Política Inconfesable: La realidad…


Nerviosismo entre padres de familia tras conocer el hecho

Rodrigo Villar

El viernes pasado, en la ciudad de Torreón, Coahuila se suscitó un hecho lamentable, se vea por donde se vea: un niño que cursaba el sexto grado de primaria en el Colegio Cervantes de aquella ciudad, asesinó a una maestra, hirió de gravedad a cinco de sus compañeros y un maestro de educación física, y ante la soledad que implicó ese ataque, decidió suicidarse.

El niño tomo una decisión terrible. Qué sucesos habrán pasado por su vida para que llegara a tomar esa ruta de dolor. Nadie lo sabe. Especular es deleznable. Simplemente a los ojos de la realidad lo que supone, es hacer un profundo análisis de conciencia, para despejar las telarañas a las que nos induce la especulación y el chisme barato.

El lugar de la tragedia

Que si el niño vivía con los abuelos, que si no tenía madre, que si habitaba alejado de su padre, son cuestiones que no abonan en nada a la cuestión más profunda: la descomposición de nuestras relaciones sociales y la innegable responsabilidad de las autoridades de todos los partidos y todas las ideologías, en la violencia tanto criminal como en la que se genera día a día en nuestros entornos familiares y comunitarios.

La solidaridad que caracteriza al ser humano, pero sobre todo sobresale en los mexicanos cuando las circunstancias de apremio nos llevan al extremo de sentirnos vulnerables y vencidos. Esa solidaridad es la que nos distingue, y es la que estamos matando en cada jornada que vivimos y en muchos casos se traduce en desesperanza.

Y digo que la estamos matando porque el individualismo pernicioso, que es inducido por el sistema político-económico, nos construye una esfera tan corta que nos impide mirar más allá de los que nuestros intereses personales nos permiten.

Estamos atentos a lo que nos ocurra en principio, después seguimos ocupados en lo que nos concierne, y por último estamos casados con el no sentirnos amenazados en nuestras propiedades -sobre todo- para no perder la compostura y la cabeza. Es decir, cada vez somos más gregarios.

Traslado de los heridos

Y esa uniformidad en la masa, nos hace tan iguales, que nuestros intereses son tan similares, que esa terrible contradicción nos conduce al fangoso terreno de la defensa de la individualidad, cuando lo que lo prevaleciente en las sociedades modernas es el trabajo por el interés común.

Ahora se quiere, desde todos los ámbitos de la opinión pública, exponer que en el ominoso caso de Torreón prevaleció la descomposición mental de un niño de 11 años influido notoriamente por las narrativas violentas de los juegos que se venden en las consolas de los juegos de mesa.

Es barato, como lo comentábamos antes, tampoco se debe aceptar ninguna explicación que tienda a desmarcar la responsabilidad del sistema político y económico en un asunto como éste. El embudo llevó al niño homicida y suicida a la vez, a terminar con una acto incalificable, una historia personal que seguramente tuvo episodios oscuros.

Los políticos que ganan elecciones y se ostentan como los salvadores de la patria, tienen en su radio de acción una grave responsabilidad: otorgar al país, las herramientas que éste requiera para desarrollarse, crecer en armonía y que todos sus integrantes cumplan sus metas de vida.

Llanto tras la tragedia.

Tan sólo una muestra de lo nefasto que puede llegar a ser una decisión abyecta, de un presidente: aconsejado por quien sabe quien, Vicente Fox, el ignorante más grande en la presidencia, de un plumazo decidió que los alumnos de primaria y secundaria ya no tendrían acceso a las materias de historia y civismo.

Que esas materia -fundamentales en las vidas de cualquier nación civilizada- ya no eran necesarias se dijo entonces para curar sus inexplicables argumentos.

Y como esa, se han asumido decenas o cientos de decisiones públicas, que han afectado la esencia de la convivencia nacional. Es parte de las dificultades que la sociedad mexicana aún habrá de sortear, si es que queremos tener expectativas de futuro en los próximos años.