Imperó ataque personal en último debate de Clinton y Trump


David Brooks/Corresponsal/La Jornada

Nueva York. Donald Trump fue el primer candidato presidencial en la historia moderna de Estados Unidos en declarar que no necesariamente aceptará como legítimo el resultado electoral, Hillary Clinton acusó que Trump es “un títere” de Vladimir Putin y que Rusia es el primer poder extranjero en intentar injerir en una elección estadunidense entre acusaciones mutuas sobre cómo cada contrincante está descalificado para ocupar la Casa Blanca.

El viaje de Trump a México, la lucha contra Estado Islámico, las fundaciones de la familia de cada candidato, y el trato de mujeres con Trump afirmando que “nadie respeta a las mujeres más que yo”, fueron parte de un intercambio realizado en una universidad en Las Vegas que empezó civilizado pero que culminó sin que los candidatos se ofrecieran la mano.

El tercer y último debate entre los dos candidatos presidenciales más desaprobados por su pueblo en la historia moderna del país, fue la última oportunidad para presentar sus casos ante el público a nivel nacional a 20 días de la elección presidencial. Trump enfrentaba la tarea de rescatar la implosión de su campaña al buscar descarrilar a su contrincante y revertir su ventaja en todos los sondeos, mentiras que Clinton necesitaba golpear los flancos más vulnerables del magnate -sobre todo su “temperamento” y cualidades-.

Pero tal vez lo que más sacudió al país fue la decisión de Trump de cuestionar el principio fundamental del proceso electoral de respetar la integridad del sistema y la transición pacífica del poder. Preguntado por el moderador Chris Wallace, de Fox News, sobre si aceptará los resultados de esta elección después de afirmar durante días que el sistema está amañado, Trump afirmó “lo veré en su momento, los dejaré en suspenso“. Explicó que los “medios corruptos” y padrones con millones de votantes que no deben de estar ahí, entre otras cosas, ponen en duda la elección.

“Esto es horripilante” respondió Clinton afirmando que no tenía precedente que un candidato de un partido nacional mayor cuestionara el principio básico de la transición pacífica del poder y que eso era “disminuir nuestra democracia”.

En otro momento, al abordar la relación con Rusia, Clinton insistió en que había una relación muy sospechosa de Trump con Putin, y que el gobierno ruso “está espiando al pueblo estadunidense” y que nunca antes un gobierno extranjero había buscado influir en una elección estadunidense”, a través de los correos difundidos por Wikileaks. Afirmó que 17 agencias de inteligencia de este país habían concluido que el hackeo fue realizado por el gobierno ruso a sus más altos niveles para favorecer a Trump.

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El magnate respondió que no conoce a Putin, que no hay pruebas de que los correos filtrados fueron hackeados por Rusia, y que si se lleva bien sería bueno para la relación, ya que Putin no respeta a Clinton. La ex secretaria de Estado, que ha elevado el tema de la injerencia de Rusia en combinación con Wikileaks a uno de los temas centrales de su campaña reviró: “eso es porque él [Putin] prefiere tener un títere como presidente de Estados Unidos”.

“Tú eres el títere”, respondió frustrado Trump, al reiterar que ella ha sido un fracaso como secretaria de Estado y que la política exterior de ella y Barack Obama es “muy estúpida”.

México figuró en el debate por comercio, inmigrantes y drogas. Trump acusó que Clinton está por tener “fronteras abiertas” y otorgar amnistia a indocumentados. Afirmó que “sin fronteras fuertes no tenemos un país”, al repetir su propuesta para construir un muro a lo largo de la frontera para frenar la inundación de drogas y criminales que provienen del otro lado. “Tenemos a unos malos hombres [hombres lo dijo en español] aquí, y los tenemos que sacar”.

Trump evitó mencionar su propuesta de una deportación masiva de inmigrantes indocumentados -aunque lo recordó Clinton cuando ella argumentó que propondrá en sus primeros 100 días una reforma migratoria con una vía a la legalización, y que se opone a deportaciones masivas y “dividir familias”. Trump interrumpió afirmando que Obama ha deportado a millones.

Clinton recordó que Trump viajó a México pero que en el mero momento no mencionó el muro ante el presidente mexicano, sólo para después iniciar una “guerra de tuits” sobre el asunto.

Trump dijo que “tuve una muy buena reunión con el presidente mexicano, es un buen hombre haremos más comercio con él”, pero afirmó que se tendrá que renegociar el TLC, “el peor tratado de comercial jamás firmado”, y que si no se puede, será anulado.

A protestor holds a sign at the Wall of Tacos demonstration in front of the Trump International Hotel Las Vegas before the last 2016 U.S. presidential debate in Las Vegas

Mentiras, mentiras

Ambos se acusaron de ser mentirosos y de que si el otro es electo el país será un desastre. El moderador abrió el tema sobre las ahora 9 mujeres que han acusado que Trump de haberlas tocado y/o besado a la fuerza. Trump dijo que esas versiones han sido desmentidas, insistió en que “yo no hice nada”, y que todo eso “es una ficción”. Acusó que todas estas acusaciones posiblemente fueron impulsadas por la campaña “sucia” de Clinton y aseguró: “nadie tiene más respeto para las mujeres que yo”.

Clinton golpeó a su contrincante sobre el tema, recordando que ha humillado a mujeres por su apariencia física y que sus declaraciones sobre sus agresiones sexuales no son excepciones, “esto es quien es Donald Trump”. Dijo que tampoco se limita a mujeres, recordando declaraciones contra inmigrantes, musulmanes, mexicanos al promover “la división” y una versión oscura de este país que “no es los que somos”. Subrayó que la pregunta clave en esta elección es “qué tipo de país queremos”.

Trump aseguró que todo lo que decía su contrincante era mentira y ficción, aseguró que “lo que sabemos que no es ficción es la destrucción de 33 mil correos electrónicos” de Clinton, lo cual calificó como una “actividad criminal”. Acusó más tarde que ese “delito” deber impedir que Clinton se postule como candidata presidencial, y cuestionó al FBI y su investigación.

Los 90 minutos del debate se fueron tensando cada vez más mientras los aspirantes combatían sobre las actividades de sus respectivas fundaciones, sobre quién ha pagado impuestos (con Clinton señalando que la mitad de “los inmigrantes indocumentados pagan más impuestos federales que un millonario”) y sus propuestas económicas.

A la vez, abordaron de manera consecutiva eso que los conservadores llaman el “derecho a la vida”, o sea contra el derecho de las mujeres al aborto, y el derecho aparentemente sagrado a las armas.

Aunque este debate tal vez fue el más sustantivo de los tres sobre los temas, imperó el ataque personal. Las primeras reacciones al concluir el debate de analistas y periodistas se enfocaron sobre el hecho de que Trump rehusó afirmar que aceptaría el resultado de los comicios, y eso que su candidato a la vicepresidencia Mike Pence y su propia hija Ivanka habían declarado pocas horas antes que por supuesto Trump aceptaría ese resultado.

Uno de los periodistas más veteranos, Bob Schieffer de CBS News, estaba asombrado: “esta no es la manera en que hacemos las cosas en Estados Unidos… esto es peligroso”, afirmó, al señalar que el republicano estaba minando una tradición de dos siglos de la transferencia pacifica del poder y preguntado “¿qué es lo que quiere?, ¿está sugiriendo un golpe de Estado si no gana?”.

Poco antes del debate, decenas de camionetas de tacos habían rodeado al Hotel Trump en Las Vegas haciendo así “un muro” de unidad contra la promoción de la división por el magnate. Algunos de los carros ofrezcan el servicio de empadronamiento para esta elección.

“Lo que pasa en Las Vegas, permanece en Las Vegas” es una de las consignas comerciales de lo que tiene el apodo como Ciudad del pecado. Pero esta vez se reveló mucho ahí, incluyendo todo tipo de pecados en una ciudad inventada para vender la fantasía al hombre (y mujer) común de que cualquiera puede ser rico, cosmopolita y seductor… mientras uno tiene la lana.

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