J. Jaime Hernández y David Brooks/La Jornada
Jeff Sessions, senador por Alabama y el más entusiasta promotor de la campaña presidencial de Donald Trump, protagonizó hoy el primer acto para ser confirmado como el próximo Fiscal General de Estados Unidos.
Un acto en el que se empleó a fondo por encubrir su piel de lobo con el disfraz de una oveja.
“Me han dicho racista. Y eso es muy doloroso”, aseguró con un tono dolido Sessions, uno de los legisladores más racistas, más misóginos y anti inmigrantes de la era moderna en Estados Unidos.
Arropado por la mayoría republicana en el Senado, Sessions intentó desmarcarse de su pasado racista. De su récord de odio contra la comunidad gay. De su conocido desprecio por los derechos de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
Pero no de su tenaz vena anti inmigrante.
Cuando se le preguntó qué pasará con los más de 800 mil jóvenes indocumentados (conocidos como Dreamers) que serán deportados de Estados Unidos, una vez que se vengan abajo las órdenes ejecutivas que impulsó el presidente Barack Obama para protegerles de la cruzada anti inmigrante y de la inacción en el Congreso para resolver su situación migratoria, Sessions fue tajante:
“Tenemos que abandonar esas órdenes ejecutivas, porque son anti constitucionales”, dijo Sessions al confirmar el más que plausible desmantelamiento del programa de acción diferida conocido como DACA que el presidente Obama creó como tabla de salvación para evitar la expulsión de miles de jóvenes que llegaron en brazos y que no conocen otro país más que Estados Unidos.
“Nos han puesto en una mala situación. Y por ello les pido a los miembros del Congreso hacer lo necesario para terminar con la ilegalidad”, aseguró Sessions, el legislador que más se opuso y obstaculizó cualquier propuesta de reforma migratoria justa y comprensiva.
Sessions, un hombre que siempre estuvo en contra de que los inmigrantes sirvieran en las fuerzas armadas para ganarse el derecho a la ciudadanía —“pueden convertirse en espías”, siempre argumentó—, y que negó toda forma de legalización a millones de indocumentados que siguen en las sombras, dijo con gesto resuelto:
“Los electores han hablado. Y tenemos que actuar en consecuencia”, sentenció para mostrar así su firme resolución en impulsar la agenda de Donald Trump en el frente migratorio, con la construcción de un Muro con México y la expulsión de millones de personas.
Aunque Sessions reconoció que será prácticamente imposible expulsar a 11 millones de personas, adelantó que se procederá contra aquellos que tienen un historial criminal. Un supuesto que siempre han aplicado con un elevado grado de discrecionalidad las distintas fuerzas policiales y los agentes de la patrulla fronteriza.
Tan sólo en los 8 años de la administración de Barack Obama, fueron expulsados más de 2 millones de personas. Muchos de ellos, sin historial criminal. O con una simple infracción de tránsito que, en muchos casos, permitió su remoción y separación de sus seres queridos.
Aunque Sessions intentó por todos los medios presentarse como un candidato a Fiscal que hará de lado sus viejos prejuicios y su pasado racista, para hacer cumplir la ley de forma imparcial, una larga lista de observadores advertían contra la amenaza de un hombre que se convertirá en el principal guardián de Donald Trump y sus planes para desmantelar los logros de Barack Obama en el terreno de los derechos civiles y terminar con las salvaguardas de millones de personas en el frente migratorio.
Pero, también, advirtieron, para convertirse en el principal operador del presidente Trump ante los planes para meter reversa a muchos de las conquistas en el terreno de los derechos civiles y en la inacabada misión de reformar el sistema judicial.
DONALD TRUMP Y SU GUERRA CONTRA LA COMUNIDAD DE INTELIGENCIA
La comunidad de inteligencia de Estados Unidos se enfrenta estos días a uno de los más insólitos episodios en su historia moderna: un enfrentamiento abierto con un presidente electo que no sólo se ha burlado de ellos, sino que desconfía abiertamente de todos sus informes y de sus profesionales.
Pero no por las buenas razones, sino por el peor de los motivos. El de su ego lastimado por aquellos que, desde esa comunidad de inteligencia, le ven como el “tonto útil” de Vladimir Putin tras una de las campañas de hackeo y desinformación con más éxito en la historia moderna.
Una que, en opinión de no pocos, habría allanado su victoria hacia la Casa Blanca.
El pecado de la CIA y de otras 15 agencias de inteligencia ha sido confirmar la intervención directa de Rusia en el hackeo de los correos electrónicos del partido demócrata y de John Podesta, el director de la campaña de Hillary Clinton.
Más allá de la veracidad o confiabilidad de estos reportes, que han convertido a Donald Trump en una pieza más del ajedrez de Vladimir Putin ante los ojos de millones, la gravedad de un encontronazo entre la poderosa comunidad de inteligencia con un presidente entrante resulta tan inquietante como perturbadora en sí misma.
Aunque James Clapper, el director de la Agencia Nacional de Inteligencia, ha asegurado que el robo de esta información y la puesta en marcha de una campaña de desinformación orquestada desde Moscú no afectó al sistema electoral, ni al ulterior resultado de las elecciones presidenciales, es evidente que el gran beneficiario de esta operación ha sido Donald Trump.
En el curso de las últimas horas, desde el equipo de transición de Trump se han empleado a fondo para tratar de evitar lo que, desde su punto de vista, es una campaña orquestada desde la comunidad de inteligencia para “deslegitimar” su victoria y la presidencia que asumirá el próximo 20 de enero.
A través de su cuenta de twitter, Trump no sólo se ha mostrado escéptico con las conclusiones de la comunidad de inteligencia, sino que se ha burlado abiertamente de un informe que ha prometido contrastar con “información secreta” que, según ha asegurado, sólo el conoce.
Al mismo tiempo, el popular presentador de la cadena Fox, Sean Hannity, uno de los grandes aliados y asesores de Donald Trump, viajó a Londres para realizar una entrevista exclusiva a Julian Assange, el fundador de Wikileaks, quien permanece refugiado en el consulado de Ecuador.
Las dos grandes conclusiones de esa entrevista fueron: 1) los rusos nunca estuvieron detrás de las filtraciones (como si el gobierno ruso fuera tan tonto como para dejar pistas) y 2) la operación de hackeo la pudo realizar un muchacho de 14 años.
Con estos dos elementos, Donald Trump volvió ayer a arremeter desde su cuenta de twitter contra las conclusiones de las 16 agencias de inteligencia que encabeza la CIA.
Tras estos ataques, la comunidad de inteligencia volvió a la cargada.
Durante una audiencia ante el comité de servicios armados del Senado, Clapper se declaró esta semana más resuelto que nunca a la hora de asegurar que el gobierno de Vladimir Putin estuvo detrás no sólo del hackeo contra el partido demócrata y John Podesta, sino también de la campaña de desinformación que causó un enorme daño a las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton.
El propio Clapper tendrá la oportunidad de reiterar su convencimiento cuando se reúna este viernes con el presidente electo, Donald Trump.
Pero quizá, lo más sorprendente de esta audiencia de los líderes de la comunidad de inteligencia, fue el testimonio de Michael Rogers, el líder del ciber comando que opera desde Fort Meade, en Maryland.
Según reveló Rogers, los rusos y los chinos (entre otros) han rebasado a Estados Unidos en operaciones de ciber espionaje, de hackeo y en campañas de desinformación.
“Mi gran preocupación es la falta de velocidad”, dijo Rogers al confesar que la excesiva burocracia y compartamentalización de las agencias de inteligencia y la falta de cooperación del sector privado, han beneficiado enormemente a la comunidad de inteligencia rusa que, a diferencia de Estados Unidos, tiene una estructura mucho más concentrada y piramidal.
Con más de 850 mil empleados y agentes y un presupuesto anual que supera los 75 mil millones de dólares (que no incluyen el financiamiento a operaciones encubiertas), la comunidad de inteligencia se ha convertido en un gigante con pies de barro que, además, opera desde las sombras con un considerable grado de discrecionalidad.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, su crecimiento exponencial la ha convertido en una estructura tan redundante como disfuncional. Y lo más grave, su crecimiento en términos de personal y de presupuesto, no la han hecho más eficiente, sino en un elefante torpe y lento que hoy es objeto de las burlas de un presidente electo.
Pero, quizá lo peor de todo, es que hoy la comunidad de inteligencia se ha convertido en una amenaza real a las libertades civiles y el derecho a la privacidad de millones de ciudadanos dentro y fuera de Estados Unidos.
A manera de ejemplo, los programas masivos de espionaje desvelados en 2014 por el ex agente de la CIA, Edward Snowden, quien hoy paga ese pecado con su exilio en Rusia y sin posibilidades reales de ser perdonado por el presidente Obama cuando sólo le quedan dos semanas en la Casa Blanca.
¿Que quien ganará esta guerra abierta entre el presidente, Donald Trump y la comunidad de inteligencia?… Nadie lo sabe.
Pero, por el momento, una cosa es segura. Muchos antes que Trump fracasaron en sus intentos por someter a esta comunidad que opera desde las sombras y con un inquietante grado de autonomía.
Ese que siempre defienden en nombre de la seguridad nacional.
Por tanto, sospechamos que las cosas seguirán igual.
LA OFENSIVA DE HOLLYWOOD CONTRA TRUMP
Que una actriz consagrada como Meryl Streep haya sido la primera en lanzar el guante contra Donald Trump, para denunciar su bajeza moral y su tendencia a humillar a los inmigrantes, a las mujeres, a los débiles y los discapacitados, habla del estado de ánimo de un importante sector de la opinión pública en Estados Unidos a sólo 10 días del inicio de la era Trump.
El mensaje de Streep, quien aprovechó que la ceremonia de los Globos de Oro, en donde se le rindió tributo a su exitosa y dilatada carrera, ha sido considerado por algunos analistas y observadores como el inicio de una anunciada ofensiva contra la presidencia de Donald Trump desde Hollywood.
Si, desde esa Meca del cine en donde la historia del país se escribe y “revisa” todos los días para subir al pedestal a los héroes, o condenar al infierno del descrédito y la vergüenza a los eternos enemigos y villanos de Estados Unidos.
El elocuente discurso de Meryl Streep ha sido considerado por algunos como el retorno de esas fuerzas del centro-izquierda que se han recompuesto y comienzan a reaccionar, tras el nocaut que les mandó a la lona el pasado 8 de noviembre, con la inesperada victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton.
Durante su discurso del pasado domingo, podría decirse que Meryl Streep habló en nombre de la mayoría si nos atenemos a los resultados del voto popular, en donde Hillary Clinton ganó a Trump con casi 3 millones de votos de ventaja.
Pero, también, podríamos decir que Streep dio voz a esa mayoría de ciudadanos que hoy se muestran escépticos y temerosos ante la falta de experiencia y las más que cuestionable hechura presidencial de Donald Trump.
Según el más reciente muestreo de Gallup, sólo un 44% cree que Trump será capaz de evitar los escándalos durante su presidencia, y sólo un 46% piensa que podrá manejar de forma eficaz una crisis internacional.
Sólo un 47% cree que será capaz de usar a las fuerzas armadas de forma inteligente.
En términos comparativos, Barack Obama y George W Bush arrancaron con una mayor cuota de confianza entre sus ciudadanos. En el caso de Obama, lo hizo con el 74% y en el de Bush con el 77%, según Gallup.
Michael Crichton, el desaparecido autor y productor de exitosas películas como Jurassic Park, Congo, o Sphere. O mejor conocido por la exitosa serie de televisión “Emergencias”, solía decir que los actores de Hollywood jamás deberían hablar de política.
“La gente de Hollywood es increíblemente estúpida”, aseguró alguna vez para desatar una tormenta de ataques en su contra. Por decir lo que un considerable sector de la élite intelectual siempre ha creído en EU: que los actores de Hollywood pueden ser exitosos, guapos, ricos y famosos, pero difícilmente estar preparados para guiar o ponderar sobre la complejidad política.
Pero, en el caso de Meryl Streep, su discurso contra Trump ha ido más allá de la política al salir en defensa de los débiles, los inmigrantes y los discapacitados. Incursionó sobre el terreno de los derechos humanos y la libertad de expresión que hoy son más importantes que nunca en el inicio de la era Trump.
“La falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos”, aseguró Streep al condenar el ataque lanzado por Donald Trump contra el reportero discapacitado de The New York Times, Serge Kovaleski.
Kovaleski demostró con su trabajo que la afirmación de Donald Trump, de que “miles” de personas de origen musulmán habían celebrado los atentados del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva Jersey, era una de las muchas mentiras que lanzó el candidato republicano durante su campaña por la presidencia.
El objetivo era demonizar a una minoría para ganar así el apoyo de los extremistas.
La denuncia de Streep contra Trump ha desatado la ira del presidente electo, quien la ha acusado de ser no sólo una actriz “sobre valorada”, sino una “lacaya” de Hillary Clinton.
La reacción de Donald Trump no ha pasado desapercibida para la prensa, a la que Trump ha atacado continuamente por su empeño en desenmascarar sus mentiras. Un desafío que pondrá a prueba la libertad de expresión en Estados Unidos, un derecho que consagra la primera enmienda de la Constitución.
“Hoy más que nunca necesitamos de la prensa, para vigilar al gobierno y hacerlo responsable por cada atrocidad que hagan. Por eso, los fundadores de nuestro país, usaron la Constitución para proteger a la prensa y sus libertades. Así que sólo quiero pedirle a la Hollywood Foreign Press y a todos los que pertenecemos a esta comunidad que se unan y me apoyen en el comité para proteger periodistas.
“Porque vamos a necesitar que sigan adelante, y ellos van a necesitar que nosotros les apoyemos para salvaguardar la verdad”, aseguró Streep.
Bienvenidos al inicio de una confrontación que se antoja intensa y accidentada.
EL MULTIMILLONARIO NOMBRA A SU YERNO «ALTO ASESOR DE LA PRESIDENCIA» SIN GOCE DE SUELDO
Al preparar su reinado, el presidente electo, Donald Trump, confirmó que sus familiares serán parte de la corte y atacó a la reina de Hollywood por atreverse a criticarlo, mientras integrantes claves de su gabinete se preparan para ser ratificados esta semana por el Senado.
Se trata de nueve de los nominados para secretarías del nuevo gobierno que iniciarán sus comparecencias ante el Congreso esta semana, y todos están a la espera de la conferencia de prensa de Trump este miércoles, la primera en 167 días.
Este lunes fuentes del equipo de transición confirmaron que Trump nombrará a su yerno Jared Kushner alto asesor del presidente, y aclararon que trabajará sin sueldo, aunque expertos legales ahora debaten si esto podría violar algunas leyes y normas contra el nepotismo.
Existe una ley federal contra el nepotismo promulgada en 1967 que prohíbe a funcionarios públicos nombrar a cualquier familiar en las agencias federales en las que trabajen o sobre las que tengan jurisdicción. Sin embargo, algunos expertos cuestionan –incluido el abogado de Kushner– si esta ley es aplicable a la Casa Blanca.
Kushner y su esposa Ivanka Trump, quienes acaban de comprar una residencia de lujo en Washington, han incidido en las decisiones más delicadas de la conformación del gabinete y en reuniones con algunos mandatarios y representantes de gobiernos extranjeros. De hecho, según algunas versiones no oficiales, fue Kushner quien negoció con el gobierno de Enrique Peña Nieto –aparentemente con el hoy canciller Luis Videgaray– la visita de Trump a Los Pinos el año pasado.
Por otro lado, fue Kushner quien expulsó de la corte de Trump al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie –quien se suponía iba a tener un cargo en el gabinete–, ya que, cuando éste fue procurador, encabezó el proceso legal que llevó al padre de Kushner a la cárcel por varias operaciones empresariales ilícitas. Kushner heredó las empresas de bienes raíces de su padre y también adquirió el New York Observer (uno de los dos periódicos del país que respaldaron la candidatura de Trump), intereses de los cuales ahora se separara para su cargo en la Casa Blanca. Una de sus últimas operaciones, según reportó el New York Times hace un par de días, es concluir un acuerdo con una empresa de seguros con vínculos muy cercanos al gobierno chino –al cual Trump ha atacado– para vender un edificio de oficinas de lujo en la Quinta Avenida.
Mientras tanto, integrantes del nuevo gabinete iniciarán sus audiencias de ratificación ante el Senado; algunos de ellos enfrentarán preguntas que irán desde su racismo hasta conflictos de intereses por sus negocios.
Este martes, el senador Jeff Sessions, nominado para procurador general (y por lo tanto, jefe del Departamento de Justicia), será recibido cálidamente por sus colegas en la cámara alta, pero podrían surgir preguntas sobre sus declaraciones y posturas racistas que hace tres décadas hundieron –ante esta misma cámara– su nominación como juez federal. El político de Alabama enfrentara preguntas sobre sus posiciones en torno a derechos civiles y la aplicación de leyes sobre libertades civiles.
Hace una semana, dirigentes de la organización nacional de derechos civiles afroestadunidenses, una de las más antiguas del país –el NAACP–, ocuparon las oficinas de Sessions en Alabama hasta ser arrestados en una acción de desobediencia civil, mientras más de mil profesores de leyes del país –entre ellos algunos muy prominentes– circularon una carta abierta en la cual expresaron que Sessions no tenía las cualidades para ocupar ese cargo. Diversas organizaciones han criticado el nombramiento, al igual que defensores de derechos de inmigrantes, ya que Sessions es considerado entre los legisladores más antimigrantes del país.
El general retirado John Kelly, nominado para encabezar el Departamento de Seguridad Interior, también tiene programadas sus audiencias para el martes. El ex jefe del comando sur –encargado de América Latina que incluye la base militar de Guantánamo– será quien implemente las políticas sobre control de inmigración y seguridad fronteriza, lo que incluye el muro, si es ratificado.
En el pasado, ha alertado sobre la necesidad de fortalecer la seguridad fronteriza por la potencial amenaza terrorista que podría explotar las rutas de contrabando del narco y personas del crimen organizado.
Para miércoles y jueves están programadas las audiencias de ratificación de Rex Tillerson, ex ejecutivo en jefe de la petrolera trasnacional Exxon Mobil, como secretario de Estado –quien seguramente enfrentará preguntas sobre su relación íntima con el gobierno ruso de Vladimir Putin– y el diputado Michael Pompeo como próximo director de la CIA.
Además, estará Betsy DeVos, nominada para secretaria de Educación, quien será interrogada por opositores sobre sus propuestas para la privatización y su nula experiencia en escuelas públicas.
Otros en la lista son el general retirado James Mad Dog Mattis para secretario de Defensa, el ex precandidato presidencial y neurocirujano Ben Carson, nominado para secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano (otro con nula experiencia política y menos en asuntos de vivienda, más allá de vivir en una casa, como dicen sus críticos) y el empresario multimillonario (y crítico de acuerdos de libre comercio) Wilbur Ross, como secretario de Comercio.
Elaine Chao, próxima secretaria de Transporte, será la menos controvertida de este grupo, por su previa experiencia como secretaria de Trabajo en el gobierno de George W. Bush, y por ser la esposa del líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell.
TRUMP SENSIBLE
La mañana de este lunes Trump atacó a la legendaria actriz Meryl Streep, luego de que ésta ofreció una elegante y feroz condena al presidente electo en su discurso de aceptación de un premio de reconocimiento a su carrera en la ceremonia de los Globos de Oro el domingo pasado. Streep criticó a Trump por mofarse de un periodista con discapacidad durante la campaña y llamó a fortalecer la defensa de los periodistas durante la presidencia del multimillonario. La falta de respeto incita violencia, y cuando los poderosos emplean su posición para humillar a otros, todos perdemos, concluyó Streep, sin mencionar una sola vez el nombre de Trump.
El próximo ocupante de la Casa Blanca no aguantó y en una serie de tuits escritos antes del amanecer del lunes, respondió contra la actriz más reconocida y premiada de esta época afirmando: “una de las actrices más sobrevaluadas en Hollywood no me conoce pero me atacó anoche… Ella es una simpatizante de Hillary (Clinton), quien perdió en grande”.
EL ADIÓS DE OABAMA
El discurso de despedida del presidente Barack Obama está programado para la noche de este martes en Chicago, donde defenderá su legado y tal vez será inspirado por Streep y confrontará a quien ganó la elección con la promesa de desmantelar los logros de los últimos ocho años.