Vilma Ivette Rivera Abarca*
Como sociedad, el primer paso para comprender el movimiento feminista es conocer su historia.
En marzo de 1857, las trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York, salieron a las calles para expresar su malestar por las pésimas condiciones en las que trabajaban, por ejemplo: los magros salarios que cobraban. En aquella ocasión, una vez más, fueron víctimas de la represión policiaca.
En este contexto, es imprescindibles mencionar la batalla moral, social y política a las que se enfrentaron y enfrentamos las mujeres aún en pleno siglo XXI.
El pensamiento de hace 167 años estaba influenciado por la corriente de El naturalismo (movimiento literario, artístico y filosófico), que para mantener sus postulados recurrió al esencialismo y el organismo pues debía explicar particularmente sus postulados del “sexo excluido” y su distancia de lo humano.
Schopenhauer (filósofo alemán, considerado uno de los pensadores más brillantes) hablaba del «concepto de hembra» como una esencia dentro de la estrategia reproductiva que se daba en todas las especies.
Por otra parte, frente al antiguo régimen, el naturalismo tenía que subrayar la continuidad genérica de las mujeres, afectaba también a las de las castas superiores. Las mujeres no tenían categoría, todas ellas eran simplemente «la mujer».
A las mujeres se les negaba el principio de individuación pues ésta era considerada la característica del reino del espíritu y la mujer no lo era, se afirmaba que su esencia estaba próxima a lo vegetativo.
Amelia Valcárcel (filosofa feminista) empezó a definir el concepto del proceso de fabricación de la mujer como concepto del “otro», un continente de lo pre-político, irracional, histérico, «el tremendo residuo natural presente en la humanidad», con apariencia humana y que era una oscura potencia anárquica natural en la frágil tierra de la cultura» .
Siguiendo a Valcárcel, puede decirse que la “misoginia romántica” de ese entonces era un discurso filosófico reactivo (anti-igualitario) con respecto a las posibilidades que el proceso de la ilustración había abierto a las mujeres y con el que se buscaba validar una jerarquía sexual sin fisuras. Un discurso que se debe leer en clave política aunque no suele presentarse como tal, dado que plantea los arquetipos de la feminidad como una emanación de la imaginería romántica.
La asociación de lo femenino con el simulacro, el señuelo, el engaño irónico, no es una creación romántica pero es cierto que el romanticismo la explota hasta la exacerbación. En forma irónica, Valcárcel dice que la mujer sólo tiene con respecto al varón un aire (parecido).
El evolucionismo, representado por Herbert Spencer, afirmaba que el papel de la mujer era solamente como reproductora, orientada exclusivamente a cumplir su papel en la perpetuación de la especie pero se arriesgó a afirmar que la educación puede jugar un buen papel en la emancipación femenina.
Por su parte, Darwin, postulaba la superioridad natural masculina. Una superioridad que se mantendría con la evolución.
Las interacciones del movimiento feminista resultan comunes, al menos, en Estados Unidos y Gran Bretaña, siendo estos países los lugares en los que puede situarse el origen del feminismo como movimiento organizado.
Este grupo vulnerable que no encontró su lugar en las declaraciones de los derechos constitucionales y tuvieron que esperar mucho tiempo hasta lograr su incorporación a la esfera pública en condiciones de igualdad.
En este movimiento feminista, se encontraron las pioneras del movimiento sufragista, que hablaban desde el lenguaje de los derechos humanos sustentados en que las sociedades estaban conformadas bajo principios liberales.
Este movimiento se manifestó en marzo de 1908, en la misma ciudad de Nueva York, donde alrededor de 15 mil mujeres se proclamaron para exigir menos horas de trabajo, mejores pagas, el derecho a votar y el fin del trabajo infantil. Ambos hechos fueron claves en la historia para que hoy, nosotras, las mujeres, tengamos la posibilidad de volver a salir a las calles y luchar por los derechos que nos pertenecen como seres humanos.
Y aunque a lo largo de más de siglo y medio conquistaron muchas batallas, en algunos aspectos la igualdad sigue siendo una deuda de la sociedad para con nosotras. Porque hoy sí votamos, hoy sí ocupamos espacios de decisión que históricamente pertenecieron a hombres, pero hoy también nos siguen pagando menos que a los hombres, nos siguen violentando y haciéndonos responsables de las violaciones. Además, la mayor carga de trabajo doméstico recae en las mujeres.
Así, en la historia reciente podríamos mencionar muchas batallas que en términos de igualdad hemos ganado, por mencionar algunas, es la declaración en la Carta de las Naciones Unidas, que afirma que existe un principio fundamental, que declara los “derechos iguales para hombres y mujeres” y que la protección y el fomento de los derechos humanos de las mujeres es responsabilidad de todos y cada uno de los Estados. Esto fue aprobado por los dirigentes del mundo en 1945.
Aún así recientes investigaciones sobre la protección de mujeres y niñas, revela que el riesgo de abusos a los derechos humanos, como la violencia sexual, la discriminación, la explotación sexual y el tráfico de mujeres se sitúa en niveles extremos, concretamente en el 40 % de los 197 países analizados se encuentra México.
Los siguientes, son los nombres de mujeres que han alcanzado relevancia mundial, quienes lograron romper con creencias de que la mujer es un subgénero, abrieron un camino a las nuevas generaciones:
Hipatia De Alejandría (355-415), precursora de la presencia de la mujer en la ciencia. Formó parte de la Escuela Neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V y destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía. Fue asesinada por causas que siguen investigando siglos después y que han hecho de ella una «mártir de la ciencia».
Chistine De Pizan (1364-1430), fue la primera escritora profesional de la historia, en el siglo XV. Poeta y filósofa, reivindicó con sus letras la mejora de la situación de subordinación que vivían las mujeres de su época. Su libro “La ciudad de las damas”, de 1405, se considera un precedente del feminismo contemporáneo.
Sor Juana Inés de la Cruz (1515- 1582), una de las escritoras más importantes de la historia de la literatura española y figura clave del pensamiento místico. Desde su juventud, mostró una gran imaginación, que fructificó años después en su poesía lírico-religiosa.
Olympe de Gouges (1748-1793), ha pasado a la historia por publicar, durante la Revolución Francesa, la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, considerada el punto de inicio oficial del movimiento feminista como tal.
Sojourner Truth (1797- 1883), doble luchadora, por la igualdad de las mujeres y por la abolición de la esclavitud. Sojourner Truth es considerada un símbolo del Black Feminism (feminismo negro), especialmente tras su discurso «Ain’t I a Woman?» (¿Acaso no soy una mujer?), pronunciado en 1851 en el Congreso de la Mujer en Ohio. Luchó, además, por la abolición de la pena de muerte.
Margaret Fuller (1810-1850), considerada la primera feminista americana. Margaret Fuller fue una periodista que se dedicó a organizar a las mujeres a las que les era negado el acceso a la educación superior. Su obra Women in the nineteenth century (“Las mujeres en el siglo XIX”) habla sobre la desigualdad entre sexos y la necesidad de acabar con ella.
Marie Curi (1867-1934, nacida Sklodowska), es la científica más conocida de la historia. Sus investigaciones sobre el radio marcaron un antes y un después en la historia de la medicina y fue la primer mujer en ganar un Premio Nobel de Física, en impartir clases en la Sorbona de París y en recibir dos Premios Nobel de dos categorías distintas, tras ganar el de Química en 1911.
Simone De Beauvoir (1908-1986), filósofa y escritora francesa. Simone de Beauvoir, fue una luchadora contra el sistema patriarcal, especialmente tras la publicación de su libro El segundo sexo, en 1949, que defiende que los hombres han negado sistemáticamente la identidad femenina. Centra sus críticas en la educación de las niñas y en la visión de la maternidad como algo esencialmente femenino.
Rosa Parks (1913-2005), activista y símbolo del movimiento americano por los derechos civiles. Rosa Parks fue la mujer que se negó a ceder su asiento en un autobús a un hombre blanco (fue detenida por ello), hecho que llevó de forma indirecta a la legislación anti-apartheid en el sur de Estados Unidos.
Indira Gandhi (1917-1984), fue una pionera en ocupar un puesto de primera plana política en una nación en la que la mujer es todavía hoy un ciudadano de segunda, la India. Participó activamente en la lucha por la independencia del país y fue Primera Ministra en dos ocasiones, por un total de quince años. Murió asesinada por sus propios guardaespaldas en 1984.
Nawal El Saadawi (1931), escritora, activista y médica egipcia, Saadawi, sufrió mutilación genital cuando era niña y ha dedicado toda su vida a hacer campaña contra esta práctica. La publicación de su libro Mujeres y sexo, en 1972, en el que denunciaba esta práctica, le costó su puesto como Directora General de Salud Pública de Egipto.
Sylvia Plath (1932-1963), exitosa poeta de mediados del siglo XX, se convirtió en un icono del feminismo tras su suicidio, pues fue uno de los primeros casos en que se visibilizó la lucha contra la depresión y la presión causada por las expectativas puestas sobre las mujeres en un mundo androcéntrico. Su libro, The Bell Jar (“La campana de cristal”) en 1963, refleja su lucha de forma franca y cruda.
*Lic. En Comunicaciòn Humana y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana