La Tía Justa: El primer diente


Hace diez años, mi sobrino Carlos, el que todos quieren, parió al hijo que ustedes tienen en las manos.

El Correo de Oaxaca nació como una opción eficaz de comunicación y análisis de la información que ocurre en el estado y en el país.

No se trata de una publicación más, sino de un esfuerzo consistente -500 números lo avalan- por hacer llegar a los oaxaqueños una ventana informativa para que los lectores puedan normar su criterio.

Nunca sobra una publicación así.

De hecho –y conste que no es cebollazo-, El Correo ha servido, desde su trinchera –iba a decir “modesta’’ pero no estamos como para andar desperdiciando modestia- para impulsar los cambios políticos ocurridos en la última década en el estado.

Ustedes, sobrinos y sobrinas, se han enterado, entretenido y debatido con la información que semanalmente les ofrece está publicación.

Podrán estar o no de acuerdo con lo que aquí leen –hay una variedad de plumas, que yo si le sacaría nombrar a unas porque son bien canijas-, pero precisamente de eso se trata la libertad de expresión.

No puede haber una democracia sin una variedad de opiniones; la información uniforme y lineal corresponde a las dictaduras y no a las democracias.

Este es un bien que debemos preservar a toda costa; cuando se atenta contra la libre expresión se atenta contra la democracia.

Por eso no deja de ser lamentable lo que ocurre en varios estados del país en los que ser reportero es convertirse en tiro al blanco.

Saquen ustedes la conclusión: en Veracruz se asesinaron, hasta el jueves de la semana pasada, a 20 periodistas de 2011 a la fecha, la mayoría durante la administración –desde luego esto es un decir- del prófugo Javier Duarte de Ochoa.

De acuerdo con el representante de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el estado vecino es el más peligroso para ejercer el periodismo.

Esta oficina envió un boletín el 19 de marzo pasado para condenar el asesinato del periodista Ricardo Monlui Cabrera, ocurrido precisamente ese día.

Según las cifras del mismo Comisionado, desde el año 2000 hasta la fecha, 123 periodistas han sido asesinados en México, 20 de estos en el estado de Veracruz, rinconcito donde hacen su nido las hordas del mal.

Lo peor de esto es que la mayoría de estos asesinatos han quedado impunes.

La Oficina del Alto Comisionado sugirió que “para empezar a poner fin a esta impunidad es indispensable la conducción de investigaciones efectivas, exhaustivas y apegadas al debido proceso, cuyos resultados sean comunicados a la sociedad por el interés público que existe en el esclarecimiento y sanción de estos delitos”.

 tia justa Miroslava Breach.

SI CHUCHA ¿Y TUS CALZONZOTES?

En México existe, desde hace poco tiempo, un Mecanismo Federal de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas que pocos la han utilizado.

También hay una fiscalía especializada en atender los atentados en contra de periodistas.

¿Usted sabe cómo se llama el titular?

Pues ya somos muchos.

Y para redundar en el tema, justo cuando esta columna estaba a punto de pasar a las prensas, nos enteramos del asesinato de la corresponsal en Chihuahua del periódico La Jornada, Miroslava Breach.

La señora Breach tenía 54 años, 20 de los cuales se había dedicado a denunciar la corrupción estatal y todo lo referente a los derechos humanos, acaso y sólo acaso, tolerado por las instancias del poder estatal y municipal.

Sus últimos despachos habían dado cuenta del desplazamiento de los habitantes de la sierra tarahumara, región de una entidad que se ha convertido en el estado más grandote del país en territorio sin ley.

Esta contextualización únicamente tiene por objeto reconocer el mérito que significa para una publicación como El Correo haber cumplido sus primeros diez años, sus primeros 500 números.

A mi sobrino Carlos, autor de esta idea, le quiero dejar aquí una felicitación y un abrazo de tamal por este logro.

En fin, que espero que me traiga el pastel con las velas para que se me la sople otra vez.

¡Felicidades!

tia justa Ricardo Monlui Cabrera

EMBARRALES

Dejemos pues los sentimentalismos y pasemos a otras cosas igualmente tristes.

Con la novedad –no es cierto, ya ni eso sorprende-, de que en el PRD la guerra de lodo amenaza con sepultar los restos del partido.

Primero fue la destitución del poblano Miguel Barbosa como coordinador de los senadores del PRD; luego la suspensión de sus derechos y la designación de Dolores Padierna como la nueva coordinadora.

Pero Padierna fue impugnada e imputada por un grupo de senadores del PRD que “eligieron’’ a un absolutamente desconocido Raúl Morón como su coordinador.

Hasta ahí la bronca de callejón se desarrollaba conforme a las prácticas históricas del perredismo.

Con lo que no contaba su líder –es un decir-, Alejandra Barrales- es que desde la oficina de Barbosa se filtró una información en su contra que se convirtió en un obús: la balconearon con la propiedad de un departamento en Miami que casi le llega al millón de dólares y que no había declarado en “3 de 3’’ dizque por una omisión.

Y al día siguiente de esa publicación, le volvieron a tundir con la publicación de un juicio mediante el cual le había sido embargada una propiedad por no pagar tres pagarés por una cifra que superaba los 12 millones de pesos.

¿Pues de dónde sale tanta lana?

Barrales ya se reincorporó a su escaño en el Senado pero no ha renunciado a la dirigencia del  PRD, cosa que ocurrirá seguramente en estos días, porque así como está el partido, lo que más les conviene es rentárselo a los morenos o al PAN o al PRI si no quieren correr el riesgo de perder el registro.

Lo dicho: para un perredista no hay peor enemigo que otro perredista.