Reportajes Metropolitanos: Hércules


  • Personaje central de las literaturas griega y romana.
  • Titánicas tareas fueron encomendadas al personaje.
  • Adivinos predijeron cualidades y virtudes del héroe.

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Plagado de las virtudes y los heroísmos de un héroe sin par en la literatura griega y romana, Hércules, su nombre, persiste hasta la actualidad. Es ejemplo para muchos atletas, ya que sin importar si son profesionales o no, sólo necesitan el deseo de tener el valor y la fuerza física que puedan ser similares, aunque no iguales, a los del héroe legendario de la antigüedad. La de los doce trabajos de Hércules es una de las leyendas más bellas de la antigüedad clásica.
Antes de pasar a relatarlos es prudente mencionar algunos datos que proporcionen alguna información una de las serpientes y las ahogó de un solo apretón. Alcmena, que había casado con el rey Anfitrión, pidió auxilio. Al ver la fuerza de aquella criatura, el rey llamó a Tiresias, profeta del excelso Zeus, quién predijo el futuro del niño.

Alcmena, madre de Hércules

AUGURANDO SU PORVENIR

Auguró a cuántos engendros del mar aniquilaría, como entablaría combate con los gigantes y los vencería, y como al fin de su fatigosa existencia terrenal le aguardaba la vida eterna al lado de los dioses y que Hebe, la eterna juventud, sería su celestial esposa. Al conocer el futuro de la criatura, Anfitrión llamó a todos los héroes conocidos para que lo educaran e instruyeran. Su mismo padrastro le enseñó el arte de gobernar un carro.
Tender el arco y disparar flechas con acierto se lo enseño Eurito. La lucha y el pugilato corrieron a cargo de Harpálico. Comolco cuidaba del canto y del manejo armónico de la lira. Cástor, vástago de Zeus, le enseñó a pelear en campo abierto de manera ordenada y con pesada armadura, y Lino, el iracundo anciano hijo de Apolo, le ilustró en la ciencia de la lectura y la escritura. Lino lo agredió, Hércules lo mató. Fue a juicio y exonerado por el famoso y probo juez Radamanto quien sentó la jurisprudencia de que no procede la venganza de sangre cuando una muerte es consecuencia de la propia defensa. Las primeras hazañas de Hércules ocurrieron en razón de que eligió seguir el camino de la virtud. Grecia cubierta por densas selvas con feroces leones, devastadores jabalíes y otros muchos monstruos.

ARDUATAREA

A Hércules le estaba reservada la misión de limpiar el país de todas esas alimañas. Vuelto al lado de los suyos, se enteró que un león causaba grandes estragos. Hércules subió al monte y en descomunal batalla mató a la fiera y después de desollarla se puso su piel sobre los hombros y la mandíbula sobre la cabeza a manera de casco (esta representación es la que algunas veces observamos cuando se quiere describir la figura de Hércules).
Recibió a los heraldos de Ergino, rey de minios, encargados de percibir de los tebanos un tributo anual que era afrentoso e injusto. Hércules pronto terminó con esos emisarios que habían cometido toda clase de abusos. Mutilados y atados del cuello por cuerdas los envió de nuevo a su amo. Ergino exigió la entrega del héroe a Creonte, rey de los tebanos, pero Hércules persuadió a varios jóvenes a levantarse y escuchó la 3 voz de Atenea que lo llamaba a su templo. Los pertrechó con sus propias armas que colgaban en dicho santuario.
Se dirigieron a un desfiladero a esperar a los minios que ya estaban cerca. A pesar de su superioridad fueron aniquilados y el rey Ergino murió en el combate al igual que el rey Anfitrión, padrastro de Hércules. Terminada la batalla nuestro héroe se dirigió a Orcomeno, capital de los nimios, forzó sus puertas, entró y destruyo el palacio del rey. Toda Grecia quedó admirada y el rey Creonte le dio en matrimonio a su hija Mégara, de la cual el héroe tuvo tres hijos. Su madre Alcmena volvió a casar con el juez Radamanto. Los mismos dioses obsequiaron al victorioso semidiós: Hermes le dio una espada, Apolo flechas, Hefesto un carcaj de oro y Atenea una magnifica cota nueva.

Combatiendo a la Hidra de Lerna

MELANCOLÍA Y REFLEXIÓN

Pronto el héroe encontró la ocasión de agradecer a los dioses las distinciones de los cobardes. Euristeo, que por envidia y malas maniobras de Hera nació antes que Hércules, llamó a éste para encargarle diversos trabajos, doce en total, ya que era su súbdito. Inconforme, Hércules se sumió en una profunda melancolía, servir a un inferior repugnaba al sentimiento de su propio valer. Al consultar al oráculo de Delfos obtuvo la siguiente respuesta: la supremacía de Euristeo se menguaría por mandato de los dioses si ejecutaba los trabajos que se le asignarían y, una vez realizados, participaría de la inmortalidad. La terrible enfermedad del ánimo lo transformó a tal grado que cayó en la locura, empezó a disparar su arco creyendo que disparaba contra los gigantes y así mato a sus propios hijos habidos de Mégara. Le costó mucho trabajo la recuperación de aquella enajenación, la cual, al mitigarse, le llevó a aceptar los trabajos.

Matando al león de Nemea

HÉRCULES, LAS  GRANDES TAREAS

Don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar nos platica sobre los trabajos que Euristeo le asignó a Hércules. Fueron doce:

Primero. Matar al león de Nemea y traer su piel como comprobación. Este monstruo moraba en la región de Argólida en las selvas del Peloponeso y no podía ser herido por armas humanas. El héroe inició la búsqueda armado con su arco y flechas así como con una porra hecha con el tronco de un olivo silvestre encontrado en el monte Helicón y que había arrancado de cuajo. Buscó y esperó al león cerca de su cubil y le disparó tres flechas. Rebotaron en su piel. Ninguna penetró. Furioso, el animal se lanzó contra él para matarlo.
Con su porra Hércules le propinó tal mazazo que el león cayó aturdido al suelo, momento que aprovechó el héroe para lanzarse al cuello del animal y lo asfixió con sus brazos.

Le tomó tiempo desollar a su víctima hasta que con las garras del león lo consiguió fácilmente. Con la magnífica piel se fabricó una coraza y con las fauces un nuevo casco. Tomó sus armas y el resto de la piel, ofrendó una víctima a Zeus y regresó con Euristeo, el cual sintió pavor al ver la fuerza del héroe y corrió a ocultarse en una jarra de bronce de Pélope.

Segundo. Dar muerte a la Hidra de Lerna, hija de Tifón y Equidna, monstruo acuático en forma de serpiente de nueve cabezas. Solía salir a tierra y destrozar los rebaños. Devastar los campos. Ocho de sus cabezas eran mortales y la del centro inmortal. Hércules se dirigió animoso a su encuentro en un carro conducido por su sobrino Yolao. Avistaron a la hidra en su guarida en la cumbre de una colina junto a las fuentes de Amimone y detuvieron el carro. Hércules bajó y lanzando ardientes flechas obligó a la hidra a salir, cosa que hizo silbando y agitando los nueve cuellos.
Avanzó hacia la fiera tomándola fuertemente y no soltándola más. Le aplastó una por una las cabezas a porrazos, pero no conseguía nada, ya que apenas aplastaba una nacían dos. Además, un cangrejo gigante acudió en ayuda de la Hidra y le clavó sus pinzas en el pie de Hércules, al que mató de un porrazo. Llamó a Yolao en su ayuda, que prendió fuego al bosque cercano. Hércules tomó un tizón y lo aplicó a las cabezas.
Sólo así pudo impedir que continuaran desarrollándose.

Tercero. Capturar viva a la cierva de Cerinea con su cornamenta de oro y pies de bronce que pastaba en una colina de Arcadia. La persiguió durante un año pues no quería lastimarla, sin embargo, para atraparla tuvo que herirla en una pata con una flecha que no estaba envenenada. La diosa Artemisa le reclamó, pero Hércules lo justificó. Calmada la ira de la diosa, todo terminó y el héroe llevó al animal vivo a Micenas.

Cuarto. Llevar vivo el jabalí de Erimanto a Micenas (también consagrado a Artemisa) que devastaba la región.
Al llegar se encontró con el centauro Folo, mitad hombre mitad caballo, que le dio comida y al pedirle bebida le dijo que sólo tenía un barril, pero que pertenecía a los centauros en común. Al abrirlo se presentaron muy disgustados sus compañeros. Hércules luchó contra ellos, pero al disparar una flecha, que, al atravesar el brazo de uno, fue a dar a la rodilla de su gran amigo el centauro Quirón. Versado en el arte de curar nada pudo hacer y murió en brazos de su gran amigo.
Los centauros mataron también a Folo. Luego Hércules siguió la ruta del jabalí y con sus gritos lo hizo salir del espesor del bosque, lo persiguió por un campo de nieve hasta extenuarlo de fatiga y le dio alcance, lo amarró con una cuerda y lo llevó vivo tal y como le tenían las alas, el pico y las garras de hierro. Se encontraban en el lago Estínfalo en Arcadia y poseían la virtud de disparar sus plumas como flechas y perforar con el pico corazas de bronce.

Hercules

PODER DEL SONIDO
Hércules no sabía qué hacer, cuando de repente se le apareció Atenea que le entregó dos poderosos címbalos de bronce que Hefesto había fabricado. Hércules subió a la cima del monte y tocó tan fuerte los instrumentos que las aves escaparon abatidas y con su arco aniquiló a la casi totalidad.

 Séptimo. Domar al toro de Creta, un toro que Poseidón había enviado para que se le sacrificara en su honor, pero el tramposo rey lo ocultó y sacrificó a otro animal. Furioso, Poseidón hizo muy bravo al toro, el cual arrasó la isla de Creta. El héroe lo domó con su fuerza heroica y el animal se dejó conducir en un barco a través del mar por el Peloponeso, pero después de contemplar al magnífico animal lo soltó y éste recayó en su antigua furia. Asoló el país de Maratón hasta que, más adelante, Teseo lo volvió a dominar.
Octavo. Llevar a Micenas a las yeguas del tracio Diomedes, equinos salvajes y vigorosos que había que tener atados a pesebres de hierro y cadenas del mismo metal. Su forraje no era avena, sino carne de los extranjeros que tenían la desgracia de entrar a la ciudad. Lo primero que hizo Hércules al ingresar fue aprehender a tan inhumano monarca y echarlo a sus propias yeguas, venció a tres guardias que cuidaban los pesebres. Le encomendó el cuidado a Abdero, hijo de Hermes, y cuando regresó vio el cuerpo destrozado de su amigo, lo lloró y fundó la ciudad de Abdera, domó las yeguas y las llevó ante la presencia de Euristeo, el cual las consagró a Hera. Se dice que Alejandro de Macedonia montó en alguna de ellas.
Noveno. Traer a Euristeo el tahalí (correaje o banda de cuero, cruzada al pecho y utilizada para sujetar y llevar armas blancas) de la amazona Hipólita como presente para su hija Admeta. Las amazonas se encontraban en una región ubicada alrededor del río Termodonte y sólo criaban a las hembras de sus hijos. Hipólita era su reina y su signo de soberanía era el mentado cinturón regalo del dios de la guerra, pero Hera, que odiaba a Hércules, se disfrazó de Hipólita e hizo creer que el extranjero deseaba raptar a su reina y organizó un combate entre la gente del héroe y las amazonas. El héroe las venció a todas, una por una, e Hipólita le entregó el cinturón. A su regreso, el semidiós lo puso a los pies de Euristeo.

Hércules dominando al toro de Creta

Décimo. Capturar los toros del monstruoso gigante Gerion que estaban guardados por un gigante con tres troncos y tres cabezas y un perro bicéfalo. Esto lo ordenó Euristeo con la esperanza de que los toros mataran al héroe. Hércules luchó ahí con el gigante Anteo hijo de Gea, quien cada vez que caía y tocaba tierra recobraba las fuerzas. Hércules lo levantó y lo ahorcó en vilo hasta que murió, tomó el ganado y lo llevó de regreso, pero Caco le robó una parte y al descubrirlo y encontrar las reses, mató a Caco. El perro bicéfalo lo agredió, pero Hércules lo mató de un mazazo y llevó el ganado a Euristeo, el cual le dio dos trabajos más.

Undécimo. Robar las manzanas de oro del jardín de las ninfas Hespérides, hijas del titán Atlas, al cual convenció para que tomara y se las diera. Una vez logrado esto, las llevó a Euristeo.
Duodécimo. Capturar al can Cerbero, perro de Hades que guardaba la puerta del Averno, y sacarlo de los infiernos. Hércules aprendió los misterios eleusinos (ritos de iniciación al culto a las diosas Deméter y Perséfone que se celebraban en Eleusis) para saber cómo entrar al Hades y salir vivo de él. El héroe entró ayudado por Hermes y Atenea, encontró a Hades y le pidió permiso para llevárselo al dios del inframundo, el cual accedió con la condición de que no le causara daño. Se lo llevó a Eurípides quien desesperado por no lograr su objetivo lo dejó en total libertad, Hércules devolvió el can al Hades y terminó su peregrinar para seguir una serie de interesantes aventuras.

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