Política Inconfesable: Primeras lecciones


Ellos subieron la gasolina y ahora piden que la baje, respondió el presidente López Obrador a legisladores panistas

Rodrigo Villar 

A una semana de que inició –formalmente- el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (suena raro llamarlo presidente, después de 25 años de mantenerse como el líder opositor), el espectro político está más que cargado de acontecimientos que comentar en torno suyo.

Primero. El presidente ha demostrado que sabe en donde está parado. Ha manifestado que tantos años de brega, de leer historia y de aprender de las entrañas del pueblo le han proveído de armas para enfrentar las vicisitudes que depara el acontecer nacional.

El día de su toma de protesta dejó con la boca abierta a más de uno, cuando enfrentó con la fuerza que le otorga el cargo, a la protesta del PAN que le reclamaba que cumpliera sus promesas de campaña, ¡cuándo apenas se había colgado la banda presidencial uno minutos antes!.

Discreto y modesto, equipo de seguridad del presidente López Obrador

Y desde la tribuna de la Cámara de Diputados calló, y aplacó esos desplantes de los panistas dolidos con su triunfo, cuando hasta se burló de ellos, y les recetó el popular me canso ganso.

Con el paso de los días la sociedad no deja de sorprenderse con decisiones que las mentes e intereses conservadores califican de populistas e autoritarias.

Segundo. La decisión del presidente López Obrador por abrir la casa presidencial de Los Pinos, que fue epicentro del poder, de reuniones inconfesables, de encuentros que dieron continuidad al estado de cosas que prevalecieron durante setenta años, han dejado pasamado a más de uno, pues con claridad el presidente demuestra que sus denuncias de abusos y de excesos cometidos desde el poder, son más que ciertos. El lujo, el boato en el que vivían los presidentes del país, contrastaban con las miserias de millones. Salas a todo lujo, espacios abiertos de mármoles importados, baños con detalles sin igual, están a la vista. Y eso le ha acarreado al presidente una simpatía que no tiene igual.

Tercero. López Obrador llegó, y hasta ahora no se ha dejado atrapar por la burbuja del poder, la misma que siempre se ha construido en torno de los presidentes de la República, y que los aislaban de la realidad que padecimos millones de personas, durante décadas. Al contrario lo vemos activo –como le hemos conocido-, va y viene, se sube a aviones comerciales, lo trasladan en un auto compacto –el jetta blanco- que utiliza desde hace algunos cinco años por lo menos. Tenemos presidente y a eso no estábamos acostumbrados.

Su cercanía con la gente

Cuarto. Ha demostrado que conoce el sistema político mexicano al pie de la letra. Sabe los que es el presidencialismo –sus límites y excesos-, entiende que en México está prohibido el perpetuarse en el poder. También sabe controlar y acordar con los ejecutivos estatales, que hoy son representados por el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas. Lo vemos en el epicentro del poder y eso es refrescante, porque atrás han quedado los consejeros como José Córdoba, o el poderoso Luis Videgaray, quienes fungían como el poder tras el trono.

Hasta hora no le conocemos a López Obrador a su consejero de cabecera, y eso nos alienta porque sabemos que el político que se equivoca en sus decisiones y los asume, es un personaje la que hay que reconocer valentía y honorabilidad.

Y quinto. Hay un problema que López Obrador manifiesta y que atañe con la seguridad nacional del país, y tiene que ver con su seguridad personal. Preocupa a más de uno que no haya entendido que resulta indispensable mantenerlo resguardado por un equipo profesional de seguridad.

Fila
para conocer la Residencia Oficial de Los Pinos

La ayudantía que tiene a su alrededor, la verdad no sirve para más que nada. A nadie le interesan, en México, los mártires. Menos hoy.

El presidente de la República hará bien en aceptar que su seguridad es patrimonio de todos, que lo queremos en óptimas condiciones los próximos seis años, pues la tarea que hay que desplegar es enorme, y juntos, todos, los haremos con él porque, sin duda México se merece otra gran oportunidad, otro derrotero que permita a nuestros hijos seguir orgullosos de este país.