Reportajes Metropolitanos : Hablamos de vestigios


Eduardo Matos Moctezuma
  • Misterio, escaso hallazgo de objetos de oro en el Templo Mayor.
  • Para los aztecas plumas, jade y otros minerales eran más valiosos.
  • Controvertido regreso a clases; pioritario cuidar salud del alumnado

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

En las mañaneras, nos dicen, al pan le quitan el migajón.

Son apátridas los tres llorones ante la OEA, como los define con eufonía don Teodoro Rentería Arroyave, presidente del Colegio Nacional de Licenciados en periodismo.

Además, añadiremos amátridas, para que vaya en sintonía.

Sigamos en el aula magna, virtual y a distancia con otro tema más importante.

De la escasa orfebrería en los hallazgos del Templo Mayor nos habla José Antonio Aspiros Villagómez. Es, nos consta, una clase de historia, que vale la pena conocer.

Previamente nos hace saber: “Hace pocos años, alumnos de un diplomado universitario de investigación sobre robos de arte en México buscaron a este tecleador para que les expusiera sus experiencias como reportero y articulista de temas arqueológicos.

La invitación derivó en un texto titulado ‘Expolio del patrimonio arqueológico’, del cual han sido rescatados para esta serie algunos fragmentos con datos y testimonios de interés por su carácter factual, ya sin las consideraciones jurídicas y técnicas expuestas en el documento.

Están narrados en primera persona y se resumen enseguida, aquí En las Nubes.

Escribe Aspiros Villagómez:

Templo Mayor en la CDMX

“Aun cuando actualmente ya abordo muy poco en mis artículos el tema de la arqueología y del saqueo de bienes, procuro seguir enterado por las noticias, pero nunca he visto esos objetos sólo como obras de arte o piezas de museo, sino principalmente como evidencias de primera mano, de cómo fueron las culturas que nos antecedieron.

“Tal vez mi principal experiencia sobre el tema esté relacionada con el descubrimiento del monolito Coyolxauhqui en 1978. Los reporteros íbamos dos veces por semana a la zona del hallazgo, en el lado oriente de la Catedral, y por lo general nos atendía el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, director del naciente Proyecto Templo Mayor.

“Él era nuestra fuente casi única de información, y unas pocas veces cedió la tarea de atendernos a otros arqueólogos, en especial

Eduardo Contreras, pero cuando éste nos habló de que habría ciertas demoliciones de edificios del rumbo, no le gustó al coordinador del proyecto y ya no le permitió volver a hablar con los reporteros. En fechas posteriores, siempre hubo un arqueólogo designado para acompañar a los periodistas dentro de la zona de excavaciones, para que no habláramos con personal no autorizado.

“No obstante, una vez me dijeron los trabajadores que habían sido sacados dos baúles con objetos coloniales (hay vestigios arquitectónicos de esa época en el lugar) y, en otra ocasión, aseguraron que habían sido encontrados diversos artículos de oro, todo lo cual no fue posible corroborar con la fuente oficial.

“Pensé en hacer una investigación sobre lo que llamé El oro perdido del Templo Mayor, pero como las versiones de los excavadores no eran fiables ni suficientes, necesitaba contar con fuentes calificadas y datos concretos. Desde luego, cuando hablé con Matos al respecto, me explicó que entre los aztecas las plumas, el jade y otros minerales eran más valiosos que el oro, y por eso ningún hallazgo contenía dicho metal.

“Pero, aunque muy poquito, sí encontraron oro, seguramente antes o después de que yo cubrí los trabajos en 1978, ya que en realidad han excavado allí desde 1948, aunque sin mucha difusión antes de la aparición de Coyolxauhqui.

“Rastreando por la Internet, encontré la revista semestral Estudios de cultura náhuatl, de julio-diciembre de 2015, donde hablan de esas piezas de oro los doctores -uno en arqueología y otro en ciencias- Leonardo López Luján y José Luis Ruvalcaba.

“Dicen que ‘el territorio mexicano no es rico en yacimientos de oro nativo” y por eso las civilizaciones mesoamericanas lo usaron “en cantidades siempre modestas».

Leonardo López Luján.

“Y que sólo en 14 de las 204 ofrendas localizadas en el Templo Mayor a lo largo de 37 años, hallaron en total 267 piezas completas, casi siempre de tamaño y peso reducidos, además de 1,090 diminutos fragmentos con un peso total un poco mayor de medio kilogramo. O sea, nada, comparado con los ricos hallazgos de objetos áureos en Zaachila, Monte Albán o los cenotes de Chichén Itzá.

“Pero, a su juicio, la importancia científica de esa modesta colección ‘es enorme’, ya que fueron muy pocas las piezas que se salvaron del crisol, y mientras unas se las llevaron los conquistadores y ‘por su alta calidad estética (…) hoy se exhiben en museos de Europa y Estados Unidos’, otras en cambio se salvaron del saqueo porque fueron enterradas como parte de ofrendas mortuorias.

“Mi malicia sobre el oro, se debió a que, el 25 de marzo de 1981, el presidente López Portillo anunció que había sido encontrado en los cimientos de lo que sería el Banco de México y luego la Secretaría de Hacienda, en la avenida Hidalgo de la Ciudad de México, un tejo o lingote de oro, que habría pertenecido al tesoro de Moctezuma. Sólo un tejo, el único, cuando el saqueo que hicieron Hernán Cortés y sus soldados fue cuantioso según los relatos disponibles, pero en su huida perdieron gran parte en las aguas del lago. ¿Y lo demás?

“Ustedes pueden ver ese tejo de oro en la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, pero si el hallazgo fue mayor, nadie o casi nadie lo sabe.

“No me correspondió asistir al anuncio del tejo, hecho por el propio presidente López Portillo, porque eso lo cubrió la fuente presidencial.

“Según el autor anónimo del artículo de México desconocido, cuando el presidente hizo el anuncio del tejo de oro, los arqueólogos esperaban que hablara de ese otro tesoro, pero ‘el tema no fue tocado’.

El antropólogo e historiador Roberto Williams García dijo a la revista que ese gran hallazgo en Veracruz sería el tesoro de Axayácatl y parte del de Moctezuma, que habría salido en 1528 por San Juan de Ulúa, pero la nave naufragó y un tal capitán Figueroa, que huía con él, perdió la vida.

“Hasta 1982 cuando se publicó el reportaje, nadie con autoridad sabía dónde estaba el tesoro del Río Medio, cuyo valor es artístico, histórico y cultural. Ni el INAH, ni el Museo de Antropología de la Universidad Veracruzana, ni el Museo de Historia de Veracruz, ni el Banco de México, dijeron a donde habría sido transferido el hallazgo.

“Cuando otros investigadores indagaron al respecto, les dijeron: ‘¿de qué tesoro habla usted?’. La revista donde leí lo anterior, comentó con ironía que ya no importaba tanto saber dónde estaba, sino quién lo tenía.

“Porque hubo incluso peritajes a cargo de arqueólogos designados por el Ministerio Público Federal y de buzos comisionados por la Procuraduría General de la República, y los primeros informaron que se trataba de barras de oro, algunas de fundición reciente que carecían de valor arqueológico, pero también otras de origen prehispánico y piezas de orfebrería tales como pectorales y brazaletes.”

Nosotros, convertidos en su aula magna y virtual, a prudente distancia, anunciamos que habrá otros más.

EL REGRESO A CLASES

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Proseguimos con Cricrí de Francisco Gabilondo Soler, el Grillito Cantor”:

Roberto Williams

“Caminito de la escuela, porque quieren aprender, van todos los animales, encantados de volver.

El camello con mochila, la jirafa con su chal. Y un pequeño elefantito da la mano a su mamá.

No falta el león. Monos también y hasta un tiburón, porque en los libros se aprende cómo vivir mejor.

La tortuga, por escrito, ha pedido a Santa Clos, sus dos pares de patines para poder ir veloz”.

Otro día seguiremos con La marcha de las letras. Nueva contribución.

Sobre volver a las aulas en México nos habla alguien que se las sabe de todas, todas.

Y la experta pedagoga doña Rosa Chávez Cárdenas discierne.

Después de 17 meses con las escuelas cerradas, es tiempo de regresar.

El costo de preparar las escuelas para recibir a los niños es cuantioso, las dejaron sin mantenimiento, ni vigilancia los ladrones se robaron desde el equipo de cómputo hasta los cables, ya no sabemos si roban por necesidad o por joder.

Muchas escuelas particulares con años de prestigio tuvieron que cerrar, los padres no pudieron pagar las colegiaturas y la institución no pudo solventar los costos de su personal.

Paola Gómez, encargada de Educación de Unicef en México consideró que el país no puede continuar con educación a distancia. Son muchas las comunidades en situación de pobreza que no cuentan con dispositivos para recibir las clases en línea.

Aceptan que niños y jóvenes están más expuestos a contagios en espacios públicos con aglomeraciones que asistiendo a la escuela.

Al inicio de la pandemia la mayoría estuvieron encerrados, pero, los obreros tuvieron que regresar a las fábricas, en comparación, son minoría los que pueden seguir trabajando en línea.

La mayoría se traslada en trasporte urbano, de manera que no es congruente que los niños sigan confinados.

El costo de la pandemia es alto, los niños están enfrentando varios riesgos; el estrés de los padres sumado a los conflictos y la violencia intrafamiliar, situación que representa un riesgo.

Además, por la crisis económica, muchos perdieron su empleo tuvieron que dejar sus casas para ir a vivir con familiares, están sobreviviendo con carencias y sufriendo desnutrición.

Se ha reportado un repunte de embarazos en niñas adolescentes, además, incremento de drogadicción en comunidades en donde los niños permanecen solos porque sus padres salen a trabajar.

La Unicef recomienda presentar a las familias la información sobre las condiciones de la pandemia, el rezago educativo ya no puede esperar.

La infodemia ha perjudicado mucho a la salud mental, con las redes sociales tan activas todos se creen expertos, los padres temerosos están renuentes a que sus hijos regresen a las aulas.

Con tanta desconfianza, maestros y directivos en la escuela exageran en la sanitización.

Debería quedarles claro que los niños van a asistir a la escuela no a un hospital, se trata de tomarlo con tranquilidad para que los niños puedan aprender y no estresarlos más de lo que ya han estado.

Las clases en línea fueron un buen recurso, pero no para todos, niños, padres y maestros hicieron su mejor esfuerzo, a falta de apoyo los maestros tuvieron que invertir en su internet y en los dispositivos para las clases en línea.

Pero los niños necesitan socializar, separar; la escuela es para adquirir conocimientos y su casa es para estar más relajados.

Un tema que ha molestado mucho a los padres es una carta de corresponsabilidad que la titular de la SEP Delfina Gómez pidió a los padres de familia entregar firmada al inicio del ciclo escolar, aclaran que el regreso será voluntario para los que no quieren asistir.

La carta, que ya pasó con más pena que gloria al cesto de basura por orden del señor de las mañanas, incluye diez compromisos de los padres entre los que se encuentra inscribirse a cursos de apoyo socioemocional en línea de la SEP-Salud, Retorno-Seguro.

Sana distancia en las aulas

La SEP muy moderna, se le olvida que muchos padres no tienen internet.

Es un hecho México es de lo países que más ha tardado en regresar a las aulas.

La desconfianza en el gobierno es notoria.

El 68% de los mexicanos no percibe que el gobierno federal y las administraciones estatales hayan preparado adecuadamente un regreso seguro.

En Dinamarca la suspensión de clases fue de 23 días, en Inglaterra y Finlandia de 50 días.

Alemania, Francia, Holanda adelantaron el regreso a la escuela, así como Argentina y Uruguay en donde dieron prioridad a las escuelas rurales.

El reto es cómo evaluar los aprendizajes, uno de los desafíos pedagógicos a los que se enfrentan los docentes.

Evaluar no sólo es calificar, significa acompañar, orientar, ayudar a que los estudiantes aprendan de acuerdo con sus posibilidades.

Es necesario valorar desempeños de comprensión que permitan resolver problemas críticamente.

Dar prioridad a la salud física y socioemocional, en estos momentos es muy importante.

craveloygalindo@gmail.com