Reportajes Metropolitanos : De los liberales mexicanos habla destacada escritora y editorialista


Sabina Berman Goldberg
  • Resalta la escasa presencia de literatas en ámbito de comunicación.
  • Mitos y realidades sobre fecha de Consumación de la Independencia.

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

En honor a doña María Teresa, mi mamá, que hoy cumpliría 118 años.

Mario Vargas Llosa

Ella, doña Sabina, nos dice en El Universal que Los Poquitos Hombres Blancos y Liberales (sufren). Entre 21 oradores hubo 3 mujeres Sabina Berman Goldberg es una escritora mexicana. Su novela La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, se ha publicado en 11 idiomas y en más de 35 países, entre ellos. Ganó el Premio de la Feria Internacional del Libro de Frankfurt.

“El primero en hablar, y largamente, fue el premio Nobel Mario Vargas Llosa y dijo que México está en peligro de volverse una dictadura.

Esta vez sin embargo enfocó la causa: porque la libertad de expresión está por desaparecer, debido a las intimidaciones que el presidente López Obrador lanza contra los periodistas e intelectuales desde sus conferencias mañaneras.

Pero este artículo no tratará de lo que dijeron; a mí, tal vez porque soy en esencia una dramaturga, me parece más elocuente el reparto de los oradores. En el reparto está el mensaje. Este es un principio del arte dramático.

Entre 21 oradores hubo 3 mujeres. Una mujer para agraciar cada mesa. O para que nadie señalara que en una mesa no había una mujer. ¿Cómo explicarse esa escasez de mujeres? ¿Tal vez fue el apego al criterio de la meritocracia –ese criterio declarado de los liberales?

Imposible. En México las mujeres sobresalen en el periodismo de opinión, son la mitad de los titulares de los noticiarios y llevan el liderazgo en el periodismo de investigación.

El presidente Andrés Manuel López Obrador

Aventuro entonces otra explicación: el desdén de nuestros liberales por la equidad entre los géneros.

El largo y tumultuoso tren del feminismo ha cruzado por el territorio de los liberales mexicanos sin que ellos lo detengan, han alzado las manos para saludarlo, cierto, pero ninguna mujer feminista ha bajado a estarse con ellos por mucho tiempo, por razones que a ellos les debería intrigar.

En las mesas no hubo un solo periodista o intelectual abiertamente gay; hubo 2 que no eran chilangos: uno peruano y uno jalisciense; ¿cuántos morenos hubo?: un solo moreno.

Tres trenes más que han cruzado el reino de nuestros liberales sin haber parado a dejar personas o carga:

La revolución de la diversidad sexual;

la revuelta contra el centralismo geográfico de nuestra cultura;

el reclamo contra la pigmentocracia.

La creciente popularidad de la narrativa socialista, en México y en el mundo, es el quinto tren que nuestros liberales han dejado pasar –y se entiende.

Anastasio Bustamante

Ellos se ostentan como la opción a la Izquierda, me parece a mí que con demasiada ortodoxia. Podrían haber bajado de ese larguísimo tren mercancía, para desempacar y analizar las razones de su atractivo, pero de común se han girado para darle la espalda y lo han descartado con un feo epíteto:—Populismo –un epíteto por cierto de siglos ha.

Desde luego los liberales mexicanos pueden invitar a sus foros a quiénes mejor les plazca, yo solo anoto como observadora lo evidente: son el Club de los Poquitos Hombres Blancos Heterosexuales y Chilangos.

Y hace ya décadas han cerrado su club: quién no es como ellos, no entra.

Deslumbrados por su propia brillantez, no han visto pasar los trenes. Cómodos en su relevancia a lo largo de ya 40 años, se han quedado aislados de la lenta pero impresionante explosión de la diversidad del pensamiento colectivo de nuestro país.

Un apunte final sobre el reparto del foro de los liberales mexicanos. De 21 participantes, sólo uno era un periodista de las redes y los otros 22 eran periodistas o intelectuales que trabajan para medios de comunicación comerciales.

Eso en un momento es que al menos la mitad del periodismo relevante, y por cierto el único que no padece la censura del dueño del medio donde se emite, sucede en las redes.

Acaso sea tiempo de que nuestros distinguidos liberales hablen en sus foros de la libertad de todos y todas, no solo de la libertad de ellos mismos.

María Ignacia ‘La Güera’ Rodríguez

Para hacerlo tendrían que abrir el criterio de admisión a su selectisimo club. O no.

Por fortuna en México son libres de hacer lo que mejor les plazca.

Se han quedado aislados de la lenta pero impresionante explosión de la diversidad del pensamiento colectivo.

CUAL ES LA FECHA VERDADERA DE LA

CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Un experto historiador mexicano, vecino de San Juan del Río, Querétaro, nos instruye sobre el aniversario del día de la independencia:

“Estimado amigo:

Hay dos no muy pequeñas imprecisiones (por no llamarles dolosas mentiras del INEHRM) en tus Nubes de hoy, que acabo de leer porque el día estuvo tupido.

La fecha formal de la independencia de México es el viernes 28 de septiembre de 1821 cuando fue firmada el acta correspondiente, y no el jueves 27 cuando hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México el Ejército Trigarante”.

Un día de diferencia, nos explican

Vicente Guerrero

Y a propósito del documento, circula en redes sociales un cartel supuestamente oficial con motivo del Bicentenario, donde aparece burdamente alterado su nombre, pues dice “Acta de Independencia de la República Mexicana”, cuando todos sabemos (bueno, así debería ser) que se llama Acta de Independencia del Imperio Mexicano, como lo indica la imagen agregada a ese cartel por alguna mano anónima.

El imperio surgió en 1821 y la república después.

Dejemos que un experto nos los explique. Y así lo hace en Textos en Libertad, el historiador José Antonio Aspiros Villagómez.

Nosotros lo compartimos como un acto meramente educativo.

Ambos acontecimientos son por igual hechos históricos importantes, y hasta anecdótico el primero porque Agustín de Iturbide, quien iba a la cabeza del desfile rumbo al Palacio, cambió la ruta para pasar frente a la casa de María Ignacia ‘La Güera’ Rodríguez, mecenas de la causa independentista.

El ingreso de los Trigarantes a la capital fue preparado con anticipación. No se trató de una horda desbocada que tomaba la plaza, sino de una marcha ordenada para la que hubo tiempo hasta de preparar un arco triunfal bajo el cual pasaron.

De hecho, un grupo al mando de Vicente Filisola había llegado pacíficamente a la ciudad el día 24 tras la salida del ejército virreinal la víspera, y tuvo que desplazarse temprano el 27 para ocupar su lugar en aquel desfile.

Para que así resultara, el primer comandante Agustín de Iturbide emitió una orden general con las instrucciones de cómo sería la entrada desde Chapultepec y cuáles tropas formarían la vanguardia y la retaguardia, además de la hora en que deberían estar concentradas: las cinco de la mañana en unos casos, y las siete en otros.

Guadalupe Victoria

En apego a las indicaciones, el Ejército Imperial (así está mencionado en el documento) llevó en la vanguardia a la división comandada por el coronel Anastasio Bustamante; luego desfilaron una compañía de cazadores “formada en guerrilla”, la artillería, la infantería y la caballería.

Bustamante era el segundo comandante y además era michoacano como Iturbide; ambos eran amigos y habían sido militares realistas antes de luchar por la independencia.

Tanto amigos, que posteriormente fue dos veces presidente de la república pidió que a su muerte su corazón se depositara en la capilla de San Felipe de Jesús de la Catedral Metropolitana, junto a los restos del primer emperador.

La Orden que dispone cómo sería la entrada del Ejército a la Ciudad de México, fue dada el 21 de septiembre de 1821 al Estado Mayor General con indicaciones de que “este ejército juntará su cabeza apoyándola por el camino que llaman de la Verónica, a la puerta del frente de Chapultepec”.

Por su parte la retaguardia -según aquellas instrucciones- tomaría “parte del camino de los Hospicios, que se dirige hacia Tacuba” y “para no retardar el movimiento general de todo el ejército, el señor jefe de la vanguardia procurará dar sus órdenes y emprender su marcha con la anticipación que sea necesaria”.

Al ya citado napolitano Vicente Filisola, antiguo realista que apoyó el Plan de Iguala, se le instruyó para que saliera del cuartel general de México “antes de amanecer, dejando en dicha capital sólo lo más preciso con los rancheros” y ocupara con su ejército “el punto que les compete en la división a que pertenecen”.

Tiempo después, tras la abdicación de Iturbide como emperador, Filisola prestó valiosos servicios a la república.

Entrada de Agustín de Iturbide a la Ciudad de México

Todo fue planeado para aquel desfile de hace dos siglos. Iturbide dispuso que la única entrada a la capital fuera por la garita de Belén, y que sólo podrían “ir a caballo los señores jefes y ayudantes” y pie a tierra todos los demás, mientras que el Estado Mayor general iría “al lado del señor primer jefe (él), para cuanto pudiera mandar”.

Además pidió a los jefes y comandantes procurar “que la tropa se presente con el mayor aseo posible, atendidas las circunstancias de falta de vestuario, con el armamento y correaje en el mejor estado de aseo”, así como guardar “el mayor silencio y moderación, tanto en la marcha el día de la entrada como en los subsecuentes de la permanencia”.

También se tomaron medidas para el alojamiento de tanta gente.

Según una infografía de la agencia Notimex que data de 2014 y cita antiguas fuentes documentales, como los insurgentes al mando de Vicente Guerrero no tenían uniformes, “utilizaron el atuendo del Cuerpo Urbano de Comercio de la Ciudad de México”.

Y no solamente fue el tema del buen aspecto; también se pidió “que todos los individuos del Ejército Trigarante guarden la mayor armonía con los habitantes, dando con esto más pruebas de su disciplina, subordinación y buen comportamiento”.

Vicente Filisola

De hecho, la población recibió con júbilo la llegada de los libertadores.

En el Museo del Caracol, junto al Castillo de Chapultepec, un diorama muestra el momento en que –dice la cédula que explica la escena—“Iturbide atraviesa la puerta de acceso a la calle de Plateros, hoy avenida Madero, que estaba flanqueada por el Palacio de los Azulejos y la iglesia franciscana de la Tercera Orden, donde ahora se levanta la Torre Latinoamericana.

Ahí, el presidente del Cabildo de la ciudad le hizo entrega a Iturbide del bastón de mando”. (Lo que le dio en realidad, fue la llave simbólica de la ciudad).

Al día siguiente fue firmada el Acta de Independencia y se nombró a los integrantes de la Junta Provisional Gubernativa y la Regencia con “miembros de la vieja burocracia virreinal”, dice también la cédula en el Caracol.

O como lo menciona la obra precursora de la historia oficial, México a través de los siglos, “ninguno de los esclarecidos patriotas que sobrevivieron a la larga y heroica lucha por la libertad mexicana fue llamado a sentarse en dicha junta”.

Salida del Ejército Trigarante desde el Castillo de Chapultepec

Pero varios de ellos fueron después presidentes de la República, como en los casos de Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y Antonio López de Santa Anna, además de que en una fuente consultada dice que Guerrero sí fue convocado a firmar el Acta de Independencia, pero declinó con el argumento de que había una previa de la época de Morelos (pero que no tuvo efectos).

Según la infografía ya citada, el Acta habría sido “modificada” en 1823.

Localizamos en Google el cartel con el nombre cambiado, que nos remitió al Twitter de la Secretaría de la Defensa Nacional y la respuesta allí fue que “esta página no existe”.

Saque usted sus conclusiones.

craveloygalindo@gmail.com