que se le parecen mucho.

Abusivos aranceles de EU a jitomate

CONSUMIDORES DE EUA PAGAN POR CAPRICHOS DE TRUMP

En enero de 2018, Trump fijó un arancel del 20% a las lavadoras de ropa que México exporta a Estados Unidos.

Meses después, el 1 de junio, entraron en vigor aranceles del 25% al acero y 10% al aluminio que el presidente gringo impuso a estos productos mexicanos, aduciendo razones de seguridad nacional.

Y ayer, el gobierno estadounidense anunció que desde ya gravará al jitomate mexicano con un arancel de 17.5%.

Y entre arancel y arancel, decretado no por razones de seguridad nacional, sino para proteger a sus propios productores de lavadoras, acero, aluminio y jitomates, el mandatario republicano ha seguido denostando a nuestro país, a sus habitantes y a sus autoridades, ignorando los graves problemas sociales que hacen que el mercado estadounidense para drogas y armas sea el más grande del mundo.

Trump insiste en construir su muro fronterizo; acusa a nuestro gobierno de no hacer lo suficiente para combatir a los narcotraficantes pese a los 300 000 muertos que nos ha costado la guerra contra las drogas; exige que México impida la entrada de miles de migrantes centroamericanos sin detenerse a pensar que ni su gobierno es capaz de detener a miles de migrantes ilegales que cada año ingresan con visa de turista.

Jitomate mexicano rumbo a supermercados de Estados Unidos

En pocas palabras, la actitud de Trump hacia nuestro país no ha variado desde que anunció su candidatura presidencial, el 16 de junio de 2015, mediante un discurso en el que dijo que México envía a su país a «corruptos, delincuentes y violadores» y que, tal vez, a “algunas buenas personas”.

Ha impuesto aranceles a productos hechos en México con dos objetivos en mente: afectar a nuestra economía y privarla de miles de millones de dólares que tanto requiere y ganar la buena voluntad de los votantes que trabajan en las industrias que supuestamente busca proteger por medio de aranceles.

Afortunadamente, el arancel a las lavadoras no ha satisfecho los objetivos trumpianos ya que de enero a septiembre de 2018 México exportó a Estados Unidos lavadoras y sus partes por un valor de 211.6 millones de dólares, 4.5% más que en el mismo periodo de 2017.

A fin de cuentas, fueron los consumidores estadounidenses los que tuvieron que pagar más por sus lavadoras mexicanas, frustrándose así lo que buscaba Whirlpool Corporation, la fabricante de lavadoras que solicitó la fijación del arancel para defenderse contra la competencia que le representan los fabricantes de nuestro país.

Lo mismo ocurrió con el acero, cuyas exportaciones mexicanas en 2018, pese al arancel, aumentaron 10.2% respecto a 2017 porque son muchos los productos Made in the USA que necesitan estos dos insumos.

Lo mismo ocurrirá con el tomate. Un estudio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos determinó hace años que los consumidores no dejan de comprar este producto aunque su precio aumente hasta en un 43%. No imagino a un estadounidense comiendo una ensalada o hamburguesa sin tomates.

Es evidente que los consumidores estadounidenses son los que acaban pagando los caprichos de su presidente que lo han llevado a declarar insensatas guerras comerciales contra México y otros países. Los números demuestran que fijar aranceles no ha funcionado a quien se apoderó del Partido Republicano y traicionó sus valores.

El presidente Andrés Manuel López Obrador al presentar su Plan Nacional de Desarrollo

INCUMPLIBLES E INÚTILES PLANES DE DESARROLLO

Cuando fue expedida la Constitución de 1917, su Artículo 26 decía: “En tiempo de paz, ningún miembro del Ejército podrá alojarse en casa particular, contra la voluntad del dueño, ni imponer prestación alguna. En tiempo de guerra, los militares podrán exigir alojamiento, bagajes, alimentos y otras prestaciones, en los términos que establezca la ley marcial correspondiente”.

El 7 diciembre de 1982, el presidente Miguel de la Madrid presentó al Congreso una iniciativa para reformar y adicionar diversos artículos constitucionales con el objeto de establecer, entre otras cosas, la rectoría del Estado sobre la economía y el sistema de planeación democrática del desarrollo.

La iniciativa se aprobó 20 días después y el decreto se publicó el 3 de febrero de 1983 en el Diario Oficial de la Federación (DOF).

Así, el texto original del Artículo 26 se convirtió en el último párrafo del Artículo 16 y el nuevo Artículo 26 estableció, entre otras cosas, que el Estado debe de organizar “un sistema de planeación democrática del desarrollo nacional que imprima solidez, dinamismo, permanencia y equidad al crecimiento de la economía para la independencia y la democratización política, social y cultural de la Nación” y que “mediante diferentes sectores de la sociedad, el Estado debe recoger las demandas de la sociedad para que las incorpore al plan…”.

El nuevo Artículo 26 que dio origen al Plan Nacional de Desarrollo (PND) constaba de 198 palabras. Desde febrero de 1983 a enero de 2016, se ha modificado cinco veces y ahora consta de 933 palabras, lo que demuestra que para echar rollo, nuestros legisladores se pintan solos.

El primer PND fue para el periodo 1983-1988 y fue presentado por De la Madrid. Desde entonces, cada uno de sus seis sucesores ha elaborado y presentado su propio plan.

Hace algunos días el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó el suyo, correspondiente al periodo 2019-2024. De inmediato, el documento fue criticado por sus detractores, tal como en su momento fueron descalificados por sus opositores los de De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.

Los detractores de AMLO opinan que su PND, más que un plan de desarrollo, es un manifiesto contra el sistema económico neoliberal, y aseguran que la mayoría de los objetivos que se propone son irreales, difíciles de alcanzar y, en algunos casos, incuantificables.

Muchas de las críticas son justificadas y están bien sustentadas, tal como en su oportunidad lo fueron las que se lanzaron contra los seis   planes anteriores que, sin excepción, fueron solamente largas listas de buenas intenciones, planes que fracasaron y nunca alcanzaron los objetivos que plantearon.

Y lo mismo ocurrirá con el plan lopezobradorista que, al igual que los que le precedieron, es el resultado de una ocurrencia tecnocrática de Miguel de la Madrid que fue avalada por las sumisas mayorías priistas que controlaban a los congresos federal y estatales en la primera mitad de su sexenio.

Elaborar un documento que para nada sirve, como es el PND sexenal, es un ejercicio inútil, costoso y que no beneficia al país.

Si Andrés Manuel desea acabar con un absurdo del pasado neoliberal, haría bien en derogar las reformas al Artículo 26 que hace 36 años aprobó el Constituyente Permanente, y sus subsecuentes reformas.

Imágenes de la «megamarcha»

¿SIRVEN DE ALGO MARCHAS Y MANIFESTACIONES?

El domingo, 5 de mayo, marcharon unas 15 000 personas —según las cifras de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México— desde el Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución para protestar contra el presidente Andrés Manuel López Obrador y su forma de gobernar al país.

La organización que convocó a la marcha, Nosotros Somos Chalecos México, aseguró que fueron 70 000 asistentes, de acuerdo a un tuit difundido por medio de su cuenta @NSChalecosMx.

En su página de Facebook, dicha organización se presenta así: “Todos somos México. Somos los ciudadanos que sin distinción de color, credo, género, ideología, saldremos a las calles si este mal gobierno no deja de cometer arbitrariedades…”.

Por tratarse de un grupo creado por ciudadanos que supuestamente no distinguen ideología, llama la atención que los grupos afines sugeridos por la propia red social sean Mexicanos con AnayaMexicanos al Grito de Anaya!!!Calderonistas por ConvicciónRed Ciudadana por un México LibreTodo México con Ricardo Anaya y otras similares.

Es decir, los algoritmos determinan que Nosotros Somos Chalecos México es similar a grupos en Facebook que apoyan al expresidente Felipe Calderón o al excandidato presidencial panista. ¿Será un error de los algoritmos o éstos determinaron que los Chalecos tienen una clara tendencia política? Eso le toca responder a quienes están al frente de esta organización.

Ahora bien, ¿sirvieron de algo las marchas que el 5 de mayo se realizaron para protestar contra AMLO? ¿Renunciará el presidente porqué así se lo exigieron algunos de los marchistas?

El expresidente Vicente Fox encabezó en Guanajuato la marcha antiamlo

A juzgar por numerosos estudios que se han realizado para medir la efectividad de las marchas callejeras para promover un cambio político, social o económico, la respuesta es no (aunque  ciertamente ha habido excepciones, como las que contribuyeron a derrocar a los gobernantes de Egipto en 2011, y de Ucrania en 2014).

Las marchas y manifestaciones perdieron su efectividad, dicen los expertos, porque quienes en ellas participan no tienen una relación formal entre sí; tampoco existe una jerarquía clara ni líderes identificables.

Antes, eran organizadas por activistas que la gente conocía y que seguían actuando políticamente después de cada manifestación.

Hoy, las invitaciones a las manifestaciones se hacen a través de las redes sociales y provienen de grupos desconocidos cuyos líderes son igualmente desconocidos. Las redes sociales viralizan las convocatorias, pero terminada la marcha, la mayoría de los participantes se regresan a sus casas creyendo que gracias a su caminata, gritos, eslóganes y pancartas lograrán provocar el cambio deseado.

En su artículo titulado Why Street Protests Don’t Work, que se publicó el 7 de abril de 2014 en la revista estadounidense The Atlantic, Moises Naim escribió: “Lo que hemos presenciado en los últimos años es la popularización de las marchas callejeras sin un plan para lo que sucederá a continuación y para mantener a los manifestantes comprometidos e integrados en el proceso político. Es solo la última manifestación de la peligrosa ilusión de que es posible tener democracia sin partidos políticos, y que las protestas callejeras basadas más en las redes sociales que en la organización política sostenida es la manera de cambiar la sociedad”.

 

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