Política Inconfesable : El tomate, punta de la hebra de Miguel Ángel Mancera


Miguel Ángel Mancera

(I)

Rodrigo Villar

Mauricio Toledo Gutiérrez, es el nombre de un personaje que se ha significado como el ejemplo de la degradación del ejercicio de la política en México.

Nelson Toledo Gálvez

Hasta ahora, después de más de 18 años medrando con sus estrategias mafiosas de violencia y amedrentamiento, para conseguir posiciones políticas en su partido, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), se necesitó de la llegada al poder en la Ciudad de México, de Claudia Sheinbaum Pardo, para fincar con documentos en mano, una acusación de enriquecimiento ilícito contra este ominoso personaje.

Se debe aclarar que un sujeto como Mauricio Toledo no se manda solo, y él solo fue el títere que manos ligadas a la alta esfera del poder político y económico, manejaron para distraer la atención de los grandes negocios que se tejían durante los gobiernos perredistas en la capital del país y en especial de Miguel Ángel Mancera.

Vayamos por partes.

Primero, refresquemos la memoria y hagamos un paseo por la carrera político-mafiosa de Mauricio Toledo. Él es hijo de un personaje de origen chileno, de nombre Nelson Toledo, quien se autodefine como colaborador cercano del presidente Salvador Allende -asesinado por la junta militar encabezada por Augusto Pinochet Ugarte, en el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973-.

Mauricio Toledo

El señor Toledo, creó una fábula personal, haciendo creer a cuanto ingenuo encuentra, que formó parte de la escolta personal del mandatario chileno asesinado.

No existen registros, ni base documental que confirme el dicho de Nelson Toledo. Pero como llegó a México en la época que registró el arribo de miles de chilenos exiliados, le fue sencillo construir su historia, porque a río revuelto, ganancia de pescadores.

Ya instalado en México, se dio a la tarea de convertirse en mentor de dos hijos, uno de ellos, Mauricio que en sus etapas de estudiante en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel sur de la UNAM en la Ciudad de México, impulsándolo en una meteórica carrera política en la que él vio reflejada su ambición y su ansia de poder.

Desde muy temprano, Nelson Toledo, alentó el uso de la violencia por parte de su hijo, como método de disuasión. El joven Mauricio, que llevaba en la sangre el selló de agresividad se convirtió en un porro, que tuvo en el movimiento estudiantil del 1999 en la UNAM, el mejor escenario para sobresalir.

Jesús Zambrano y Jesús Ortega, Los Chuchos

A través del Consejo General de Huelga (CGH) de entonces consiguió escabullirse a las lides de la política en el PRD, mientras su papá se encargaba de preparar el terreno para convertirlo en un “líder” social en zonas populares del sur de la ciudad, en la delegación de Coyoacán:

Los culhuacanes y los pedregales de Santa Úrsula, Ajusco, Santo Domingo y Ruiz Cortines. De esos sitios, solo hay que mencionar que se han convertido en las colonias con el mayor índice de narcomenudeo de la capital del país.

Así, los Toledo, en mancuerna construyeron un gran negocio, un imperio que se formó con acciones de provocación, chantaje, violencia, amenazas contra adversarios políticos, que les retribuyó dinero, con el cual compraron conciencias y se hicieron del apoyo connivente de políticos y líderes al interior del perredismo.

Desde el inicio de su carrera, padre e hijo se inclinaron por tener tratos con la corriente de los chuchos, encabezados por Jesús Ortega, Jesús Zambrano, Guadalupe Acosta Naranjo y Carlos Navarrete, quienes se apoderaron como botín, de la conducción de ese partido, cuando entonces Andrés Manuel López Obrador, había cedido las riendas a Jesús Ortega, quien hizo las veces de secretario general, y el tabasqueño fungía como presidente nacional, siempre de gira por los estados del país.

Edificio de la hoy Alcaldía de Coyoacán

Los chuchos, que se constituyen en la peor página de la izquierda política dentro se sistema oficial de partidos políticos, obviamente chantajearon a los Toledo, quienes, a su vez, y con la perversidad de Nelson como guía, se apoderaron del control administrativo y político de la delegación Coyoacán en la Ciudad de México.

Para ponerlo en contexto, estimados lectores, la delegación de Coyoacán, ocupa más terreno que la Ciudad de Oaxaca, y supera en dos a uno a la población de nuestro estado. Ese es el dominio, que durante más de 20 años los Toledo ocuparon para desplegar las peores acciones de violencia política en la Ciudad de México.

Eso, siempre a la vista del poder, sin que éste se involucrara, y dejara crecer el fruto podrido hasta proporciones que habremos de describir en las próximas entregas.