Rodrigo Villar
El proceso electoral en nuestro estado arrastra varias aristas que le dan una signo peculiar. Por fin en el PRI se impuso la cordura, y tanto sus militantes como quienes deciden la ruta de ese partido se inclinaron por la mejor opción: la juventud, el impulso de un proyecto que saque a Oaxaca del ostracismo y la garantía de que los más pobres estarán en el centro del interés del gobierno.
Desde este espacio también se desprende la preocupación, y así se estará pendiente para denunciarlo en caso de suceder, que los priístas que aspiraron y fueron derrotados por la fuerza de Alejandro Murat Hinojosa, cumplan su compromiso de impulsar el regreso de su partido al gobierno de Oaxaca, y no se inclinen por la salida de la traición.
Pero no es del PRI y su proceso impecable de solución de la candidatura del que escribiremos en esta ocasión, se trata del papel desestabilizador que juega José Antonio Estefan Garfías y sus compinches, el aún gobernador Gabino Cue y el ex gobernador Diódoro Carrasco y flamante secretario general de gobierno de Puebla –con éste último se confirma el nuevo paradigma en la política mexicana, de que la ambición puede más que la sangre y la lealtad-, en la selección del candidato de la malsana coliación PRD-PAN, para el gobierno.
No se trata de emitir juicios en torno a Estefan Garfías, simplemente hay que seguir sus hechos:
Fue colaborador de los ex gobernadores Diódoro Carrasco Altamirano y Ulises Ruiz Ortiz, y hace un año renunció a 38 años de militancia en el PRI para afiliarse nada más y nada menos que al PRD, que como casi todos esos institutos políticos que reciben cascajo de otros que con el tiempo se volvieron obsoletos en la preservación de sus inconfesables intereses.
En su renuncia, el señor José Antonio Estefan Garfias nos expuso públicamente que su decisión era irrevocable y obedeció a que en el PRI prevalecían los intereses personales por encima de los principios democráticos: “En esta ocasión es mi obligación decir que no comparto las acciones que ha tomado esa institución en Oaxaca al haber cedido a intereses personales por sobre los principios democráticos y, con ello, lesionar la vida interna de la organización restando legalidad a los procesos internos de participación”.
Estefan Garfias, que fue un cartucho quemado del PRI al quedar en el camino como ex aspirante a la gubernatura en 1998 y 2010, reaccionó así el año pasado y se convirtió en perredista de la noche a la mañana, porque no fue contemplado en el proceso de selección de candidatos priístas y no le dieron la candidatura a la diputación federal por el distrito V con cabecera en Santo Domingo Tehuantepec
Pero recordemos, este priísta mientras se desempeñó como titular de la Secretaría de Vialidad y Transporte (Sevitra) en el gobierno de Gabino Cué, e incumplió su promesa de regularizar el transporte, siendo incapaz de contener las tarifas o frenar los taxis piratas y mototaxis irregulares, nos quiso dar una lección de ética con su salida del PRI.
De ético y congruente no tiene nada este personaje que sólo tiene lealtad por la avaricia y el afán de poder. Tan es así, que al día de hoy los perredistas –que ya es decir- se encuentran inconformes con Gabino Cue, a quien acusan de pretender imponer –a cualquier costo- a José Antonio Estefan Garfias como candidato.
En tal estado de cosas que esperar la postura del PAN, partido que también vive un escenario de descomposición y escándalo.
Así, en connivencia con Gabino Cue, con su ex jefe Diódoro Carrasco y con el PRD, Estefan Garfias desea borrar su implacable represión contra los indígenas oaxaqueños de la región Loxicha, e innumerables líderes sociales y sindicales de nuestro golpeado estado.
En su vida de servidor público se desempeñó como secretario general del PRI, de Finanzas y de Gobierno con Diódoro Carrasco Altamirano; Secretario de Administración con Ulises Ruiz Ortiz, responsable de la represión suscitada durante el conflicto político y social de 2006 y 2007, y uno de los asesores de Eviel Pérez Magaña como candidato a gobernador en 2010, que por cierto contendiera contra Gabino Cué.
Incluso el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (Codep) señala que Estefan Garfias participó directa e indirectamente en los crímenes cometidos por Ulises Ruiz durante el 2006 y 2007, y que por lo tanto ambos deberían estar en la cárcel.
Su política de terror y represión se denunció cuando ocupó la Secretaría de Gobierno del estado señalándole como responsable de crímenes de lesa humanidad contra los indígenas loxichas, tras el surgimiento y enfrentamientos en La Crucecita, Huatulco, del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
