La Tía Justa: Javidú, el poeta del pueblo


Javier Duarte de Ochoa

Adrián Trejo

Imagínense sobrinos y sobrinas, las que ha de estar pasando Javier Duarte en la cárcel de Guatemala, sin aire acondicionado, sin los manjares que solía yantar, sin su televisión con programación restringida y rodeado de marasalvatruchas que, literalmente, se lo quieren comer.

Debe ser un ambiente muy duro que obligó a sus dos neuronas a maquinar esa respuesta que dio al término de su segunda audiencia en la que aceptó ser extraditado a México.

“Paciencia, prudencia, verbal contingencia, presencia y ausencia según conveniencia’’, dijo a los micrófonos ávidos de tener alguna declaración del preso más pesado –o sea, más polémico y gordo-, de esa pobre cárcel guatemalteca.

La frase ni siquiera es suya.

Es de un abogado sevillano, que nació a finales de los mil ochocientos y murió por ahí de 1973.

Se llamó Santiago Montoto y fue el creador de esa ahora popular frase para describir cómo es que un ciudadano debía convivir en Sevilla.

La frase correcta –porque hasta eso Duarte la recitó mal-, es “paciencia, prudencia, verbal continencia, mostrar poca ciencia, presencia y ausencia, según conveniencia’’.

La frase se hizo famosa allá del otro lado del charco.

Su autor entonces decidió formalizarla como “El Evangelio según San Tiago Montoto’’.

Probablemente Duarte la leyó en alguna envoltura de chocolate abuelita o en un pedazo de periódico de esos que le dan para usarlo cuando iba al baño.

Pero le gustó –la frase, no ir al baño, porque eso se nota a leguas-, y decidió darle a la prensa una clase de lingüística y de paso hacerlo notar como frase culta.

Además de amenaza, claro.

Porque entre su frase dominguera y sus risitas burlonas pareciera que Duarte se siente más que seguro de que cuando llegue a México, se la van a pellizcar las autoridades que lo acusan de delitos del fuero común y federales.

Digo, es eso o de plano ya se le salen los patitos de la fila.

Porque cualquier cristiano común y corriente que estuviera en esa situación, ya se había vuelto diabético y hasta se le había espantado la leche del susto.

Saquen sus conclusiones.

¿Es normal que un acusado se muestre así en las audiencias?

La neta es que yo no he acudido a muchas, acaso algunas de personajes famosos en mi carácter de chismógrafa profesional, pero el Javidú, como le decían sus socios y beneficiarios, ya se hizo fuera de la bacinica.

(Para nuestros decenas de miles de lectores millennials bacinica era una especie de olla mediana, que se escondía debajo de la cama y se usaba para desaguar, es decir, para hacer del uno, sin tener que salir de la casa al baño o a una fosa séptica. O a un arbusto, si no había más. Las bacinicas son ya una especie en extinción porque ya hasta los micro departamentos y microcasas que se construyen tienen baños al interior, si son de créditos del Infonavit, generalmente se ubican en el triángulo debajo de las escaleras que llevan de la sala-cocina-comedor- a las recámaras. De nada).

En fin, ya se me andaban saliendo los patitos también a mí.

Volvamos al tema que nos ocupa y preocupa, que al gobierno espanta y a la gente encanta; no es la vida de una suripanta –eso si que aguanta-, sino de un hijo de Papantla que se robó el dinero y anda canta y canta.

(Uta madre, ya se me pegó lo poeta. O el pedo que traigo por culpa de este mezcal con gusano. ¿Gustan un tamal de chile con masa adentro? ¿No? Uy, ahora si me salieron más finos que la esposa de Duarte. O mejor dicho, casi ex esposa pues según información filtrada desde el gobierno de Veracruz, la señora Karime Macías comenzó los trámites de divorcio de Javidú. Macías había sido señalada como cómplice del cochinero que hizo su esposo, en sociedad con varios cuates que están dispuestos a cantar con tal de que no los entamben)

Recuerdo que una vez el ex gobernador Fidel Herrera me comentó que en su estado hay un dicho célebre: “El que nació en Tlacotalpan y no es poeta, es hijo de poeta’’.

¿A cual de las dos categorías pertenecerá Duarte? ¿Será poeta o hijo de poeta?

Mientras el respetable se debate sobre la categoría literaria que debe tener Javidú, vamos a declamar todos puestos de pie, en donde estén –si están en la bacinica mejor no-, “México, creo en ti’’.

Negra el que no lo haga.

Manlio Fabio Beltrones
Manlio Fabio Beltrones

MANLIO FABIO BELTRONES

¿Qué tendrá Manlio Fabio Beltrones que aún sin cargos en la administración pública o en el partido hace una declaración, la que sea, y pone de cabeza al partido y a la comentocracia que busca encontrarle destinatarios a lo dicho por el sonorense?

Manlio es para muchos tricolores, la amenaza elegante.

De finas formas y trato –o sea, no es mamón como muchos otros que conozco y que desde aquí estoy viendo-, Beltrones se ha ganado la fama que tiene porque su trabajo lo hace sin estridencias.

Dijo que analizaba si se lanzaría por la candidatura presidencial y del PRI y haga de cuenta que en el tricolor les gritaron “ahí viene la brujaaaa’’; todos a correr.

El sonorense no es un improvisado ni come lumbre.

Pero es un hombre casi indispensable para el sistema político actual.

¿Será que se avienta a competir por la candidatura?

Mmmm….

 

Karime Macías
Karime Macías

MÁS Y MAYOR IMPUNIDAD

La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró “procedente’’, es decir, válido legalmente, que reos acusados por delitos graves en prisión preventiva puedan pedir la revisión de su caso de acuerdo al nuevo sistema de justicia penal.

En cristiano eso quiere decir que reos acusados de fraudes millonarios, de portación de arsenales u otros delitos considerados hoy como graves, puede pedir a un juez que se apliquen en sus casos las nuevas reglas y el catálogo de delitos para que puedan llevar su caso en libertad.

Porque bajo el nuevo sistema penal, por ejemplo, portar una arma de uso exclusivo del Ejército, ya no es delito que requiera la prisión oficiosa o preventiva.

Así que quienes acusaban al nuevo sistema de justicia penal de ser el causante del incremento de delitos no andaban tan perdidos.

Hay que tener cuidado, no vaya a ser la de malas.