Madero y el fraude electoral


Porfirio Díaz

Felipe Ávila/La Jornada

Francisco I. Madero

El Partido Antirreleccionista publicó su programa el 20 de abril de 1910. Era un programa democrático: hacer efectivo el sufragio, prohibir la relección, respetar la independencia de los poderes federales, abolir las jefaturas políticas, garantizar la libertad de expresión y de enseñanza, fomentar la educación, mejorar las condiciones de los trabajadores y de los indígenas. Con ese programa, Madero emprendió su cuarta gira, ahora como candidato presidencial. En cada ciudad que visitaba se congregaban multitudes. Explicaba su programa, llamaba al pueblo a reconquistar su soberanía y su libertad. En Orizaba, el corazón de la zona textil, donde había ocurrido la heroica y brutalmente reprimida huelga de Río Blanco, se juntaron 20 mil personas. Madero estaba eufórico. Sentía el apoyo de la gente y la animadversión popular hacia el gobierno de Díaz.

El viejo dictador se dio cuenta del desafío que representaba la campaña de Madero y decidió cortar de tajo esa amenaza. Desde las semanas anteriores se había recrudecido la persecución hacia los maderistas. Muchos fueron encarcelados. Las autoridades no permitían los actos políticos. La policía dispersaba las concentraciones. En ese clima, Madero inició la que sería su última gira. El 4 de junio, al llegar a la ciudad de San Luis Potosí, no pudo bajar del tren. Tampoco pudo hacer el mitin en Saltillo, por la irrupción de la fuerza pública. Desde el balcón de su hotel, dijo a la multitud congregada en la plaza que los opresores estaban temblando y que sus alardes de fuerza serían efímeros. El 5 de junio, en Monterrey, las fuerzas rurales y la policía disolvieron la manifestación. Madero fue aprehendido en esa ciudad el siguiente día, acusado de conato de rebelión y ultrajes a la autoridad.

Federico González Garza

Madero fue encarcelado en Monterrey y días más tarde trasladado a la penitenciaría de San Luis Potosí. Estando preso, el régimen de Díaz consumó la imposición: se religió por séptima vez. Don Porfirio creyó que había acabado políticamente con él. Pero Madero no se doblegó. Desde la cárcel, emitió un manifiesto en el que denunció el fraude electoral: “El atentado de que he sido víctima, a la vez que se cometen atentados semejantes contra mis partidarios en diversas partes de la República, es con la intención de amedrentar a los independientes para alejarlos de las urnas electorales el 26 del actual, y lograr por medio del fraude, el triunfo de las candidaturas reeleccionistas. Y si digo fraude, es porque desde ahora se prepara, cometiéndose por las autoridades innumerables irregularidades”.

La democracia mexicana debe mucho a Madero. No sólo fue el creador del primer partido político y de la primera campaña política moderna. También fue el primero en organizar a los miembros de su partido para acudir a las casillas a defender el voto y levantar constancia de las irregularidades cometidas. A él le debemos el primer instructivo para promover y defender el voto y, también, el primer memorial con la documentación y las pruebas de un fraude electoral. A sus seguidores les pidió acudir desde temprano a todas las casillas, nombrar a sus representantes, vigilar que los votantes estuvieran en el padrón, que cumplieran los requisitos legales, que no hubiera coacción, presencia de fuerzas armadas, etcétera. Debían levantar un acta de todas las irregularidades y enviar una copia al comité del partido. En virtud de que las elecciones eran entonces indirectas, debían hacer eso en la primera y en la segunda vuelta.

Huelga de Río Blanco

El gobierno de Díaz realizó una elección de Estado y aplastó al partido maderista. En el Distrito Federal, donde más votos se le reconocieron, de 301 casillas, Madero sólo ganó en 16. A pesar de ello, Madero no perdió el ánimo. Instruyó al joven Federico González Garza que concentrara todas las pruebas del fraude y que escribiera un memorial para presentarlo ante el Colegio Electoral solicitando anular los comicios. De muchos lugares del país llegaron las pruebas. González Garza las sistematizó y redactó el memorial. Fue a ver a Madero a San Luis para que lo revisara y diera su visto bueno. El memorial del fraude tiene un enorme valor histórico. Vale la pena mencionar algunos de sus fragmentos:

“No había que vacilar; se recurrió al viejo expediente de la violencia y el fraude; las persecuciones continuaron, recrudeciéndose pocos días antes de que se verificaran las elecciones; las mesas directivas de los clubes fueron encarceladas en masa; en todo el país, con excepción de la capital de la República y alguna que otra ciudad, fue negado en lo absoluto el derecho de reunión, encargándose la policía de disolver sistemáticamente las juntas y asambleas…

Partido Antirreleccionista

“No se repartieron boletas a numerosos ciudadanos, ni se les entregó cuando se presentaron a reclamarlas; las mesas aparecieron instaladas antes de la hora fijada por la ley; las autoridades designaron de antemano a sus más seguros agentes para integrar las mesas, con la consigna de ganarlas, cualesquiera que fueran los medios reprobados e ilícitos que tuvieran que emplear; los instaladores, que como comisionados del gobierno, deberían retirarse una vez llenada su comisión, jamás lo hicieron, antes bien obraron de tal modo que siempre resultaron presidentes de las mesas, firmando al final a favor de ellos mismos las credenciales de electores”.

El memorial constaba de 190 expedientes y más de 600 páginas. Fue presentado el 1º de diciembre ante el Colegio Electoral que, como era de esperarse, lo desechó. Agotadas todas las instancias legales, Madero se fugó de San Luis y, desde Texas, decidió llamar al pueblo de México a derrocar a la dictadura porfirista.

*Director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México