Nuestro reloj biológico interno


Reloj biológico interno

Vilma Ivette Rivera Abarca*

El conocimiento de uno mismo incluye saber que nuestro cuerpo tiene su propia red interna de relojes que ayudan a sentirse alerta durante el día, sentir hambre y sueño por la noche.

Cómo controla el reloj biológico nuestras actividades

Mantener estos relojes o ritmos circadianos sincronizados es importante para la salud. Muchas de las funciones del cuerpo y las actividades diarias normales, como dormir, despertar, comer e ir al baño, se modelan alrededor de este ciclo de 24 horas.

Los ritmos circadianos de cada órgano de los seres humanos  son tan importantes pues afectan a casi todas las partes de nuestra fisiología. Aprender cómo se genera el ritmo es fundamental para comprender su importancia en la calidad de vida.

Estos ritmos diarios naturales están sincronizados con el sol. Es el reloj maestro. El cerebro recibe la entrada de luz directa por los ojos y es así como coordina todos los relojes de cada uno de nuestros órganos. Durante el día la luz solar envía señales a ciertas regiones del cerebro para producir las hormonas necesarias y mantenernos despiertos, aumenta el ritmo cardíaco, además genera energía. Por la noche, cuando la luz disminuye, desencadena la producción de una hormona llamada melatonina. Esta hormona  es la encargada de producir el sueño.

Los ajustes del reloj biológico están determinados generalmente  por los genes específicos de cada individuo. Estos ajustes pueden afectar la temperatura corporal, la presión arterial, el nivel de actividad, la inflamación (la respuesta protectora de su cuerpo a una lesión o infección), la fertilidad, el estado de ánimo y las funciones cerebrales. Se ha encontrado que la relación de eventos como ataques cardíacos o eventos cerebrovasculares ocurren en la mañana cuando la hormona del cortisol va en aumento.

Los ritmos circadianos también influyen en los hábitos alimenticios, la digestión y el metabolismo (cómo nuestro cuerpo utiliza y almacena energía). Investigaciones científicas han descubierto que comer más tarde en el día, cercana a la ventana de liberación de la melatonina, puede alterar los ritmos naturales del cuerpo. Esto puede conducir a un aumento de la grasa corporal y al aumento de peso, que a menudo se asocian con la obesidad, las enfermedades cardíacas y la diabetes.

También está comprobado que las horas del día influyen en la efectividad y los efectos secundarios de ciertos medicamentos, incluidos los que se usan para tratar el cáncer.

La modernidad nos expone a situaciones que alteran nuestros ritmos internos que inciden en generar problemas de salud.

Por ejemplo, los trabajadores con horarios nocturnos están en conflicto con sus relojes biológicos. Los síntomas incluyen cansancio, problemas de sueño, depresión, mayor riesgo de cardiopatías, trastornos digestivos y cáncer.

Viajar a otras zonas de diferente de huso horario también puede interrumpir los ritmos circadianos. El cerebro tiene problemas para adaptarse cuando la hora del día cambia repentinamente. El resultado es el jet lag (trastorno del sueño que puede afectar a las personas que viajan en varios husos horarios se puede producir una desorientación con respecto a la exposición a la luz y los horarios de las comidas.

EL SUEÑO AFECTA TANTO LA

SALUD FÍSICA COMO MENTAL

Cuando se está cansado, el rendimiento disminuye en cualquier área de la vida. Dormir ayuda a pensar con más claridad, tener mejores reflejos y a una mejor concentración. La realidad es que cada vez es más frecuente encontrar que la productividad y la eficacia de las personas que laboran en empresa con una jornada de 8 horas al menos está disminuida, pues intentan seguir a un ritmo de actividad  con muy pocas horas de sueño.

La pérdida de sueño afecta funciones ejecutivas superiores cerebrales que son: planeación, razonamiento, resolución de problemas, atención a los detalles, comparar, evaluar, toma de decisiones, entre otras.

Las personas que están cansadas tienden a ser más impulsivas, irritables y menos productivas en el trabajo además tienen más probabilidades  de sufrir accidentes de trabajo y de tránsito.

Mientras se duerme, no solamente la mente y el cuerpo se apagan. Durante la noche, los órganos y los procesos internos trabajan arduamente para depurar y repararse.

El dormir mantiene todos los aspectos del cuerpo, el equilibrio energético y molecular, así también la función intelectual, el estado de alerta y el humor.

Dormir, fundamental para la salud

Sin embargo, descansar no solamente es fundamental para el cerebro. El descanso ayuda a casi todos los tejidos de nuestro cuerpo. Mientras se duerme, el cuerpo libera hormonas que ayudan a reparar las células y a controlar el uso de la energía que utiliza el cuerpo.

Los cambios hormonales por la falta de sueño, pueden afectar el peso corporal. Entre ellas mencionamos la hormona del crecimiento que se libera entre las diez de la noche y las 2:00 de la madrugada. Su función no es exclusiva de la etapa del desarrollo infantil, se produce a lo largo de toda la vida.

Las funciones principales que realiza son aumentar la estatura, aumentar la masa muscular, estimular la reproducción y regeneración celular, afecta e influye en el proceso de inhibición de la glucosa, estimula la producción de proteínas y degrada los ácidos grasos del organismo. Si se ayuna la hormona del crecimiento mantiene los niveles de glucosa en la sangre y mueve las grasas acumuladas  para tener una fuente de energía alterna para el organismo. También esta hormona se relaciona con el sistema inmune, el apetito, la respiración, presión arterial, la respiración, la salud cardiovascular.

Las investigaciones demuestran que la falta de sueño aumenta el riesgo de padecer obesidad, enfermedades del corazón  y ser propensos a adquirir  infecciones.

Una buena noche de sueño consiste en 4 o 5 ciclos de sueño. Cada ciclo incluye períodos de sueño profundo y movimientos oculares rápidos (MOR) o sueño desincronizado, esto es cuando soñamos. A medida que avanza la noche, la porción de ese ciclo que se encuentra en sueño desincronizado aumenta. Resulta que este patrón de ciclos y progresión es fundamental para la biología del sueño.

Si bien las necesidades personales varían, en promedio, un adulto necesita entre 7 y 8 horas de sueño por noche. Los bebés generalmente duermen unas 16 horas diarias. Los niños pequeños necesitan unas 10 horas, mientras que los adolescentes necesitan, al menos, 9 horas. Para lograr el máximo de los beneficios restauradores, es importante lograr una noche completa de sueño de calidad.

Muchas cosas pueden interrumpir el sueño: los estimulantes como la cafeína o algunos medicamentos y vitaminas pueden mantenerlo activo. Las distracciones como aparatos electrónicos (en especial la luz de televisores, teléfonos celulares, tablets y lectores electrónicos), pueden alterar el correcto ciclo del sueño natural.

A medida que una persona envejece, es posible que no duerma lo suficiente debido a una enfermedad, medicamentos o trastornos en el sueño. Según algunas investigaciones, se estima que en México alrededor del 45% de la población adulta presenta mala calidad de sueño, se refleja en la dificultad para levantarse, constante somnolencia y  cansancio a lo largo del día.

Generalmente, la ansiedad por querer dormirse empeora la situación. La mayoría de las personas tienen insomnio ocasionalmente. Sin embargo, el insomnio crónico (que dura al menos 3 noches por semana durante más de un mes) puede desencadenar graves problemas durante el día, como agotamiento, irritabilidad y dificultad para concentrarse.

Se puede mejorar esta condición adquiriendo hábitos saludables que incluya una alimentación adecuada, ejercicio, relajación, no exponerse a la luz de dispositivos. A cierta hora se sugiere alejarse de ellos o apagarlos, pues alteran la producción de melatonina, creando ambientes propicios para la relajación. El desorden altera la percepción impidiendo que el cerebro se relaje.

Descansar bien es fundamental para la salud. Para que cada día se pueda disfrutar, compartir, crear y ser más productivos.

*Licenciada en Terapia de Comunicación Humana y Consultora y Comunicadora en Semiología de la Vida Cotidiana