Murió Vittorio Gregotti, arquitecto que conjugó la vanguardia, historia y compromiso social


Vittorio Gregotti

Agencias

Desarrolló una nueva área residencial en Cannaregio, Venecia, que no compitiera con la ciudad, sino que la contemplara como una unidad

El nonagenario arquitecto Vittorio Gregotti, autor de la mayor infraestructura expositiva construida en Portugal, el Centro Cultural de Belém en Lisboa (1992); de barrios enteros -como el universitario Bicocca en Milán; de la ampliación de varios estadios de fútbol como el Olímpico de Montjuich, (1989) -donde colaboró con Correa-Milá-Margarit y Buxadé- y de teatros como el Degli Arcimboldi en Milan (1997) o el Lírico de Aix-en-Provence (2003), falleció producto de la pandemia que se vive actualmente en todo el mundo.

Gregotti que murió el pasado sábado en Milán cuando una pulmonía se agravó al contraer el coronavirus, fue también un célebre ensayista –El territorio de la arquitectura– y dirigió la revista Casabella durante casi una década.

El arquitecto se encontraba ingresado en la clínica milanesa San Giuseppe por una pulmonía agravada por el coronavirus, que afecta especialmente a la zona norte de Italia, señalaron medios locales.

Teatro de la ópera Arcimboldi forma parte de la obra que Gregotti realizó en el distrito milanés de Biccoca. Paneles laterales móviles de vidrio funcionan como deflectores de sonido y pantallas de iluminación para el hall

Por otro lado, su esposa Mariana Mazza, también fue hospitalizada en el mismo hospital de Milán, según el Corriere della Sera, que no proporcionó más detalles.

El célebre personaje obtuvo la licenciatura en Arquitectura en 1952 en el Politécnico de Milán y, a lo largo de sus más de seis décadas de actividad, ejerció como docente en facultades de Venecia, Milán o Palermo, además de dar lecciones en medio mundo, desde Buenos Aires a Harvard o Cambridge.

Participó en numerosas exposiciones internacionales y fue el responsable de la sección introductoria de la XIII Trienal de Milán en 1964, que le otorgó el Gran Premio internacional.

También fungió director de la sección Artes Visuales y Arquitectura de la Bienal veneciana, fue nombrado «honoris causa» en Praga y Rumanía y es miembro honorario de la «American Institute of Architects».

El Grand Théâtre de Provence otra gran obra en una área urbana

En el año 1972 escribió que el papel comunicador de la arquitectura había sido rebasado por instrumentos más rápidos y eficaces y por eso defendió una idea paradójica de su oficio como medio para fijar la memoria y, a su vez, como medio transformador para apoyar a la sociedad. Que el proceso de transformación es el que construye la historia lo demostró en intervenciones que actualizaban edificios del pasado -como el propio Estadio de Montjuic, que mantuvo tres de las fachadas originales de 1929 pero rebajó la cota 11 metros para poder aumentar el aforo- o cubriendo y ampliando el Luigi Ferraris de Génova –el más antiguo de Italia, levantado en 1911- para acoger el

mundial de fútbol de 1990.

Orgulloso de su obra

Esa “transformación que construye” está también presente en edificios que supieron cambiar y alterar su uso, como el propio Centro Cultural de Belém –cuyo concurso ganó con el estudio Atelier Risco- pensado inicialmente para acoger la Presidencia Europea de 1992 y que hoy -con un centro de artes escénicas, salas de exposiciones y un palacio de congresos- es el mayor centro cultural de Portugal.

En tanto que proyectista que antepuso la ciudad al edificio singular, Gregotti dedicó décadas a la construcción de urbanismos como el barrio Bicocca, al nordeste de Milán, donde trabajó entre 1985 y 2005. Allí hizo convivir facultades universitarias, vivienda, zonas verdes e infraestructuras culturales como el Teatro degli Arcimboldi o el Hangar Bicocca. Esa mezcla milanesa buscó corregir el fracaso urbanístico que supuso la construcción de un vecindario de vivienda obrera al Norte de Palermo. Corría 1969 y Gregotti –que con Umberto Eco, el músico Luciano Berio o el poeta Edoardo Sanguineti formaba parte del Gruppo 63- trató de conjugar vanguardia, historia y compromiso social. El barrio de San Filippo Neri, conocido como ZEN -Zona Espansione Nord- quería ser un lugar humanizado con rincones de encuentro y con cierta monumentalidad derivada de la actualización de un elemento arquitectónico

Auditorio del Arcimboldi, que durante la reforma de la Scala de Milán acogió su programación, sus paredes están forradas con madera pintada de rojo, y el techo de yeso está diseñado para producir una acústica óptima

clásico: el pórtico que rodea los edificios y que construye un espacio intermedio entre las viviendas y la calle. La falta de mantenimiento –y de mezcla social entre los habitantes- convirtió el vecindario en un fracaso: un gueto donde la drogadicción, la criminalidad y la Mafia llevaron a otros proyectistas a solicitar su demolición.

Como el Gruppo 63, que en España tendría iniciativas análogas –como el Taller de Arquitectura que el poeta José Agustín Goytisolo y el arquitecto Ricardo Bofill entre otros fundarían ese mismo año-, la idea de ciudad de Gregotti también defendía una suma de diversidades. Para el ensayista, la urbe era una síntesis que debía considerar la vivienda -para él la ciudad era “la manifestación más compleja del hábitat”- reconocer el lugar, la naturaleza y mantener una visión artística.

Estadio Olímpico Lluís Companys, sede de Olimpiada Barcelona’92, realizado junto con Federico Correa, Alfons Milà, Joan Margarit y Carles Buxadé

En 2006 culminó en Marruecos –con Saad Benkirane- el Estadio Agadir. La infraestructura se levantó para acoger el primer mundial de fútbol organizado en África, que finalmente se celebró en Sudáfrica. Ese estadio –austero en el exterior y colorido en su interior- marca con sendas torres de acceso su presencia en la ciudad. Por eso convierte una infraestructura grandiosa en un elemento de orden urbano. Pero además contiene parasoles en las gradas para mitigar el calor de los espectadores. Las mismas torres, urbanizadoras, están presentes en el estadio de la Sampdoria y el Génova, aunque allí es una cubierta la que hace que la nueva tecnología conviva con la historia y vela por

proteger a los tifosi de la humedad ligur.

Otra toma de El Grand Theatre

Antonio Pizza, alumno suyo en su etapa de profesor en Venecia y catedrático de Historia del Arte y de la Arquitectura en la Escuela Técnica de la Universidad de Barcelona (ETSAB), recuerda sus valores y trayectoria.

«Le interesaba la arquitectura de escala pública porque creía que la arquitectura podía transformar las ciudades e influir en la sociedad. Estaba muy comprometido con la posibilidad de mejorar las urbes contemporáneas interviniendo en residencias, vivencias, servicios públicos como bibliotecas e incluso cárceles», indica Pizza. Por eso, para él los edificios más llamativos no eran los más característicos.

Uno de los proyectos más significativos de Gregotti, por cómo representa su filosofía, fueron los barrios ZEN (Zona de Nueva Expansión) de Palermo (Sicilia), a finales de los sesenta. Pero el proyecto no salió bien, y él mismo lo reconoció. Se trata de una de las zonas más degradadas de la ciudad, con falta de infraestructuras públicas y exceso de delincuencia, cuyo futuro se decanta por la demolición.

Torre de Belém, en Lisboa, y el tejido urbano junto al río Tajo

«La arquitectura es una disciplina extremadamente compleja, como se expone en el ensayo de Gregotti, y trabajar con grandes escalas significa ampliar la perspectiva para incluir aspectos sociales, sociológicos y culturales», explica Pizza. «Analizar, por ejemplo, qué tipo de gente que va a vivir en un barrio y qué recursos tienen».

Gregotti fue un arquitecto muy prolífico y su obra cruza continentes. Desde la nueva ciudad de Pujiang, en Shanghái (China), del año 2007, hasta el Centro Cultuural de Belém (CCB) en Lisboa (1993), pasando por el teatro de la ópera Arcimboldi y la Torre en Via Pirelli en Biccoca (Milán), la Iglesia de San Massimiliano Kolbe en Bérgamo o la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo Academia Carrara en la misma ciudad; y el Grand Théâtre de Provence, en Aix-en-Provence (Francia), de 2007. Su último trabajo es de 2012: la renovación y transformación de una antigua fábrica de fundición al Teatro Leoperia en Follonica, en la Toscana (Italia).