La Tía Justa: Dos locos


Adrián Trejo

Queridos sobrinos y sobrinas, esta ha sido, sin duda una muy larga semana.

Si es cierto que lo bueno cuenta mucho, pero poco hay que contar.

El país está inmerso en una especie de depresión colectiva derivada de las  predicciones catastróficas y de sucesos que por más explicaciones que se dan, resultan incomprensibles para el grueso de la población.

Estamos apanicados.

El mayor temor sigue siendo lo que ocurrirá con la relación de nuestro país y Estados Unidos.

Ya tomó posesión el presidente color zanahoria y ahora vamos a ver si es cierto que una cosa es ser candidato y otra funcionario.

Quienes piensan así pecan de inocentes o desinformados; o quizá tienen una fe más grande que un grano de mostaza.

Saco en conclusión que aquellos que le apuestan a una domesticación de Donald Trump son más soñadores que cualquier concursante de La Academia.

El megalómano que ya gobierna Estados Unidos, le ha declarado la guerra –vía twitter- a medio mundo, comenzando por México.

Y muchos de nosotros –me incluyo-, quisiéramos enviar al mandatario estadounidense a importunar a la mujer que contribuyó con el 50% de su ADN para traerlo al mundo, pero eso no remediaría la situación.

En México, hay sectores que le piden, le exigen al gobierno enfrentar, “con energía y dignidad’’, ante el loquito del peinado estilo queso Oaxaca.

Casi casi le declaren la guerra o de plano que le saquen la lengua, le hagan la britney señal desde un lugar en la frontera y después se echen a correr a Tijuana.

Pero la diplomacia no funciona así.

Yo no lo quiero decir pero es la neta: la dependencia que tenemos de los Estados Unidos nos tiene a sus patas.

Ahí les van unos datos:

El 85% de nuestras exportaciones agrícolas van para nuestro vecino del norte; lo mismo hortalizas como zanahorias, papas, chiles, rosas, hasta carnes de res y puerco, en pie de cría o en canal.

Si de un día para otro Estados Unidos cerrara su frontera a esos productos mexicanos, quebraríamos porque no existe en este momento un mercado para colocar esa producción que equivale más o menos a unos 30,000 millones de dólares al año.

Además le compramos a EUA poco más del 50% de la gasolina que consumimos en el país; si nos cierra la llave, no les cuento la que se arma.

Más que negociadores bigotudos y envalentonados, tipo Pedro Armendáriz, lo que necesitamos en estos momentos son funcionarios inteligentes, sensibles a los intereses de los sectores productivos del país, que sepan lidiar con el loquito que tenemos por vecino.

No será una tarea fácil, de ninguna manera, pero si México logra hacerse de las simpatías de otras potencias como China, Alemania y todos los países que han sido ofendidos por Trump, puede que ocurre el milagro.

Total, como dice el dicho, los enemigos de mis enemigos, son mis amigos.

COMPARECE TITULAR DE TURISMO EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS

EN UN BOSQUE, DE LA CHINA

¿Recuerdan que hace cosa de dos años, si no me falla la memoria, una empresa china había ganado la licitación para construir el tren bala que iría de la Ciudad de México a Querétaro?

¿Recuerdan que ya con el ganador anunciado el gobierno federal reculó y canceló el proyecto sin una explicación lógica?

Bueno pues la historia es que el gobierno de nuestro supuesto amigo, Barak Obama, pegó el grito en el cielo pues consideró que nuestro país le estaba jugando las contras al permitir que su adversario comercial más importante estuviera, literalmente, en el patio trasero.

Y es que justo en esos días, se debatía públicamente la construcción, en Cancún, de una bodegas tamaño llorarán para almacenar productos chinos, bajo el nombre de Dragon Mart.

La idea era que estas bodegas sirvieran como punta de lanza para llevar de manera más rápida la producción china –de todo, de lo que se les ocurra-, a todo Centro y Sudamérica.

Los empresarios mexicanos fueron los primeros en quejarse pero como pese a sus quejas el proyecto seguía y seguía, pese a las violaciones a las leyes ambientales, el gobierno estadounidense dio otro golpe en el escritorio y asunto arreglado.

Se cancelaron los proyectos del tren bala –de bala pasó a balín- y la construcción del Tepito oriental en Cancún.

Seguramente los chinos están resentidos con nosotros y ello podría dificultar que ahora que nos urge diversificar nuestros mercados, el chino sea una opción.

Yo creo que desde que se confirmó el triunfo de Trump en las elecciones, en noviembre pasado, el gobierno mexicano aceleró sus negociaciones para diversificar nuestros mercados.

Si no se hizo, ya perdimos meses valiosísimos en la contemplación y la parálisis por el miedo que las declaraciones que el loquito hizo en contra del país desde su campaña.

TREJO EXPORTACION

NUESTRO LOCO… 

En México también tenemos nuestro loco.

Se llama Arne aus Den Ruthen, un ex panista, ex delegado de Miguel Hidalgo, y ex “city manager’’ de la propia demarcación política.

Este sujeto, notable por el tráfico de influencias con el que “gobernó’’ la delegación, comenzó a hacerse notar porque transmitía por Periscope sus “operativos’’ en contra de cadenas, botellas y tinacos con los que la gente apartaba lugares para estacionarse.

Pues bien, la última de este desequilibrado fue lanzar jitomates al diputado federal del PRI, César Camacho Quiroz, dizque por haberse negado a rechazar el famoso bono navideño.

Su tía preferida –o sea yo-, está absolutamente de acuerdo en la protesta como un derecho constitucional; no solo es bueno, sino socialmente sano.

Pero la historia de muchos países demuestra que después del jitomatazo sigue la pedrada y enseguida el balazo.

El país no está para eso.

O dicho de otra forma, están viendo y no ven.