Política Inconfesable: Fantoches



Ulises Ruiz Ortiz

Rodrigo Villar 

Cuando se tiene oportunidad, se es consciente de ello, y se dejan pasar las oportunidades, se cae en la fantochería, pues creemos que somos infalibles, que nadie nos merece, y que el mundo es nuestro.

Y así la realidad la cobra. En el caso de nuestros ilustres políticos oaxaqueños, ese síndrome, a unos les pega más que a otros, y en especial los lleva a cometer torpezas, que terminan por avasallar sus atribuladas vidas en la arena pública.

Las decisiones que tomes, te marcan, y hablan de quién eres, qué representas y a qué aspiras.

Este es el caso de dos políticos priístas de nacimiento, que con el tiempo hicieron del ejercicio de la política una franquicia para enriquecerse sin ton ni son – o sea, brutalmente- sin importar la lealtad a un partido o grupo. Primero ellos, luego ellos y al final ellos. Samuel Gurrión y Héctor Pablo Ramírez Puga son los artífices de una historia negra, cuyo actor principal es el más siniestro de todos: Ulises Ruiz, conocido en el argot como el chacal de Chalcatongo.

Samuel Gurrión Matías

Cuando se pierde dimensión y se sustituye el deber sincero de servir al ciudadano por la codicia, en política se pierde todo. Y   pasa a ser un desafortunado ejercicio en el que se combinan dos factores nefastos, que hoy matizan la vida de México: la corrupción y la impunidad.

Qué hay que decir de Héctor Pablo. Que ya no sorprende que siga sin deslindarse del chacal.

Desde sus inicios en la política, Ramírez Puga fue afortunado, recibió los favores de quienes lo ayudaron sin que le regatearan mayor cosa. A su paso por el gobierno en el estado, en sus dos participaciones como diputado federal, y en el abrigo que recibió del gobierno de Enrique Peña Nieto, fue ganando dinero a montones y la confianza de sus jefes.

Fue con Ulises Ruiz -hoy convertido en ideólogo político y opositor democrático en las filas del PRI, ¡vaya caradura!- con quien casó sus ideales y firmó convenio de intereses. También, siendo la nuestra condición humana, se enfrascó en el dilema de seguir despuntando en el mundo del ejercicio público.

El derecho es inalienable, todos sin excepción gozamos de él. Y más aún a aspirar. El conflicto con los demás y con nosotros mismos deviene cuando atropellamos, y traicionamos de forma sistemática, cual forma de vida.

Héctor Pablo Ramírez Puga L

Ahora, Héctor Pablo decidió qué al no ganarse la candidatura del PRI -su partido de toda la vida, el que le dio lo mucho que tiene-, pues es imperativo saltarse al bando contrario, a pesar de que en ese lado se encuentre al borde del abismo. Y ese tambaleante terreno es el de la perversa e interesada coalición entre la derecha, el PAN y la izquierda entrevista de los chuchos (perros rastreros) del PRD, junto a la pesada loza de Movimiento Ciudadano.

Obviamente ese trío le abrió la puerta sin pestañear, a pesar de que Ramírez Puga contribuyó de forma decisiva, con su activismo desde Liconsa a derrotar a ese trío de partidos interesados, que han roto con el paradigma de partidos democráticos.

Así pues, lo que Héctor Pablo ha decidido hacer demuestra que las fronteras ideológicas, ya no existen en su quehacer político. Que puede más la ambición que la congruencia.

Y del lado de Samuel Gurrión, se puede hacer escribir poco, pues él en esencia es poco -por más que presuma de una fortuna, que hasta recala en yates-, siempre y digo siempre se ha destacado por vivir del sistema. Se desenvuelve en la estulticia y la banalidad.

La traición en él retrata, todos los días su andar y actuar. Y qué  decir: el riesgo de que su mala entraña se multiplique, ya lo tenemos a la vista, pues con chantajes y presiones consiguió darle oxígeno a su hijito para que aspire a ganar, por el Istmo un escaño en el Congreso.

Ahí no más, así se las gastan tan celebres personajes.