Los sonidos del silencio en medio de la pandemia


Disfrutar del silencio

Vilma Ivette Rivera Abarca*

El pensamiento sistémico es un marco conceptual que comprende la realidad como un sistema. En el artículo publicado la semana pasada hablamos de la sanación por medio de la música es decir los sonidos armónicos. Siguiendo la idea de la importancia que debemos prestar a la sanación integral, los seres humanos y todo ser viviente y sintiente, que habita este planeta, podemos comprobar que de alguna manera estamos conectados por una red invisible.

El silencio llena de melodías el corazón

Esta teoría se apoya desde la epistemiología en el pensamiento sistémico, es un modo de análisis que evalúa todas las partes que se interrelacionan y que, a su vez, conforman una situación de objetos interconectados o subsistemas; en consecuencia lo que se busca es comprender el funcionamiento de un problema incluyendo sus propiedades de este para darle una solución.

En este contexto hablamos del silencio y sus efectos y cómo incide en el planeta tierra y en nosotros como parte de este sistema de seres vivientes y sintientes.

¿CÓMO VIVIMOS ESTE

NUEVO ESTADO DE SILENCIO?

Las ciudades están vacías, el aire se ha despejado. La Tierra está en relativo silencio.

Los estudios realizados ampliamente por los científicos han comprobado los efectos de la contaminación acústica, visual y táctil en seres humanos que contribuyen a problemas de salud como estrés, perturbación del sueño, hipertensión, cardiopatías, hipoacusias (sordera), entre otra larga lista de afecciones.

La pandemia ha traído el silencio que no escogimos o al menos para algunos ha disminuido. Aún existe ruido en hospitales con pacientes afectados por el coronavirus y en las casas o departamentos con familias y niños confinados que se ven afectados psíquicamente manifestando síntomas cada vez más graves como la depresión.

En algunas ciudades, el  silencio puede encontrarse en las calles sin coches, negocios cerrados y en esas ocasiones en las que deseamos acudir y no poder hacerlo o esa sensación de “nada qué hacer”, salvo escuchar los sonidos suaves que solían ahogar el bullicio de nuestras vidas.

Se sabe que el ruido artificial interfiere con la capacidad de concentración, en la generación de endorfinas por mencionar algunas.

En investigaciones con animales se encontró que el ruido afecta su capacidad de reproducción. Este fenómeno  interfiere para escuchar sonidos de otras especies como el  canto de las aves, sonidos tan importantes para el éxito reproductivo.

¿Alguna vez nos hemos preguntado qué papel juega cada especie o los elementos: tierra, agua, fuego y/o aire? o pensamos que los fenómenos  de la naturaleza son procesos aislados de nosotros?.

Si la luna incide en  las mareas, aquí hablamos del elemento agua; el sol repercute en el crecimiento de las plantas, en la producción de endorfinas en nuestro cerebro y en el fortalecimiento del sistema inmune ¿Además de todo esto, qué más hace?

¿EL SILENCIO SANA?

Está comprobado que el ser humano necesita abrir espacios de silencio para recuperar la calma puesto que en medio de tanto ruido acústico, visual, y táctil, el cerebro se satura en consecuencia llega el momento que es incapaz de procesar tanta información (ruido externo) que nos agota, afectando nuestra salud y calidad de vida.

Entonces, dado que el ruido nos afecta de manera negativa, nos planteamos tres preguntas: ¿qué es el silencio? ¿dónde encontrarlo? ¿por qué es hoy más importante?

Podemos comenzar a contestar la tercera pregunta: en nuestra sociedad y a nivel global de multitasking y de conexión de manera permanente a las redes, lo podríamos explicar como parecido a un tsunami de estímulos que acaba con la capacidad de reflexionar y plantearnos preguntas de ¿cómo afecta este ruido a nivel individual y conectados con todo lo que nos rodea?.

No logramos escuchar el silencio pues estamos enganchados al pasado y preocupados por el futuro. Vivimos una especie de pánico de perdernos de algún suceso importante.

La actividad cerebral se satura con este bombardeo de procesamiento de información, agotador, al que nos sometemos durante un lapso largo en el que no dejamos espacio para crear un momento y tomar un respiro.

Es también parecido al hacer ejercicio sin parar aunque nuestro cuerpo nos grita que paremos, no lo escuchamos seguimos en una actividad constante que, al final, físicamente colapsamos. De igual manera es nuestro cerebro que está saturado de ruido externo e interno.

Silencio en ciudades

Así, contestando la primera pregunta: ¿Qué es el silencio? Desde la visión de la neuropsicología y la mística oriental se considera que es un error pensar que el sonido es la ausencia de sonido.

Se considera, desde esta dos visiones, que el silencio es un poder interior que todos poseemos pero que no estamos educados para “escuchar el sonido del silencio” y preferimos aturdir la mente con “música estridente”, también perdernos en nuestro propio ruido interno por ejemplo cuando traemos un pensamiento dándole vueltas de un lado a otro dicho de otra forma: pensar sin parar emitiendo ruido para tapar el silencio.

De esta manera contestando a la segunda pregunta ¿Dónde encontrar el silencio? sólo son necesario tres sencillas acciones: detenterespiraescucha a tu mentepresta atención a un solo pensamientoexhalasueltadescansa

¿CÓMO HA INCIDIDO EL

 SILENCIO EN EL PLANETA?

El confinamiento ha disminuido un 50 % el ruido sísmico antropogénico global, convirtiéndose en el más silencioso desde que se tienen registros.

Jordi Díaz, investigador del  Instituto de  Geociencias de Barcelona, explica que la actividad humana  que se propaga por el suelo genera vibraciones con frecuencias entre 1 y 15-20 Hz, éstas se  registran por los sismómetros de forma más o menos continua y está relacionado con el tráfico de los automóviles,  trenes, la actividad industrial, entre otros.

Los sismólogos han confirmado que el ruido sísmico provocado por la actividad humana se redujo a la mitad durante los primeros meses del año pasado (2020); al inicio del confinamiento se obtuvo  como consecuencia una baja drástica de la actividad humana desde principios de febrero en lugares como Pekín o Hong Kong y desde mediados de marzo en el resto del mundo.

Podemos concluir de esta manera que el silencio sana tanto como la música, así podemos distinguir que los sonidos son armónicos, el  ruido es una  distorsión que afecta nuestros sentidos e inciden en nuestra calidad de vida generando emociones que se descodifican y traducen en enfermedades.

A nivel planetario se traduce en la contaminación ambiental, ruido, gases tóxicos, etc.

Tal vez sea momento de reflexionar en el lenguaje de la naturaleza, qué es lo que dice esta casa que habitamos.

El planeta se expresa a través de los equinoccios o ciclos de apertura y cierre. La primavera son los comienzos, el verano el disfrute, otoño el decantamiento, el invierno la introyección.

¿Será verdad  el axioma de “cómo es adentro es afuera”?

*Lic. Comunicación Humana y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana