Política confesable


El Yoyito: hijo de tigre…

De cuando Heliodoro maleducó a Carlos

Del Porsche al Jeep para discapacitados

Tomás Ezequiel Toledo

El borrachazo del domingo pasado por los rumbos de la ADO tiene detrás una historia muy larga.

Comienza con Heliodoro Díaz Ezcárraga, El Yoyo, como funcionario público, como presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, como secretario de Gobierno, como delegado del gobierno federal en Oaxaca. En suma, comienza con todo el dinero y todo el poder que este personaje ha acumulado en su personal trayectoria.

Decía Vicente Leñero que en el periodismo se vale imaginar. Imaginemos pues: el padre con dinero, padre consentidor, padre –como decían las abuelitas- alcahuete.

Heliodoro educó, o más bien maleducó a Carlos; lo convirtió en el clásico junior priísta: Carlitos por aquí, Carlitos por allá. Y lo que el niño quería y lo que el niño merecía: las mejores escuelas, la mejor ropa, la mejor comida, los mejores viajes, la mejor cama, las mejores sábanas, las mejores lociones, los mejores zapatos, la mejor universidad…

Y claro, los mejores autos.

Faltó el ingrediente principal: la responsabilidad y el respeto por los demás.

Por si fuera poco, El Yoyo cerró el círculo de protección a su junior consiguiéndole a Carlos un buen trabajo, primero en Liconsa –de donde fue despedido tras conocerse que papi le regaló un Porsche, de un escandaloso precio y de un escandaloso color.

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Claro, el amor de padre le costó a Heliodoro su propio cargo como coordinador regional del Infonavit.

Aún a pesar del escándalo causado entonces, gracias a la relación de Heliodoro con el subsecretario de Desarrollo Social y ex candidato a gobernador, Eviel Pérez Magaña, el junior consiguió otra chamba. Ahora, como subdelegado de esa dependencia federal.

Es decir, como aviador.

Porque un junior que nunca ha conocido la pobreza, difícilmente puede encargarse de combatirla, ni de ayudar a los oaxaqueños que están en esa condición a pesar de los programas sociales, y gracias también a que en el gobierno de Gabino Cué, el presupuesto social se usó con fines electorales y para abultar las carteras de los funcionarios del sexenio pasado.

Continuemos imaginando:

Después de ser despedido por el escándalo del Porsche del millón y medio que papi le regaló, papi también le dijo al junior que no se preocupara, papi con sus relaciones le conseguiría otro sueldo a costa del presupuesto.

Y, bueno, ahí están las consecuencias de la historia: el domingo Carlos Antonio –que, claro, como hijo de papi utiliza los dos apellidos de éste- Díaz Escárraga Aguirre llegó borracho a casa al amanecer, conduciendo un Jeep con placas especiales para discapacitados, y obnubilado como estaba, embistió a dos taxis, a una moto e hirió a piloto y acompañante y, al tratar de huir –como todo junior que se respete- se incrustó en un taller mecánico.

El junior se quedó dormido, el motor continuó encendido, y fue hasta que llegaron los cuerpos de rescate y de policía, cuando pudieron girar la llave para detener la máquina.

La Sedesol tardó tres días en reaccionar, mientras la indignación en Oaxaca crecía, y se abultaba en las redes.

Ooootra vez los excesos de Carlos Díaz junior condujeron a su despido. El secretario Luis Miranda Nava ordenó su destitución y que se emitiera un comunicado, en el siguiente tono:

“Esta medida procedió debido a los lamentables acontecimientos en los que se vio involucrado y de los cuales dieron cuenta diversos medios de comunicación.

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La Sedesol está comprometida con la conducta que debe caracterizar a los servidores públicos, siempre apegada al respeto de los lineamientos éticos y normativos que rigen esta dependencia”.

Las fotos del junior dormido dentro de la camioneta, junto a una mujer, así como del vehículo incrustado en el muro del taller, rápidamente se difundieron por Twitter y Facebook, y la indignación se multiplicó. No sólo por el accidente, sino porque el Jeep tenía placas para uso de discapacitados.

Y más tarde se difundieron las fotos de Carlos Díaz en el Ministerio Público, sentado en una silla, con el brazo izquierdo cruzado sobre las piernas, y la mano derecha deteniendo su mentón cabizbajo.

Esto es, en un aparente gesto de arrepentimiento. Naaaaaaa. No le creemos: hijo de tigre, pintito, volverá a hacer de las suyas. Más tardaron en correrlo de la Secretaría de Desarrollo Social, que papi en conseguirle otra chamba con los cuates que todavía le quedan en el gobierno federal.

Ah, por cierto: dicen que Heliodoro no es sólo generoso con junior, y que cuando fue presidente de la Cámara de Diputados le regaló un auto nuevo a una reportera. El Yoyo, siempre tan consentidor.

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