Reportajes Metropolitanos : Continuamos como raza de bronce


El senador Samuel García y esposa

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

La llamada de atención del senador Samuel García, a su esposa por mostrar la pierna, nos recuerda una anécdota.

Cuauhtémoc

Un importante hombre de empresa que daba un mensaje, interrumpió su disertación y con un ayudante envió un recado a su esposa, no tan joven:

“Diga a mi mujer que lleva arrugadas las medias”.

Recibió esta respuesta:

“No seas estúpido. Hoy no me puse”.

Amado Nervo fue uno de los poetas más destacados del movimiento modernista americano, y uno de los grandes representantes de la lírica mexicana en el siglo XX.

En Raza de Bronce identifica a nuestro pueblo. A su gente. A quienes han luchado, luchan y lucharán por mantener y tener un país digno.

Ojalá lo consiga el que lucha ahora por el bien de México.

RAZA DE BRONCE

Señor, deja que diga la gloria de tu raza, la gloria de los hombres de bronce, cuya maza melló de tantos yelmos y escudos la osadía: !oh caballeros tigres!, oh caballeros leones!, !oh caballeros águilas, os traigo mis canciones; !oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía.

II

Aquella tarde, en el Poniente augusto, el crepúsculo audaz era en una pira como de algún atrida o de algún justo; llamarada de luz o de mentira que incendiaba el espacio, y parecía que el sol al estrellar sobre la cumbre su mole vibradora de centellas, se trocaba en mil átomos de lumbre, y esos átomos eran las estrellas.

La raza de bronce

Yo estaba solo en la quietud divina del Valle. ¿Solo? ¡No! La estatua fiera del héroe Cuauhtémoc, la que culmina disparando su dardo a la pradera, bajo del palio de pompa vespertina era mi hermana y mi custodio era.

Cuando vino la noche misteriosa —jardín azul de margaritas de oro— y calló todo ser y toda cosa, cuatro sombras llegaron a mí en coro; cuando vino la noche misteriosa —jardín azul de margaritas de oro—.

Llevaban una túnica esplendente, y eran tan luminosamente bellas sus carnes, y tan fúlgida su frente, que prolongaban para mí el Poniente y eclipsaban la luz de las estrellas.

Eran cuatro fantasmas, todos hechos de firmeza, y los cuatro eran colosos y fingían estatuas, y sus pechos radiaban como bronces luminosos.

Y los cuatro entonaron almo coro… Callaba todo ser y toda cosa; y arriba era la noche misteriosa —jardín azul de margaritas de oro—.

III

Ante aquella visión que asusta y pasma, yo, como Hamlet, mi doliente hermano, tuve valor e interrogué al fantasma; más mi espada temblaba entre mi mano. —¿Quién sois vosotros, exclamé, que en presto giro bajáis al Valle mexicano? Tuve valor para decirles esto; más mi espada temblaba entre mi mano.

—¿Qué abismo os engendró? ¿De qué funesto limbo surgís? ¿Sois seres, humo vano? Tuve valor para decirles esto; más mi espada temblaba entre mi mano.

—Responded, continué. Miradme enhiesto y altivo y burlador ante el arcano. Tuve valor para decirles esto; ¡más mi espada temblaba entre mi mano…!

IV

Cuitláhuac

Y un espectro de aquéllos, con asombros vi que vino hacia mí, lento y sin ira, y llevaba una piel sobre los hombros y en las pálidas manos una lira; y me dijo con voces resonantes y en una lengua rítmica que entonces comprendí: —«¿Que quiénes somos? Los gigantes de una raza magnífica de bronces.»

Yo me llamé Netzahualcóyotl y era rey de Texcoco; tras de lid artera, fui despojado de mi reino un día, y en las selvas erré como alimaña, y el barranco y la cueva y la montaña me enseñaron su augusta poesía.»

Torné después a mi sitial de plumas, y fui sabio y fui bueno; entre las brumas del paganismo adiviné al Dios Santo; le erigí una pirámide, y en ella, siempre al fulgor de la primera estrella y al son del huéhuetl, le elevé mi canto.»

Y otro espectro acercóse; en su derecha levaba una macana, y una fina saeta en su carcaje, de ónix hecha; coronaban su testa plumas bellas, y me dijo: —«Yo soy Ilhuicamina,

sagitario del éter, y mi flecha traspasa el corazón de las estrellas.»

Yo hice grande la raza de los lagos, yo llevé la conquista y los estragos a vastas tierras de la patria andina, y al tornar de mis bélicas porfías traje pieles de tigre, pedrerías y oro en polvo… ¡Yo soy Ilhuicamina!»

VI

Y otro espectro me dijo: —«En nuestros cielos las águilas y yo fuimos gemelos: ¡Soy Cuauhtémoc! Luchando sin desmayo caí… ¡porque Dios quiso que cayera! Mas caí como águila altanera: viendo al sol, y apedreada por el rayo.»

El español martirizó mi planta sin lograr arrancar de mi garganta ni un grito, y cuando el rey mi compañero temblaba entre las llamas del brasero: —¿Estoy yo, por ventura, en un deleite?, -le dije-; y continué, sañudo y fiero, mirando hervir mis pies en el aceite…»

VII

Y el fantasma postrer llegó a mi lado; no venía del fondo del pasado como los otros; más del bronce mismo era su pecho, y en sus negros ojos fulguraba, en vez de ímpetus y arrojos, la tranquila frialdad del heroísmo.

Y parecióme que aquel hombre era sereno como el cielo en primavera y glacial como cima que acoraza la nieve, y que su sino fue, en la Historia, tender puentes de bronce entre la gloria de la raza de ayer y nuestra raza.

Miróme con su límpida mirada, y yo le vi sin preguntarle nada. Todo estaba en su enorme frente escrito: la hermosa obstinación de los castores, la paciencia divina de las flores y la heroica dureza del granito…

¡Eras tú, mi Señor; tú que soñando estás en el panteón de San Fernando bajo el dórico abrigo en que reposas; eras tú, que en tu sueño peregrino, ves marchar a la Patria en su camino rimando risas y regando rosas!

Eras tú, y a tus pies cayendo al verte: —Padre, te murmuré, quiero ser fuerte: dame tu fe, tu obstinación extraña; quiero ser como tú, firme y sereno; quiero ser como tú, paciente y bueno; quiero ser como tú, nieve y montaña.

Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre! Soy un guijarro; ¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa: ¡enséñame a ser río! Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío! —

VIII

Y hablaron tus labios, tus labios benditos, y así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias: —«No hay nada pequeño, ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa, con tal de que el sueño, visión misteriosa, le preste sus nimbos, ¡y tú eres el sueño!»

Amar, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso! Los mundos brotaron el eco de un beso, y un beso es el astro, y un beso es el rayo, y un beso la tarde, y un beso la aurora, y un beso los trinos del ave canora que glosa las fiestas divinas de mayo.»

Yo quise a la Patria por débil y mustia, la Patria me quiso con

Jorge Luis Borges

toda su angustia, y entonces nos dimos los dos un gran beso; los besos de amores son siempre fecundos; un beso de amores ha creado los mundos; amar… ¡eso es todo!; querer… ¡todo es eso!»

Mas al irte, Señor, hacia el ribazo donde moran las sombras, un gran lazo dejabas, que te unía con los tuyos, un lazo entre la tierra Así me dijeron tus labios benditos, así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias y eternos anhelos. Después, los fantasmas volaron en coro, y arriba los astros —poetas de oro— pulsaban la lira de azur de los cielos.

IXy el arcano, y ese lazo era otro indio: Altamirano; bronce también, mas bronce con arrullos.

Nos le diste en herencia, y luego, Juárez, te arropaste en las noches tutelares con tus amigos pálidos; entonces, comprendiendo lo eterno de tu ausencia, repitieron mi labio y mi conciencia: —Señor, alma de luz, cuerpo de bronce, soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre! Soy un guijarro; ¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!

Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío!

Tú escuchaste mi grito, sonreíste y en la sombra infinita te perdiste cantando con los otros almo coro.

Callaba todo ser y toda cosa; y arriba era la noche misteriosa jardín azul de margaritas de oro..

 

ESTAMOS SIEMPRE

ALEGRES

 

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Primero algo de filosofía.

«Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía». José Martí – La edad de oro.

«Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera, y, sin embargo, sucedieron así». Miguel Delibes – El camino

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre». Miguel de Cervantes Saavedra – Don Quijote de la Mancha

«Yo no hablo de venganzas ni de perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón». Jorge Luis Borges – Poesía completa

«Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección». Ernesto Sábato – Sobre héroes y tumbas

«Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis». Sor Juana Inés de la Cruz- Redondillas.

Algo de humor

Sí, siempre llevar la vida con alegría. Suceda lo que suceda. La risa, insistimos, hace la vida más saludable. Más llevadera. Es una victoria sobre el mal humor, la impaciencia o el desaliento.

Sor Juana Inés de la Cruz

No olvidemos que sólo no ríen los fanáticos, los intolerantes o amargados.

A ver hoy.

“Tú saludaste a la mamá del Chapo” dijo Fecal.

“Y también saludaría a la tuya. Si tuvieras. Atentamente el Popolo”

Buen inicio.

Seguimos con el jajaja y ja.

Un pastor cuidaba su rebaño de ovejas, chivos y borregos. Vio que en la carretera se detenía un lujoso automóvil del que descendió un, al parecer, caballero. Se acercó al indito y le hizo una pregunta.

“Si te adivino cuántos animalitos cuidas. Me regalas uno.

Claro que sí.

Son 108.

Tome, pues uno, chivo o borrego.

Lo recogió y cuando estaba a punto de subir al auto, el pastor, le preguntó:

Si adivino en qué trabaja, me regresa al animalito.

Claro.

Es usted diputado.

Y cómo lo supiste.

Porque usted agarró al perro.

Por cierto, no olvidamos lo que un senador hoy de Morena escribió. Sí don Ricardo Monreal.

Nos recordó la anécdota de Fox, que pronunció: “El burro que habla de orejas.

Sin tomar partido lo compartimos, sin altivez:

“Todo político tiene un precio. Si no, no es político”.

“Político pobre, pobre político”.

“El presupuesto es para hacer política, y lo que sobre es para hacer obra”.

“En política, lo que se arregla con dinero es barato”.

“La moral es un árbol que da moras, o sirve pa’ una chingada” (Gonzalo N. Santos).

“No pido que me den, sino que me pongan donde hay”.

“La regla de oro para abrir el presupuesto es una: el que no chilla no mama”.

“El que poco pide, poco merece”.

“Éste es el año de Hidalgo: tonto el que deje algo”.

“El que no transa, no avanza”.

“No compres bancadas, solo réntalas por evento (pay per vote)”. “No hay que dejar nada, porque los que vienen son muy corruptos”.

Ernesto Sabato

Toda esta visión de la política es lo único que explica que la impunidad y la venalidad de partidos políticos en decadencia

Un hombre muy rico conducía su lujoso auto Mercedes con placas oficiales y calcomanía del Congreso, se estacionó tranquilamente en la calle y abrió la puerta del auto.

En eso pasó otro automóvil a toda velocidad y le arrancó de un tirón la puerta de su preciado auto.

El hombre gritó furioso: ¡Maldita sea!… lo que me va a costar tener que arreglar la puerta de mi amado Mercedes.

Una persona que estaba en el lugar y había observado todo lo ocurrido, se acercó y le dijo:

Señor, por favor no sea tan materialista.

Qué, no se ha dado cuenta que el auto que pasó, le cortó el brazo.

De inmediato el hombre gritó desconsolado:

Se llevó también mi Rolex.

Y sigamos en serio.

«Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos en cambio sé que, en tus brazos, el mundo tiene sentido». Mario Benedetti – El amor, las mujeres y la vida

«Creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe». Lope de Vega – Soneto 126

«No encerrarán entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas». Benito Pérez Galdós – Fortunata y Jacinta.

«En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida». Federico García Lorca – Mariana Pineda