Política confesable


Las balas en Nochixtlán también de la estatal.

Arturo Peimbert, sospechoso de proteger a Cué.

Tomás Ezequiel Toledo

 La agresión armada contra civiles en Nochixtlán, ocurrida hace dos meses el 19 de junio, más que aclararse por las autoridades federales y estatales tiende a enredarse aún más.

La comisión especial del Congreso de la Unión, que indaga los hechos, ha contribuido a que se aclare cómo fue, en realidad, que los policías asignados al desalojo de la autopista dispararon contra la comunidad.

Ya hace dos semanas, la misma comisión citó al presidente de la comisión estatal de derechos humanos, Arturo Peimbert, para que éste enfocara la responsabilidad de los disparos contra la comunidad que respalda el movimiento magisterial.

Ahora, esa misma instancia del Congreso -integrada por senadores y diputados- convocó a policías federales al recinto del Senado, en la Ciudad de México, para que aportaran más elementos sobre el enfrentamiento.

Lo que resultó de esa reunión de trabajo fue una contradicción entre los propios policías respecto de si, primero, portaron armas o no, y después si las dispararon.

La información, ampliamente difundida en los medios de comunicación, pero también de manera inusual en la televisión, revela cómo uno de los policías federales asignados al operativo responde al senador perredista Fidel Demedicis, que en efecto llevaba una pistola.

Dijo el federal, como consta en la versión estenográfica del encuentro: «Después de que se empezaron a recibir y a haber heridos por armas de fuego, sí hubo una instrucción de que una pequeña parte del personal que acudiría llevara equipo táctico».

-Insisto, ¿usted llevaba arma? -reiteró el senador del PRD.

-Yo llevaba arma, sí -admitió el policía.

-¿Qué tipo de arma llevaba?

-Yo llevaba mi pistola.

-¿Qué calibre?

-9 milímetros.

-¿La accionó? -quiso saber aún más Demedicis.

-La accioné, sí, la tuve que accionar.

El diálogo incomodó a los legisladores del PRI, que reclamaron al senador el hecho de que el policía no se encontraba en una comparecencia ante un Ministerio Público. «El pueblo tiene derecho a saber», respondió el perredista.

Si bien, como ya se ha dicho, no se trata de eludir la responsabilidad que tengan los policías federales en la muerte de civiles en Nochixtlán, la comisión continúa con un manto protector hacia el gobierno de Gabino Cué.

Por ejemplo, durante la reunión, los policías no coincidieron en sus afirmaciones respecto de cómo intervino Peimbert, en la mediación para el rescate de los federales que fueron retenidos por la población

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Uno de los oficiales expuso que Peimbert sí negoció su liberación y otra indicó que éste llevó a un médico para que los atendiera, pero cuando el priísta Francisco Escobedo les pidió aclarar si el ombudsman de Oaxaca intervino a su favor, otro agente respondió: «en ningún momento se preocupó». Ante esa declaración, la misma policía que citó la intervención de Peimbert para proporcionarles atención médica, dijo: ‘»Siempre estuvo pendiente de los otros detenidos del pueblo, jamás de nosotros».

Como se ve, el cruce de intereses -específicamente los de Cué- para desembarazarse del problema reducen cada vez más la posibilidad de que se aclare cómo ocurrió la agresión, y peor aún aviva el conflicto.

Peor aún, todo parece indicar que hay un deseo perverso por parte de Cué y sus incondicionales por que el conflicto magisterial y social no tenga visos de solución antes de que él se vaya, dentro de tres meses y medio.

En ese caso, no sólo se estaría alentando que continúe el encono en Oaxaca, sino se trataría de una conspiración para desestabilizar al nuevo gobierno, en una especie de revancha política ante el triunfo del PRI y el revés electoral para la alianza PAN-PRD.

No resulta descabellado, si se recuerda por ejemplo que Gabino Cué armó una estrategia para la compra del voto a través de los programas sociales que el gobierno del estado debería entregar sin condiciones, y que incluso ordenó hacer votar hasta los muertos en favor de José Antonio Estefan Garfias.

¿O de qué otra manera se explica que Peimbert, un personaje de su círculo cercano, continúe interesado en atribuirle toda la responsabilidad de los muertos al gobierno federal, sin hacer ni un solo señalamiento a la administración estatal?

Porque, y ahí están la versión de la entrevista con los policías, uno de los federales informó a los senadores y diputados que la policía estatal sí acudió armada y que también disparó.

Ahora bien, no se sabe que la administración de Cué haya emprendido una investigación para deslindar responsabilidades de la policía que está a su mando.

Y he ahí una omisión de alto grado.

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