Inmarcesible: Sueño de paz que se aleja


En cualquier conflicto internacional decidir quiénes son los ‘malos’ es lo más fácil del mundo. El problema es que los ‘buenos’ no aparecen.

M.A. Bastenier

Tras el reciente atentado en Francia el mundo se torna más violento 

Gobiernos cierran fronteras y coartan libertades

Retorna detención de personas sin orden judicial

Octaviano Lozano/Reportajes Metropolitanos

El ser humano siempre tropieza con la misma piedra, dice el refrán popular, y la historia lo comprueba fehacientemente.

Con los trágicos atentados del pasado viernes 13 en París, con sus  secuela de terror que nubla cualquier posibilidad de hace política para la paz mundial, los gobiernos del mundo regresan de nuevo al atentado de las torres gemelas en Nueva York, del 11 de septiembre de 2001, y coartan libertades y ponen cerrojos en las fronteras.

 

POLÍTICA DEL MIEDO

El miedo al otro, al extraño, al que no es como nosotros aleja la posibilidad del encuentro entre los pueblos, por lo que volvemos nuevamente a la política del miedo.

Si Estados Unidos impuso la llama Ley Patriótica después de que los terroristas atacaron a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, Francia pide al Congreso de su país poderes especiales para enfrentar al terrorismo.

La Ley Patriótica, aprobada por el Congreso y el presidente de Estados Unidos en ese entonces George W. Bush, fue diseñada para permitir a la policía una mayor libertad en la intercepción y seguimiento de las actividades ilegales, también le dio al Departamento del Tesoro una mayor flexibilidad en la búsqueda de transacciones monetarias ilegales sospechosas de servir como financiación para terrorista.

Mientras en Francia, el presidente François Hollande, pidió al Congreso medidas que incluyen una reforma de la Constitución para que el estado de emergencia no implique la cesión de poderes excepcionales al Ejército, como actualmente prevé la ley.

Contempla también la contratación de 5 mil nuevos policías y 2 mil 500 funcionarios para las prisiones y los juzgados; la retirada de la nacionalidad francesa a las personas con doble pasaporte implicadas en actividades terroristas; la eliminación de ciertas trabas al uso de armas de fuego por parte de la policía; y la ampliación por al menos otros tres meses del estado de emergencia decretado el viernes.

Esta medida permite, entre otras cosas, que la policía practique registros y detenciones sin orden judicial. También se simplificar los trámites para expulsar de Francia a los imanes que predican la violencia.

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FINANZAS FRANCESAS DE NUEVO EN CRISIS

El presidente Hollande  ha dicho que «la seguridad está por encima de la estabilidad», es decir, del control presupuestario. Cualquier guerra cuesta grandes cantidades de dinero.

El despliegue militar en Siria y el robustecimiento de la policía en territorio francés elevarán el déficit ya importante de las cuentas públicas francesas, y difícilmente podrán oponerse Berlín y Bruselas: dado que para Hollande su país está en guerra, invocará de ser necesario los artículos de los tratados de la Unión que establecen una solidaridad automática de todos los demás miembros cuando uno de ellos es atacado.

Y la historia se repite; dos países, Estados Unidos y Francia,  se dicen sorprendidos por atentados terroristas espectaculares y malignos, donde al parecer los servicios de inteligencia estaban dormitando porque no se enteraron de los preparativos, pero sirven a sus gobiernos para coartar la libertad e imponer el terror y miedo a sus pueblos.

Antes era Al Qaeda el lobo creado para  causar terror, pero al  morir asesinato Osama ben Laden por las tropas de Estados Unidos, se ha creado otro lobo más feroz y moral: El Estado Islámico (EI).

Es multifacético y aparece por todos lados, con amplios recursos económicos y con hambre de muerte, según nos dice, es  el enemigo perfecto e invisible.

Sólo con más libertad y democracia se puede luchar contra los violentos y detectar bien lo positivo.

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