INE-ficacia


Guadalupe Loaeza/Reforma

Según Lorenzo Córdova todo salió perfecto. «Los resultados del día de ayer demuestran que la segunda prueba de ácido (las elecciones del 5 de junio), fue superada exitosamente con el trabajo conjunto de los OPLES (Organismos Públicos Locales Electorales), con el Instituto». Cada vez que entrevistan al consejero presidente del INE, se diría que se refiere al sistema de elecciones de Suecia. Su «rollo», porque no es otra cosa, además de poco convincente, es tedioso, barroco y arrogante. En estas entrevistas me gustaría escucharlo indignado e incluso preo- cupado por el despilfarro de los partidos políticos en cada elección o porque los candidatos no rindieron cuentas, ¿acaso no es la responsabilidad del INE fiscalizar su financiamiento y gastos de campaña? Me gustaría escucharlo mucho más empático respecto a la falta de credibilidad de la sociedad en relación a las elecciones. Y me gustaría escucharlo menos autocomplaciente, en otras palabras, no tan «cool». Cuando hace declaraciones, no debería de olvidar, el consejero presidente, que se está dirigiendo a un sector del electorado que ya no cree en nada, ni en nadie y mucho menos en las instituciones. Para Córdova, las denuncias que se hicieron previamente a la jornada electoral, «no tienen la menor importancia», como diría Arturo de Córdova (¿habrá sido su tío abuelo?). Para él, son «incidentes menores, contados con los dedos que no constituyen ninguna anormalidad…». Claro, «si se compara a éste con procesos anteriores». ¿A qué procesos anteriores se habrá referido? ¿A los de la época de Ávila Camacho? O bien, ¿a los de 2012? No entiendo por qué los que vi el domingo me parecieron aún peores que los de hace cuatro años. Para él, siempre que se acercan las elecciones, no «hay focos rojos», hay más bien «un clima de tranquilidad». A los medios de comunicación nos recomienda «no magnificar casos aislados». Es cierto que Córdova se podría sentir satisfecho porque, sin contratiempos, se instalaron todas las casillas, donde laboraron más de 475 mil ciudadanos como funcionarios en el conteo de los votos. Es cierto que hay casillas que se cierran hasta las 6:00 p.m. y que por lo tanto no se pueden dar resultados preliminares más temprano, sobre todo si se encuentran en puntos muy lejanos. No obstante, el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares), que depende del INE, el domingo por la noche resultó más que decepcionante.

LOAEZA    Miguel Ángel Yunes Linares

Eran casi las 11:00 p.m. y no había resultados formales, salvo los del conteo rápido. Era exasperante y además se prestaba a mucha confusión. Eran las 6:33 p.m. cuando una amiga de Veracruz me mandó una lista de Encuesta de salida donde Héctor Yunes Landa, «el bueno», aparecía con 34% y «el malo» (el otro Yunes pero Linares) con 29%. A esa hora, aproximadamente, lo escuché en una entrevista donde se declaraba ganador con más de 8 puntos arriba, de acuerdo con la encuesta de salida. Pasaban las horas y los minutos, cuando a las 6:55 p.m. me quedé plácidamente dormida, frente a la televisión prendida, confiadísima que había ganado mi candidato, es decir, «el bueno», (advierto que nunca de los nunca he votado por el PRI, pero en esta ocasión, moralmente le di mi voto a Yunes Landa). Eran cerca de las 11:30 p.m., cuando me desperté sobresaltada. Había tenido una pesadilla espantosa, en mis sueños escuchaba a López-Dóriga donde anunciaba que «el malo» del PAN era el que encabezaba las votaciones para gobernador de Veracruz. ¡Era el ganador! A lo lejos, veía y escuchaba a Ricardo Anaya, presidente del PAN: «Nosotros francamente contentos, entusiasmados, estoy convencido, Joaquín, el PAN es el gran ganador. Estamos de regreso con estos resultados de esta elección 2016 en la mano vamos con fuerza al 2018». El que se veía desencajado era Manlio Fabio Beltrones, presidente del PRI, que decía: «debemos de serenar mucho estos ánimos para evitar seguir en las descalificaciones…». Debido a mi pesadilla, empecé a sudar, me dolía todo el cuerpo. «Es un mal sueño, es un mal sueño», me repetía entre murmullos. De pronto, me despertó una campanita para anunciarme que me había llegado otro mensaje de mi amiga veracruzana: «En Veracruz ganó el odio a Duarte. Estoy triste. Pobre de mi Veracruz».

¿A cuántos ciudadanos o ciudadanas ilusas no les habrá pasado lo mismo por culpa de la INE-ficacia del INE y del PREP?

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loaeza lorenzo cordova