Política Inconfesable : Ex titular de SEGOB nunca supo nada de espionaje


Luis Videgaray

Rodrigo Villar

Miguel A. Osorio Chong

Al inicio de la administración federal de Enrique Peña Nieto, se conformaron a los ojos de la opinión pública, dos grupos de poder que se disputaron y granjearon -a lo largo del sexenio- los favores y decisiones del presidente.
De un lado Luis Videgaray, el todopoderoso e influyente amigo de Peña, y del otro Miguel Ángel Osorio Chong, a quien se le encargó la Secretaría de Gobernación.  Esta dependencia siempre había sido considerada la antesala del poder real, donde surgían o se aprobaban las decisiones de gobernabilidad para el país.
Con Osorio Chong, Peña Nieto pretendió fortalecer no sólo una posición de gobierno, sino pagar favores a un grupo político que la favoreció y operó en su beneficio, camino a la presidencia de la República. Detrás del ex gobernador se encontraban titiriteros como Elba Esther Gordillo, los grupos caciquiles de Hidalgo, Tlaxcala y Puebla.

Enrique Peña Nieto

Por una parte el presidente favoreció a su amigo Videgaray con la dependencia que se había convertido en el factor de poder en México, la Secretaría de Hacienda, sitio del que sale el dinero para obras, programas o compras bajo sospecha.

 

Así, con una parte de los dados cargados a Videgaray, Enrique Peña, decantó su apoyo a Osorio Chong. Y, a los ojos de los medios de comunicación, le dio la etiqueta de súper secretario porque le concedió el manejo de la Policía Federal, que -se tenía contemplado- sería el brazo ejecutor contra la delincuencia organizada.
Y así comenzó el sexenio de Enrique Peña Nieto desde el llamado Palacio de Cobían, con un Miguel Ángel Osorio Chong dominante: tenía el trato directo con las fuerzas armadas, controlaba además el Cisen (Centro de Información y Seguridad Nacional), y por si fuera poca cosa se encargaba de negociar, en política con los partidos.

Proyecto Pegasus

El conducía la vida interior en el país. No estaba desinformado, al contrario mantenía los hilo de la información, y de lo que sucedía en México. Y ahora se desmarca de lo que fue, renuncia a su pasado como hombre fuerte.

Elba Esther Gordillo

El pasado fin de semana se dio a conocer en un diario estadunidense la trama de una red de espionaje, orquestado -en el caso de México- por los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Sobre todo, en la administración de éste último, se utilizó un sistema tecnológico con un software, ideado por una empresa israelí, al que se le bautizó como Pegasus.

 

Se trató de desplegar una red de escuchas telefónicas en perjuicio de 15 mil personas. Desde delincuentes comunes y federales, opositores políticos y periodistas. El propósito era conocer las actividades de esos miles de “enemigos” del gobierno mexicano.

Felipe Calderón Hinojosa

En 2014, el titular de la Agencia de Investigación Criminal del gobierno peñista, estampó su firma en un contrato, que le costó al erario 32 millones de dólares, con el propósito de hacerse del software, que le garantizaba tender la red de espionaje referida.

 

Esa fue una acción que Osorio Chong no podía permitirse no conocer, no tenía derecho, ni prerrogativa moral y éticas a decirse ignorante de lo que sucedía en su entorno, y ahora menos negar que conocía del espionaje y de la red que el gobierno de Felipe Calderón y su jefe y patrón, Enrique Peña Nieto sabían
Su responsabilidad es obvia, chocante y más aún vergonzosa, cuando insiste en hacerse la víctima.
Por eso no queda corto decir que Miguel Osorio Chong es un caradura y sinvergüenza que niega lo que, todos sabemos, hizo.