La Tía Justa: Dios nunca muere


Daños ocasionados por el sismo del pasado jueves en el palacio municipal de Juchitán, Oaxaca

Justo estaba en la tarea de terminar de redactar estas líneas semanales, cuando se comenzó a mover el edificio.

La magnitud del temblor fue tal, que nuestra adorada Oaxaca pasa horas de angustia; igualmente Chiapas, una parte de Tabasco y Veracruz, este no azotado por el telele sino por un huracán.

Días de trueno para el centro-sur del país.

Y si bien en la capital del país los daños a las estructuras fueron ínfimos, el daño psicológico fue mayor y altamente palpable.

Amanecimos el viernes, después de haber dormido dos o tres horas –en general todos los chilangos después de un temblor nocturno no suelen volver a la cama-, sin la lluvia de los días anteriores y con las noticias de los daños que había dejado el temblor en Juchitán, principalmente.

Dejar la casa a las 6 y media de la mañana para salir a trabajar fue distinto.

Las avenidas que su tía querida toma diario, a esa hora se encuentran congestionadas pues son paso para universidades, preparatorias y escuelas primarias.

El viernes no hubo tráfico; muchos opinan que fue porque la Secretaría de Educación Pública ordenó que no hubiera clases en todos los niveles –como aquí en Oaxaca, en Puebla, Chiapas, Veracruz y Tabasco-, pero yo creo que fue porque muchos capitalinos estaban digiriendo aún el sismo.

Las luces en el cielo tras el movimiento telúrico

UN VIERNES DIFERENTE

En viernes, ustedes lo saben, y después de quincena, el tráfico en la ciudad de México es infernal; los restaurantes están a reventar y por las noches los antros de las colonias de moda, la Roma y la Condesa, se llenan hasta el reloj.

Pero el viernes pasado fue distinto.

Estuvo nublado pero no llovió; no hubo el tráfico acostumbrado y los restaurantes y antros estuvieron semivacíos.

La gente que frecuentó las plazas comerciales, que abundan en la ciudad, caminaban aprisa y cabizbajos; no hubo festejos en las oficinas y todos los empleados de edificios altos salían con el rostro fruncido.

La ciudad tenía miedo.

De una réplica mayor, miedo de que saber que en una emergencia de tal magnitud, pese a lo que digan las autoridades, no estamos preparados.

Si bien es cierto que se ha avanzado en la cultura de la prevención de riesgos en los últimos 30 años, a partir del sismo de 1985, el tamaño de la ciudad es tal que no alcanzarían ni a cubrir una delegación los mil bomberos y voluntarios con los que se cuenta para atender una “emergencia’’.

Los cuerpos policiacos, que son insuficientes para garantizar la seguridad en una colonia, la que sea, igualmente no podrían atender una emergencia de carácter catastrófico.

Somos nosotros, la sociedad, como ocurrió en el año 1985, los que podemos y debemos organizarnos para cuidarnos, para prevenir.

La ciudad de México ha crecido hacia arriba, haciéndola más riesgosa en casos de temblores; ya no hay tierra en donde construir.

Por eso las constructoras, de todos los tamaños, compran casas viejas con terrenos de 500 0 600 metros cuadrados y ahí construyen edificios de departamentos de hasta 9 o 10 pisos.

La ciudad está deprimida, como deprimido debe estar este bellísimo estado llamado Oaxaca.

Nos pondremos de pie, no tengo duda. Y lo haremos si entre la sociedad se organizan equipos de trabajo, de rescate, de alimentación.

Equipos que vigilen que los apoyos del gobierno y de otros estados lleguen efectivamente a quienes realmente lo necesitan; que corran a los oportunistas que siempre llegan y que pongan en práctica la consigna que aparece siempre en estos casos: “hoy por ti y quizá mañana por mí’’.

Es Oaxaca, en donde Dios nunca muere. Que así sea.

Primer cuadro de la ciudad de Juchitán tras el sismo

EL DEBATE EN LA CÁMARA BAJA

El sismo obligó a cambiar el tema original de esta columna, en la que les platicaba, sobrinos y sobrinas, sobre el arguende que se armó en la Cámara de Diputados luego de que la oposición cumplió su amenaza de convertirse en un frente legislativo para frenar al PRI.

PAN, PRD y el Movimiento Ciudadano se asociaron para impedir la instalación de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, lo que ocasionó una crisis legislativa que no se había visto en 100 años.

La oposición exigía que se eliminara el pase automático de Raúl Cervantes de procurador general a fiscal general, tal y como está establecido en el artículo 16 transitorio de la Ley General de la Fiscalía General, que fue aprobada por todos los partidos en noviembre de 2013 y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de febrero del 2014.

De hecho, no fue sino hasta que el frente de oposición condicionó su apoyo a la instalación de la Mesa Directiva que el PRI “se acordó’’ de la iniciativa y la esgrimió como prueba del “chantaje’’ de la oposición, argumentando que ellos “también estaban en contra del pase automático’’, lo cual era una auténtica mentira.

La presión, no sólo del frente sino de una centena de organismos civiles que llevaron al Senado cientos de miles de firmas en contra del pase obligó al PRI a descongelar la iniciativa.

Ello no quiere decir que Cervantes esté ya fuera de la jugada, no.

Lo que sigue es que el Ejecutivo, una vez eliminado el pase, proponga una terna de candidatos al Senado, en la que Cervantes puede ser incluido.

Ya en el debate se verá si la oposición lo rechaza nuevamente o si, pese a la anulación del pase automático, Cervantes y su partidos ganan finalmente la partida.

La oposición no podrá decir que no fue atendida.

Pero eso es otra historia.