Miedo


Agorafobia

“La mente es dueña de su espacio, y ella misma puede

hacer del cielo un infierno, un infierno del cielo”

Vilma Ivette Rivera Abarca*   

En los últimos días en que persiste la situación de la pandemia del COVID-19 a nivel global, nos percatamos que en  muchos casos prevalece una sensación de no ser dueños de nuestra propia vida, de no poder ir a trabajar como un día cualquiera, salir a dar un paseo, relacionarse con los amigos y familiares… es decir, vivir.

Según expertos de la psique humana,  se afirma que esta condición de encierro y extremar precauciones  es tan grave como el mismo virus.

Los signos y síntomas derivados del aislamiento social se manifiestan en diferentes grados y formas.

Nauseas, entre otros síntomas

Uno de ellos es la agorafobia. Este trastorno consiste en un miedo y ansiedad intensos de estar en lugares en donde es difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda. La agorafobia generalmente involucra miedo a las multitudes o estar solo en espacios interiores.

La agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad. Generalmente se presenta cuando se ha presentado en el individuo que lo padece un ataque de pánico, empieza por  tener miedo a situaciones que podrían llevar a otro ataque. Evita lugares o situaciones pues no se siente seguro en sitios públicos. El miedo es más intenso en lugares muy concurridos.

Los síntomas físicos pueden incluir:

–       Molestia o dolor toráxico.

–       Sensación de asfixia.

–       Mareo o desmayo.

–       Náuseas o problemas estomacales.

–       Corazón acelerado.

–       Dificultad al respirar.

–       Sudoración.

–       Temblor.

Síntomas en la esfera mental:

–       Temor a quedarse solo.

–       Miedo a perder el control.

–       Dependencia de otros.

–       Sentimiento de separación y distanciamiento de los otros.

–       Desesperanza.

–       Sensación de que el cuerpo y el ambiente no sea real.

–       Temperamento o agitación inusuales.

–       Permanecer en casa por periodos prolongados.

Otros síntomas:

– Consumo de alcohol u otras drogas en un intento de bajar los estados de ansiedad.

–  Incapacidad de desempeñarse en el trabajo o a falta de uno experimentar una especie de parálisis para salir de tal situación.

–  Conductas de aislamiento, sentimientos de soledad, depresivas o con pensamientos de suicidio.

Es importante la detección de estos signos y síntomas pues el problema se agrava si no es tratado por un profesional.

Tratamiento

Miedo a no poder escapar.

El tratamiento con frecuencia combina la psicoterapia con medicamentos. Algunos son para tratar la depresión que pueden ser útiles para este trastorno. Previenen los síntomas o los hace menos intensos. Debe seguir las indicaciones de su médico tal como se ha indicado, tomar estas medicinas todos los días. No dejar de tomarlas ni cambiar la dosis sin hablar con su médico.

El objetivo de la terapia es ayudar a sentirse y desempeñarse mejor.

Acudir una consultoría terapéutica ayudará a cambiar esos  pensamientos que le causan estas sensaciones y puede involucrar:

  • Comprensión y control de sentimientos o puntos de vista distorsionados de eventos o situaciones estresantes.
  • Aprendizaje de técnicas de manejo del estrés y de relajación.
  • Relajación e imaginación de las cosas que le causan ansiedad, trabajando desde las menos hasta las más temidas (se denomina terapia de desensibilización y exposición sistemáticas).

Es posible que también lo enfrenten lentamente a la situación de la vida real que causa el miedo para ayudarle a superarlo.

Un estilo de vida sano que involucre ejercicio, reposo suficiente y buena nutrición también pueden ayudar.

Grupos de apoyo.

Consumo de alcohol entre los síntomas

Puede aliviar el estrés causado por el trastorno de pánico al unirse a un grupo de apoyo. Compartir con otros que tienen experiencias y problemas comunes puede ayudarlo a no sentirse solo.

Los grupos de apoyo generalmente no son un buen sustituto de la psicoterapia o los medicamentos, pero pueden ser un buen complemento.

Expectativas (pronóstico).

La mayoría de las personas puede mejorar con medicinas o con una consultoría terapeutica. Sin la ayuda oportuna y efectiva, el trastorno puede volverse más difícil de tratar.

* Vilma Ivette Rivera Abarca. Lic. en Terapia de Lenguaje y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana.