Política Inconfesable: Olvidar, no está permitido…


Rodrigo Villar

 Las vicisitudes y desgracias que enfrentamos en el plano nacional, opacan los efectos de la nefasta herencia de Gabino Cue Monteagudo al gobierno de Alejandro Murat Hinojosa.

El desencanto, el enojo social, la crisis económica con todos sus matices, la rampante incredulidad en los partidos políticos, la creencia generalizada de que un tercero debe recibir la oportunidad porque los otros dos grandes partidos desaprovecharon el momento histórico que les tocó gobernar, la irrupción de Donald J. Trump como elemento desestabilizador, la violencia criminal desatada, y la pobreza lacerante, son elementos del escenario que no podemos dejar de pensar.

No obstante, lo nuestro es –primero- nuestro estado. Y las condiciones en que lo dejó Gabino Cue, pues, son las peores que se recuerden.

Y lo más irritante es la impunidad que sigue prevaleciendo, no sólo en Oaxaca, sino en todas las regiones del país. Aquí el ex gobernador dejó una deuda histórica con acreedores locales, federales y extranjeros. También abonó al no pago de los acreedores, a los clientes a los que contrató servicios y con la irresponsabilidad más grande, dejó de pagar.

Hasta donde se ha podido averiguar, los afectados reclaman su pago por más de dos mil millones de pesos. Y quien deberá pagar esos compromisos, a pesar de no haberlos contratado, es el gobierno de Murat Hinojosa.

Esta encrucijada no contribuye en nada a desarrollar los nuevos proyectos y compromisos a los que se comprometió el nuevo gobernador. Y es lógico, cómo iniciar el camino del desarrollo, si el antecesor y sus secuaces se llevaron todo, y sumieron a Oaxaca en un caos de carácter superior.

Por lo que hace a la deuda histórica del Estado, bueno hasta resulta inusitado reconocer que el chacal de Chacaltongo, Ulises Ruiz Ortíz reportó a su sucesor una deuda manejable de casi 6 mil millones de pesos.

José Murat cuando terminó su gobierno, heredó sólo 400 millones de pesos que fueron producto de la construcción de infraestructura carretera, las mismas vías de comunicación que hoy nos son tan familiares, pero tras de sí tienen una historia de esfuerzo, de negociaciones difíciles con la autoridad hacendaria del gobierno federal, y hasta protestas del entonces gobernador quien se plantó en el Zócalo de la Ciudad de México, para exigir recursos destinados a las autopistas que doce años después no se terminan por la ineficacia de los dos últimos gobiernos.

Simplemente se debe reconocer el esfuerzo, y en aquella ocasión se hizo, y consiguió su objetivo: buscar abrirnos a un tránsito moderno y ordenado a lo largo de nuestro estado. Falta mucho, sí, pero así inició.

INCONFESABLE ALEJANDRO MURAT

Pero no hablemos de esos relevantes hechos para el estado de Oaxaca. No nos desviemos. Teniendo la oportunidad y respaldado por la generosidad de nuestro pueblo, quien lo vio como un salvador en algún momento, Gabino Cue, junto a sus cómplices se convirtió en un verdugo de las aspiraciones de todos nosotros.

Con sus habilidades para robar nos humilló a todos. Hurtó del erario, mintió a la federación de la que obtuvo miles y miles de millones de pesos, con el argumento de invertirlos en el desarrollo del país.

Lo más sorprendente no ejerció- es decir no utilizó- los dineros que estaban disponibles desde el gobierno federal para modernizar las escuelas públicas, que tanta demanda de atención requieren, ahí tan solo sub-ejerció dos mil millones de pesos. Eso es no solo sorprenden, sino indignante.

Gabino Cué Monteagudo, no solo es un vergonzoso político, es un delincuente que debe ser castigado con la cárcel perpetua.

 

Y porqué perpetua: porque tuvo en sus manos el futuro de millones de oaxaqueños, tuvo en sus manos –y robó- miles de millones de pesos (ahí hay que preguntarle a su socio y cómplice, Jorge el coco Castillo).

Por cierto, de éste último, se sabe, y se ha documentado logró amasar una fortuna –que no es de él, sino de Gabino- de más de 17 mil millones de pesos.

Por eso, cómo llamarle a eso, más que un robo vergonzante y en despoblado.

Por eso, tan sólo por eso, se debe elevar la exigencia: Gabino Cue Monteagudo, debe ir a la cárcel de por vida.

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