Los festivales del infantilismo


Isidro Fabela, Benito Juárez

León García Soler

Entre el sonido incesante de los tambores de guerra, en vísperas de las elecciones que fueron vísperas de las presidenciales hasta que vino el vendaval y desbarató al sistema plural de partidos que creyeron invento democrático hasta que los panistas dejaron el monopolio de la oposición y se hicieron del poder presidencial, soplan vientos de fronda. Y los del idiomático anticipo de Donald Trump y su lenguaje, de la post verdad, se olvidan del “sospechosismo” para abrazarse al firme tronco de la neo-democracia como lamento de quienes son minoría y amargamente denuncian que han sido “mayoriteados”.

Todos pedían cambio, todos prometían cambio y al cambiar hasta la manera de andar en lo que ya ni los ingenuos se animan a llamar política, sin añadir su alineamiento a la locura populista que arrasa al orden mundial a nombre del hartazgo con los políticos, las élites, los de arriba, las mafias del poder y cuanto fantasma asusta a los que todavía salen de noche a enfrentar la inseguridad criminal cuyas proezas han suplido las crónicas parlamentarias y las noticias sobre la cosa pública con estadísticas del estallido cotidiano de los crímenes, la sangre derramada y los constantes descubrimientos de fosas clandestinas masivas. Y se desgrana la mazorca del sistema plural de partidos. Se acabó el regusto de la alternancia y se les hizo efectivo el desprecio por las ideologías para dar paso a la urgencia del cambio de cambios: candidatos “independientes” a los que se niegan a llamar simplemente candidatos sin partido.

Miguel Ángel Yúnes Linares
Miguel Ángel Yúnes Linares

A lo mejor nunca militaron en partido alguno. Y, desde luego, a estas alturas de la desigualdad imperante nadie está dispuesto a ser declarado socialista o comunista, ya no digamos algo tan grave como el mote de “nostálgicos del nacionalismo revolucionario”, prólogo y postdata del capitalismo financiero sin regulación alguna. Y a la mexicana, aunque se hubiera recubierto con páginas harvardianas al paso de Carlos Salinas y sus coetáneos por estas ruinas que ves. A los pobrecitos pobres hay que darles algo de ayuda para que sepan cuantos… que los oligarcas mexicanos y sus servidores en las tareas de gobernar son fieles creyentes en el bienestar de la economía estable, masa inerte para que no se lleve el viento a la desigualdad.

Demasiado larga la parrafada para decir lisa y llanamente que se acabó la fiesta. Que en el estado de México esgrimen el nombre del diplomático ilustrado, Isidro Fabela, como caudillo revolucionario y fundador del partido hegemónico, cuyo dominio ha durado, dicen, noventa años, aunque el PRI se fundara en 1945. No somos iguales, repite Andrés Manuel López Obrador: Yo soy peje pero no lagarto. Y ahí vamos: en espera de que el reparto de votos entre cuatro o cinco dizque partidos políticos confirme que se acabó el sistema plural y va a ganar el que sea capaz de operar políticamente la jornada. Como antes; como en tiempos de la Filípicas atenienses o las catilinarias ciceronianas. ¿Cuánto tiempo?

Donald Trump
Donald Trump

¿Por qué a estas horas llenan con el nombre y tuiteo de López Obrador los encabezados de la prensa escrita y las mesas de debates de la clase del chismorreo. O “the chattering class”, como dicen los ilustrados nostálgicos de la agonizante democracia de los Estados Unidos de América: La tercera es la vencida, es el eco de los graznidos de los cuervos. Van a elegir al gobernador del estado de México, de la entidad más poblada de la Federación, con el mayor número de ciudadanos en el registro electoral. Y domina la escena el tragicómico debate a distancia entre el tabasqueño López Obrador y el veracruzano Miguel Ángel Yunes. Intercambio de ataques y cargos de latrocinios en la hora del vacío y el velorio del sistema plural de partidos; del agotamiento prematuro de la democracia formal que entregaron los aristocratizantes “herederos de la Revolución” a los de los polkos y las cristiadas. Ah, los del PRD, para quienes era un honor servir a Obrador, se unió al PAN de escapulario y origen bancario, para lanzar la candidatura coaligada de Miguel Ángel Yunes a la Presidencia de la República:

Hagan su juego, señores. Se acabaron los gitanos que iban por el monte solos. Y mientras los maestros de la Coordinadora acuerdan como seguir a paso firme sin tropezarse, llegan las tormentas tropicales a Oaxaca. Todavía no es huracán. Hay tiempo para alcanzar el sombrero de Benito Juárez García.

Andrés Manuel López Obrador
Andrés Manuel López Obrador